lunes, noviembre 17, 2014

Orientalismo y atlantismo



El principal editorial oficial del New York Times de hoy da una señal de advertencia sobre las consecuencias para la economía mundial de la baja de los precios de las materias primas.

Plantea que si bien es un aliciente temporal para la economía norteamericana, favoreciendo el consumo a partir del ahorro que significa para los hogares la baja de los precios de los combustibles, también muestra señales preocupantes sobre la economía mundial. Principalmente porque afecta a grandes economías "emergentes" como Brasil, Rusia e Irán, que dependen de la exportación de commodities, y que están provocando escenarios de inestabilidad política como en Brasil, donde Dilma Roussef fue re-electa hace pocos días con escaso margen. Y por otra parte plantea que EE.UU está creciendo más rápido que otras economías indutrializadas, pero que un cuarto de sus exportaciones están dirigidas a Europa y Asia, con perspectivas de recesión en ambos continentes.

Orientalismo

Uno de los periodistas más prestigiosos de EE.UU es Thomas L. Friedman. Actualmente se encuentra en Dubai y tiene dos columnas semanales en el New York Times. Desde el atentado a las Torres Gemelas del 2001 uno de sus principales intereses es la llamada "guerra contra el terrorismo". Él es parte de esa guerra y toma partido a la manera en que lo hacen los periodistas del mainstream. Friedman además es un conocido sionista.
Su columna de hoy trata sobre la ideología "yihadista" del Estado Islámico (ISIS) y cómo ella interpelaría a la identidad cultural de los musulmanes, quienes se preguntarían "¿Quiénes somos?". Se trata de otro intento de entender el problema de Medio Oriente y el "terrorismo islámico" desde una perspectiva "cultural".
"Porque el ISIS es de cosecha propia [de la cultura musulmana]; su objetivo no es atacar a enemigos lejanos, sino difundir e imponer su visión de una sociedad islámica aquí y ahora; atrayendo a los jóvenes musulmanes de todas partes, incluso de Occidente; su ideología es una mutación violenta de la versión wahabita puritana, no pluralista del Islam, la tendencia dominante en Arabia Saudita, que se está expandiendo a través de Twitter y Facebook -los padres de aquí lo saben- directamente a sus hijos. Es por eso que los está obligando al espejo en forma ineludible y dolorosa."
Friedman apoyó en su momento la invasión a Irak de 2003, considerando que lo que necesitaba Medio Oriente era un Estado con un régimen democrático al estilo occidental que obligara al resto a modernizarse (claro está, además de Israel, considerado por él como ese Estado por excelencia). La visión de Friedman abreva en la corriente que suele llamarse "orientalismo". Esta postula que el problema actual de Occidente con el mundo musulmán estriba en que se trata de dos culturas con valores mutuamente incompatibles, donde los valores occidentales son superiores al atraso oriental. Esta visión también es un fundamento del sionismo y del Estado de Israel, que ven a la cultura judía europea de la cual surgió el movimiento sionista como la portadora de estos valores y así justificaban (y justifican) el sojuzgamiento de los palestinos que representaban el atraso árabe.
Muy al contrario de lo que piensa Friedman, quienes deberían preguntarse "¿Quiénes somos?" a raíz un fenómeno aberrante como el ISIS no son los árabes sino los estrategas de la política norteamericana. Lejos de ser "cosecha propia", ISIS fue sembrado y pacientemente nutrido con los dólares del Pentágono y del Mossad israelí en la década de la restauración reaganiano-thatcherista. Las mezquitas y las escuelas islámicas nutrieron en la década de 1980 a los llamados "combatientes de la libertad" que EE.UU utilizaba para debilitar a los nacionalismos burgueses laicos de la región, aliados a la URSS. La bancarrota de estos últimos y su pase abierto a las filas del imperialismo, junto con la crisis de hegemonía norteamericana, son algunos de los factores que posibilitaron que los yihadistas cambiaran de bando y tuvieran relativa autonomía y pasaran a ser vistos como una alternativa radical contra EE.UU y su gendarme local Israel por nuevas generaciones de jóvenes de la región. Es decir, esta fábula, lejos de hablar de algún problema de raíz de los valores de la cultura de los pueblos de Medio Oriente, habla de la realidad de opresión y el estado de guerra permanente del imperialismo desde la primera invasión de Irak, hace ya casi un cuarto de siglo. La visión "orientalista" de Friedman va de la mano de una perspectiva paternalista de un imperialismo que oficia de un supuesto adulto "educador", algo que el periodista del NY Times plantea sin vueltas en su columna.

Orientalismo con "culpa alemana"

