Como ha sido reseñado por los medios de información: “En una comparecencia ante el Comité de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la consejera legal del gobierno de Estados Unidos, Mary McLeod, reconoció nuevamente los abusos y brutalidad de los métodos empleados y de las condiciones de los presos en la cárcel situada en el territorio cubano ocupado de Guantánamo”. Esta no sería la primera vez que las autoridades estadounidenses admiten públicamente haberse “excedido” en su celo por descubrir células terroristas dentro y fuera de su territorio, amparadas en la Ley Patriota y otras medidas “legales” puestas en práctica luego del derribo de las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York. De igual modo, en la comparecencia ante el Comité de la ONU contra la Tortura en Ginebra se cuestionó lo hecho a más de 70 mil menores de edad indocumentados, hijos de inmigrantes básicamente latinoamericanos, cuyas detenciones y maltrato representan una clara violación a los derechos humanos por parte de este país.
Esto pone de relieve lo que ya todo el mundo conoce respecto a la situación padecida por los prisioneros de Estados Unidos en las cárceles de Abu Ghraib, en Iraq, y en el territorio usurpado de Guantánamo, en Cuba, incluyendo abusos sexuales y asesinatos de personas inocentes con sufrimiento extremo, sin presentarles cargos o llevarlos a juicio, y sin acceso -por supuesto- a los derechos fundamentales estipulados internacionalmente. Todo ello deja al descubierto -una vez más- la doble moral aplicada por los diferentes gobiernos gringos en su presunta lucha contra el terrorismo internacional y la defensa de la democracia y de los derechos humanos a nivel mundial. A ello habría que sumarle el espionaje a los mismos ciudadanos estadounidenses y el bloqueo económico impuesto arbitrariamente al pueblo cubano desde hace más de cincuenta años, siendo éste reforzado por cada gobierno estadounidense sin considerar que sus medidas pertenecen a un período histórico supuestamente superado.
Según la lógica de quienes gobiernan a Estados Unidos, dicho país tiene la alta responsabilidad de defender la “civilización occidental” y dirigir al mundo, según el “destino manifiesto”, por lo que todo lo haga, así resulte totalmente cuestionable por los demás, está justificado, por encima del bien y el mal, dada su condición de nación privilegiada de dios. Tal posición le ha permitido al imperialismo yanqui someter a censura de su parte a gobiernos que no están alineados con su política y sus intereses, llegando al límite de crearles una imagen malvada e irreal a través de la manipulación de los grandes medios de información, de manera que queden avaladas por la opinión pública las acciones injerencistas que tengan a bien emprender, como sucediera en Libia y ahora en Siria. Sin embargo, aún hay gente que termina por hacerse de la vista gorda ante las distintas atrocidades cometidas por el imperialismo gringo, sobre todo en lo que respecta a las últimas tres décadas, con sus invasiones neocolonialistas y el desconocimiento unilateral de la soberanía del resto de países, contando con la complicidad de los gobiernos de los países que integran la OTAN. Esto último podría revertirse si se contraataca la campaña de desinformación montada por el imperialismo yanqui, revelando la verdad de sus acciones a nuestros pueblos.
Homar Garcés
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