martes, octubre 02, 2018

Macri en la pizzería



Muchos chistes circularon por las redes a partir de unos tuits del presidente Mauricio Macri en los que “defendía” a los protagonistas del último spot estilo “reality” de Presidencia en el que visitaba el emprendimiento de una joven pareja, Il Calzone della Nona, y cuyo contenido textual remitía a un fragmento de Mein Kampff (“Mi lucha”), la obra liminar del nazismo escrita por Adolf Hitler. Pero, como decía Freud, el chiste revela más que su mera enunciación.

Una digresión: el spot de la pareja que había recibido la supuestamente visita “sorpresiva” de Macri el miércoles 26, un día después del paro, fue criticado por su impostada espontaneidad. Una cámara instalada desde adentro de la pizzería mostraba la entrada “casual” del presidente mientras Verónica Krieger y Federico Nicotra exclamaban “qué sorpresa” y se regocijaban por la presencia de Antonia, la hija menor del mandatario, que va al jardín de infantes. (Una digresión dentro de la digresión: Macri fue en auto hasta el Liceo Francés, el colegio de elite en el que estudia Antonia para llevarla en un helicóptero gubernamental hasta Maschwitz, el lugar de filmación del spot y sede de Il Calzone della Nona. Es decir, usó recursos estatales para poder llevar a su niña a la grabación del spot publicitario en una actitud reñida con la ética). Verónica Krieger y Federico Nicotra, en los registros de la Anses, figuran como trabajadores en relación de dependencia de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, un ente estatal en el que Krieger cumple funciones de agente de prensa. En declaraciones radiales, la pareja contó que había decidido dejar sus trabajos en el centro porteño para abocarse a su nuevo emprendimiento. Krieger –de oficio periodista– manejaba las cuentas de Twitter del ente oficial, reclamaba en su página de FB que se felicitara a los periodistas que mostraban el “día a día” de las reparticiones estatales, es decir, formaba parte del equipo comunicacional que embellece la gestión macrista: una militante del PRO. Eso explicaría que, en el diálogo con Macri, la joven pizzera utilizara las muletillas cambiemitas tales como “no hay que criticar” (usada dos veces en 40 segundos y que va en consonancia con el pensamiento del escriba oficial de discursos presidenciales Alejandro Rozitchner, quien desdeña el “pensamiento crítico” en favor del “pensamiento positivo”) o aquella otra que dice “si todos trabajamos, todos avanzamos”, pronunciada un día después del paro general del 25 de septiembre pasado, cuya contundencia congeló las actividades en todo el país. Quizás uno de los peores spots de la propaganda macrista aunque debe reconocerse la honestidad del presidente que les dice que eligieron el peor momento para abrir la pizzería y que se vienen meses de recesión. Nobleza obliga.
Los chistes que circularon debido al mensaje presidencial en su cuenta de Facebook y de Twitter respecto a la solidaridad con los pizzeros que habrían recibido ataques en las redes sociales se debieron a que el uso de las palabras “veneno social” y “envilecidas” remitía al mismo tenor y uso que les daba Hitler en Mein Kampff al referirse a los judíos a través de Karl Marx. ¿Pero se trata de una simple confusión impulsada por un duranbarbismo sin estribos en la política comunicacional oficialista?
Al día siguiente del paro, Mauricio Macri llamó desde su celular (y publicó en su página de Facebook) a Danilo, un parrillero que arremetió munido con un matafuegos contra un piquete en la ruta en los alrededores de su casa de comidas. “Sos el ejemplo que queremos para el país, poniendo el hombro y queriendo trabajar y que hayas enfrentado a esos patoteros diciéndole que vos querías trabajar es maravilloso, la verdad que es un ejemplo para todos los argentinos”. En los hechos, Macri alentaba la violencia de las capas medias contra las medidas de fuerza de la clase trabajadora, a la que tildó de “patotera” por ejercer el derecho al reclamo y a la protesta. Al alentar ese “enfrentamiento” Macri recurre a un recurso fascistizante que intenta que la violencia clasista se ejerza contra los luchadores. Bertolt Brecht decía que un fascista “no es ni más ni menos que un pequeño burgués asustado”. Se podría agregar, citando a Macri, asustado por gente envilecida, un veneno social, patoteros a los que hay que enfrentar.
Todo chiste esconde por debajo un subtexto a explorar. Los exabruptos de Macri revelan sus tendencias fascistizantes ante la crisis política y social que provoca el ajuste que promueve junto a los gobernadores cómplices de todas las ramas del peronismo. El gobierno quiere curarse en salud, trabajando para escindir a las capas medias de las luchas que está emprendiendo la clase obrera. Se trata de una advertencia sobre la que los trabajadores debemos estar alertas.

Antonia Torrebruna

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