A medida que pasan las semanas, la confianza y expectativas que los trabajadores han depositado en Syriza se ven fuertemente sacudidas. Los márgenes de maniobra del gobierno de Alexis Tsipras se han ido estrechando. Las tratativas con la Unión Europea se encuentran empantanadas, mientras los aprietes y el asedio económico por parte de la troika han ido en aumento. El retiro de los depósitos de los bancos va en ascenso y las arcas del Estado griego están virtualmente vacías cuando debe hacer frente a nuevos vencimientos de la deuda en junio, los que serían imposibles de cancelar si el Banco Central Europeo (BCE) no abre alguna canilla de emergencia. De todos modos, esto no haría otra cosa que estirar la agonía. Esta corrida bancaria y fuga de capitales "obedecen a que se teme que Atenas se mantenga en sus trece y no ceda a las exigencias de sus acreedores de producir una reforma laboral flexibilizadora, una reforma del sistema de pensiones que castigue al sector pasivo y que tampoco acceda a un nuevo y duro ajuste fiscal para garantizar el pago de su deuda externa" (Télam, 28/5).
Fractura
Ante el impase, la propia estructura de Syriza ha comenzado a crujir y han empezado a aflorar fuertes disidencias internas. En el último comité central, hace una semana, el 44% de los cuadros del partido propuso una ruptura de la negociación con los socios y el no pago de la deuda, además de un plan B, con medidas como la nacionalización de la banca y la imposición de una tasa a la riqueza, lo que en la práctica supondría la salida del país del euro. "La propuesta fue rechazada por 95 votos frente a 75, pero muestra lo igualadas que están las fuerzas entre la mayoría gubernamental, más pragmática -o posibilista-, y el ala radical" (El País, 30/5). La tensión interna ha crecido hasta tal punto que empiezan a circular pronósticos sobre una fractura de este nucleamiento. "La posibilidad de que Syriza se rompa en dos si para lograr un acuerdo con los acreedores debe hacer muchas concesiones (...) es cada día más clara" (ídem).
Este choque puede tener consecuencias para la gobernabilidad, si este sector rebelde de diputados de Syriza (hasta el 30% de sus 149 escaños, según las estimaciones) no aprobara un acuerdo con la UE en el Parlamento. Aunque, de todos modos, el gobierno logre el apoyo de otras fuerzas (la coalición centroizquierdista To Potami, así como la nacionalista de derecha Griegos Independientes, con la cual inicialmente hizo un pacto para formar gobierno), sería prácticamente imposible evitar una nueva convocatoria electoral. La propia cúpula de Syriza estaría interesada en esta variante, lo que podría interpretarse como un modo de producir una depuración de las listas de Syriza, y apuntar a un gobierno de coalición o de unión nacional. La convocatoria a elecciones generales podría ir acompañada de un referéndum. Ambas iniciativas significarían, objetivamente, que Syriza considera agotado el mandato popular que recibió en las elecciones.
Perspectivas
Para el FMI y la troika, la imposición del ajuste es fundamental porque se trata de un programa a escala europea, que entraría en riesgo si manifestara fisuras. Pero la Casa Blanca está empeñada en evitar una ruptura de las tratativas y viene tratando de que el programa de austeridad se abra paso a través de un acuerdo. El gobierno de Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional (FMI) "consideran posible y evitable un 'accidente' en las negociaciones entre Grecia y sus acreedores que conduzca a una salida de este país de la Eurozona, situación que puede disparar una nueva crisis económica de dimensiones impredecibles a nivel europeo y global" (Télam, ídem).
Si fracasa este propósito, se están barajando planes alternativos que podrían consistir en la permanencia de Grecia en la UE, pero con una moneda propia. Esto implicaría un ajuste fenomenal y un enorme golpe al bolsillo popular, pues los salarios y jubilaciones pasarían a cobrarse en esta nueva moneda devaluada respecto del euro.
Robert Shiller, premio Nobel de Economía y muy escuchado por el establishment, acaba de declarar que la situación de Grecia es "el tema más grave" del panorama financiero mundial. Abrió las puertas a esta posibilidad en caso de que naufraguen las negociaciones. "Aunque saliese del euro -afirmó-, Grecia permanecería en la Unión Europea con lo que todo estaría ‘en orden'" (Associated Press, 28/5).
Lo que nadie puede evitar son los realineamientos de fuerzas (que se están produciendo y todo indica que se van a profundizar), tanto al interior de Syriza como en su relación con los otros partidos. Lo más importante es ver cuál será la reacción de la clase obrera en medio de esta nueva transición política. Un protagonismo mayor de los trabajadores jugará un papel determinante en el desenlace del actual proceso político. Por lo pronto, "a juzgar por las asambleas de antiguos trabajadores, a Syriza se le puede abrir otro frente con los sindicatos gremiales, que insisten, frente a las demandas de los socios, en mantener sus garantías laborales" (El País, ídem). Se verán también las consecuencias que este nuevo escenario tendrá para los partidos de la izquierda revolucionaria.
Pablo Heller
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