En días de turbulencia bursátil parcialmente suavizada por la millonaria intervención estatal, el gobierno de China prepara un plan para reactivar la economía, concentrado en la inversión en infraestructura.
El Gobierno de China prepara un plan para reactivar su economía con inversiones en infraestructuras que ascenderán a un billón de yuanes (unos 163.000 millones de dólares, 150.000 millones de euros) en los próximos tres años, informó hoy la prensa China.
Aunque los detalles de este plan todavía no se conocen, medios oficiales chinos afirman que las primeras inversiones, con un presupuesto de 300.000 millones de yuanes (49.000 millones de dólares, 45.000 millones de euros), podría lanzarse en un mes.
El Gobierno chino tiene previsto financiar estos proyectos de infraestructuras, que incluyen construcción de ferrocarriles o de vivienda pública, a través de la emisión de bonos de deuda por parte del Banco de Desarrollo de China y al Banco de Desarrollo Agrícola.
Estas dos entidades, consideradas como dos de los brazos financieros a través de los que el Ejecutivo articula sus políticas, se encargarían de la emisión de los bonos y el gobierno central pagaría los intereses, según el oficial Diario de Información Económica.
La Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo, el principal órgano de planificación económica del país, dijo tras una reunión celebrada este miércoles que autorizará "pronto" a estos dos bancos a emitir bonos para financiar grandes proyectos de infraestructuras, publicó hoy el periódico China Daily.
Según la prensa china, las autoridades pondrán énfasis en que las infraestructuras sean eficientes, con la mira puesta en que no se repita lo sucedido en anteriores paquetes de estímulo, que no trajeron los retornos esperados.
En 2009, para evitar un contagio de la crisis financiera internacional, Pekín realizó inversiones por valor de cuatro billones de yuanes (al cambio actual, unos 654.000 millones de dólares, 597.000 millones de euros) que generaron un endeudamiento que aún atenaza las finanzas de las administraciones locales.
El nuevo plan de inversiones, en todo caso, pone en claro los límites de las declaraciones formuladas en los últimos meses por las autoridades chinas, que han manifestado repetidamente que el gigante asiático vive una "nueva normalidad" con una ralentización económica que debe servir para cambiar el modelo productivo del país.
En este sentido, Pekín rebajó este año a un 7% su objetivo de crecimiento para buscar una economía más basada en el consumo y los servicios y menos en la inversión y la manufactura de bienes producidos por mano de obra barata.
El PIB de la segunda economía mundial se expandió un 7% interanual en el segundo trimestre del año, al mismo ritmo que el primero y cuatro décimas menos que en el conjunto de 2014.
Sin embargo, el país viene experimentando una aguda crisis bursátil en el último mes y medio, durante la cual los mercados llegaron a perder un tercio de su valor tras meses de fuerte revalorización. La crisis de la Bolsa terminó ahuyentando a 24 millones de particulares en solo un mes y el número de pequeños inversores bursátiles cayó a 51 millones al cierre de julio frente a los 75 millones existentes al 30 de junio, según datos gubernamentales. El banco norteamericano Goldman Sachs calcula que el gobierno chino destinó alrededor de 900.000 millones de yuanes (134.000 millones de dólares) para rescatar a los mercados desde que empezó la crisis de la Bolsa.
El problema más de fondo es que este fenómeno es síntoma de debilidades en la llamada “economía real”. Los últimos indicadores muestran que el Índice Gerente de Compras (PMI) del sector manufacturero (un indicador bastante fiel del PBI industrial) correspondiente al mes de julio, elaborado por la Oficina de Estadísticas china, se situó en el límite entre el crecimiento y la contracción, mientras que el realizado por la revista económica Caixin mostró un fuerte retroceso de la industria.
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