Mientras que el antisemitismo, otrora institucionalizado y fomentado públicamente en muchos países occidentales hasta la primera mitad del siglo XX, ha retrocedido notablemente y es oficialmente condenado luego del Holocausto, su lugar lo ha tomando una nueva variante de racismo más "políticamente correcto" como es la islamofobia. Las similitudes entre el primero y la segunda son particularmente llamativas. De esto resulta la aparente paradoja de que, por ejemplo, en Alemania los grupos neonazis actuales son islamófobos, mientras que estas y muchas formaciones de extrema derecha europeas son pro-Israel. La islamofobia hoy es promovida abiertamente desde los gobiernos europeos, sean de signo conservador o "progresista". Pero en medio de semejante clima, se expresan también alas más extremistas y con la asociación entre estos grupos abiertamente neofacistas y las consignas islamófobas, estas últimas suelen estar al borde de perder su status de "corrección política".
Déjennos seguir discriminando y estigmatizando a la comunidad de origen musulmán sin que nos digan que somos nazis, parece decir el columnista del Frankfurter Allgemeine Zeitung Philip Eppelsheim en "El miedo a los islamistas", ante el surgimiento de un nuevo movimiento ultraderechista en Alemania llamado HoGeSa ("Hooligans contra los salafistas"). Este movimiento reúne hoy a grupos todavía relativamente pequeños de "hooligans" (lo que en Argentina se conoce como "barrabravas" o grupos violentos reclutados de entre los seguidores de los clubes de fútbol) relacionados con partidos neonazis como el NPD y otros más pequeños, que se movilizan en las calles contra los inmigrantes y las minorías, especialmente contra los provenientes del mundo islámico. La preocupación del periodista del FAZ es que "no se debe rechazar toda crítica al Islam como islamófoba, a pesar del hecho de que ahora los hooligans y los radicales de derecha se hayan organizado contra los salafistas." La etiqueta imprecisa de "salafista" es un invento del propio gobierno alemán, que la promueve como sinónimo de "terrorismo islámico". El HoGeSa ayer sábado movilizó 3.000 personas en Hannover, donde al mismo tiempo se realizaron contramanifestaciones por parte de la izquierda y grupos antifascistas, que reunieron un número algo mayor al de la derecha. HoGeSa realizó su primera manifestación pública en Colonia el 26 de octubre pasado. El periodista cita a una autoridad religiosa de la Iglesia evangélica alemana que plantea que la relación del actual islamismo radical tiene puntos de apoyo en el Corán mismo, por lo cual hay que discutir los fundamentos de la cultura misma.

Cumbre del G-20

Tanto The Guardian de Londres como el FAZ de Frankfurt destacan que lo central de la discusión de la cumbre del G-20 en Brisbane, Australia, versó en la disputa de Occidente con Vladimir Putin alrededor del separatismo de las regiones del este de Ucrania, fomentado desde Rusia. Toda la prensa occidental remarca el aislamiento de Putin. Obama logró formar un bloque con los países presentes de la Unión Europea, centralmente con Merkel, que amenaza con nuevas sanciones económicas contra Rusia de persistir en financiar y armar a los separatistas del este ucraniano.
Según el Guardian: "La OTAN afirma que 300 soldados rusos permanecen en Ucrania entrenando a las fuerzas separatistas previendo posibles ofensivas. Varias de las zonas en disputa son cruciales para la supervivencia a largo plazo de la república, incluyendo la ciudad portuaria de Mariupol y una central eléctrica al norte de Luhansk. Las dos provincias de Donetsk y Luhansk normalmente representan el 16% del PIB de Ucrania, el suministro del 95% de su carbón y producen una parte desproporcionada de las exportaciones. Aunque Putin ha admitido que las sanciones están afectando su economía, la economía de Ucrania también está bajo presión. Desde ahora y hasta finales de 2016 debe pagar alrededor de 14 mil millones de dólares en deuda en moneda extranjera. Ucrania también debe pagar $ 700 millones por mes para importar de gas desde Rusia. Sus reservas de divisas se han reducido probablemente a cerca de $ 12 mil millones (...) A pesar de que los medios occidentales han mostrado a Putin como una figura aislada en la cumbre, no ha dejado de forjar relaciones estrechas con los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) un grupo que se está organizando cada vez más dentro del G-20 y en términos de tamaño económico supera el tamaño de las economías del G-7."
Putin se retiró de la cumbre antes de que terminara. El corresponsal del diario de los bancos de Frankfurt plantea que: "Fundamentalmente parece haber diferentes puntos de vista sobre el papel de la OTAN. mientras que Putin probablemente todavía percibe la percibe como una alianza militar agresiva, Occidente considera que su pacto militar está más orientado a la cooperación que a la confrontación. La UE vuelve a remarcar que no cortará relaciones con Rusia ni con Ucrania. Antes de la reunión por la noche Merkel se había expresado más críticamente. "En este momento no les prometo cambios bruscos cualitativos," dijo. En los últimos meses Merkel llamó por teléfono más de 30 veces a Putin en tono de emergencia. Para ella es importante no dejar que el diálogo se rompa."
El rol actual como potencia mundial de Rusia es objetivamente limitado. No obedece centralmente a motivos políticos, como fue en el pasado con la URSS, dado su papel como enorme mediación controlando el aparato estalinista mundial con sus enormes partidos, sindicatos y movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo, además del hecho de que dirigía a un tercio del planeta que se encontraba bajo una economía no-capitalista. Hoy Rusia reconvertida en capitalista está por debajo del poderío soviético al no poder transformarse en un país imperialista, pero tiene grandes armas de negociación como ser la dependencia europea de sus exportaciones de gas y su influencia en la periferia ex-soviética y asiática. Las crisis de la autoridad del Estado en Ucrania se toca con la crisis similar de Medio Oriente con la emergencia del ISIS y ambas se retroalimentan. No se trata de una nueva "guerra fria", sino de cerrar las grietas de la declinante hegemonía imperialista norteamericana, que no encuentra aún un competidor de su talla, pero hace peligrar el statu quo mundial, mientras siguen contando con que aún la lucha de clases no vuelve a emerger decididamente como un factor actuante en las relaciones internacionales como lo fue durante todo el siglo XX.

Guillermo Iturbide

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