A finales de septiembre de 1963, más precisamente el 25 del mes, se produce un golpe de estado en suelo dominicano. Las fuerzas militares irrumpen en el Palacio de Gobierno de la ciudad capital y apresan al presidente elegido constitucionalmente un año antes.
"Solamente gente muy ignorante, absolutamente ignorante en cuestiones políticas puede creer de buena fe que en nuestro país puede haber un gobierno comunista, y además sólo se atreven a decirlo los que sabiendo que dicen mentira usan la maldad, la mala fe, y el engaño para defender privilegios. Quieren repartirse las tierras y las industrias y los negocios -que Trujillo- le robó al pueblo, y eso es lo que hay en el fondo de las acusaciones que se nos lanzan, que ellos están seguros que si nosotros vamos al gobierno, no heredan esos bienes, porque esos bienes son del pueblo."
Estas fueron palabras pronunciadas en 1962 por Bosch, en plena campaña política y en respuesta a ciertas acusaciones.
En cuestión de 2 años el país había pasado de una dictadura a celebrar finalmente elecciones libres luego de 31 años de un régimen dictatorial sin ejemplo. Trujillo, formado militarmente, apoyado y mantenido en el poder por quienes nos invadieron en 1916, fue ajusticiado en 1961, obedeciendo a intereses oligárquicos, y con la implicación de los mismos del 16, que de hecho llegaron sin tocar el timbre y mucho menos sin invitación, y posteriormente allí lo sentaron a dirigir, a hacerse rico, a manejar el país como empresa propia, más que a un deseo popular en ese entonces. Sin embargo, la campaña de Bosch se destacó precisamente por darle un lugar al pueblo dominicano, con la promesa electoral de introducir reformas profundas en lo económico y social en beneficio de los más desfavorecidos. Ello lo llevó a ganar de manera abrumadora las elecciones de diciembre de ese mismo año, sobre el candidato conservador, apoyado por la clase oligárquica dominicana, así como la Iglesia Católica y los mismos del 16. Bosch se hizo con el gobierno en febrero del 1963 y dos meses después se adoptó una nueva Constitución, de corte meramente liberal, garantizando libertades públicas, derechos laborales, libertad sindical, derecho a la vivienda y a la posesión de tierras, así como la garantía absoluta a los derechos humanos. Se plantearon elementos para una sociedad igualitaria en base al trabajo, se condenó el enriquecimiento ilícito bajo un cargo en el Estado. Se aprobó la educación laica en las escuelas dominicanas.
Esto no gustó nada ni al empresariado ni a los grupos conservadores postrujillistas, quienes veían afectados sus intereses y querían seguir enriqueciéndose más allá del poder. La Iglesia Católica fue el segundo factor, enemigo frontal del gobierno del Profesor Juan Bosch, quien desaprobaba la proclamación de un estado laico dominicano en la nueva Carta Magna, así como la propuesta de revisión del Concordato, acuerdo firmado entre el Gobierno de Trujillo y la Iglesia Católica en su visita al Vaticano en 1954, el cual otorgaba a esta Iglesia la misión de dirigir la orientación espiritual del pueblo dominicano y mantener la religión católica como la oficial de los dominicanos.
Tampoco debemos dejar de lado el factor geopolítico del momento, y comprender así el factor intervencionista en esta cuestión dominicana. El mundo, al iniciar la década de los 60 tiene a las dos potencias nucleares enfrentadas en una guerra fría. Los Estados Unidos de un lado, y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas del otro. Los del norte, en su afán por mantener el control político y económico por doquier vieron fracasar su invasión a Cuba en Bahía de Cochinos (1961), luego del triunfo de la revolución en 1959. Un año después, en 1962 se produce la crisis de los Misiles, lo que permite a Cuba estrechar lazos con la Unión Soviética. De ahí que el Gobierno Estadounidense, bajo el pretexto de no permitir otro Estado comunista en la región caribeña, decide actuar, apoyando deliberadamente el golpe de estado a Bosch, en septiembre de 1963, manteniendo un ojo en la situación que ocurría en la República Dominicana.
El golpe de estado contra Bosch ha sido considerado como un antes y un después en la historia moderna dominicana, causado por los factores que enumeramos en los párrafos anteriores. Este hecho retrasó considerablemente el progreso económico y social del pueblo dominicano, antepuesto a intereses de la clase oligárquica dominicana, la Iglesia Católica, y fuerzas imperiales interventoras. De ese golpe de estado surgió una guerra civil dos años después, estallido social en abril del 65, cuando el mismo pueblo que votó por Bosch, decidió lanzarse a las calles a reclamar la vuelta del Profesor al poder y el retorno a la Constitución del 63; la consigna: Vuelta a la Constitución del 63!! Los constitucionalistas, el pueblo en masas, liderado por Francisco Alberto Caamaño D., se enfrentaron a las fuerzas militares que apoyaban el gobierno golpista en el poder bajo un gobierno triunvirato, venciendo en su justa lucha por el retorno a la Constitución y el orden democrático. Se hizo justicia. Sin embargo, de la misma manera volvieron a entrar como por su casa los del 16, con las mismas excusas infundadas, violatorias del derecho internacional.
Hoy el mundo es otro, la política nacional ha variado, al igual que el orden internacional y la geopolítica mundial. Empero, estos factores siguen jugando en diversas medidas la misma influencia que hace 55 años y la frase de aquella alocución radial del Profesor Bosch sigue tan vigente como en ese entonces, donde intereses particulares se anteponen a intereses sociales, a proyectos-nación, sin importar fronteras ni soberanías, constituciones nacionales, ni la verdadera voluntad popular.
Pablo M. Medina Jiménez. Especialista en relaciones internacionales.
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