lunes, diciembre 10, 2018

La estrategia del miedo no funciona más: una masiva movilización en París y en toda Francia

Para este cuarto sábado de protestas en París, el gobierno hizo todo para evitar que se reproduzca el “escenario catastrófico” de la semana pasada. La jornada del 1° de diciembre y sus escenas cuasi-insurreccionales, mostraron la humillación de las fuerzas del orden que retrocedían totalmente desbordadas por la situación, sumergiendo al gobierno en la crisis más importante desde el comienzo del quinquenio de Macron.

El movimiento de los chalecos amarillos no sólo cuestionó la autoridad del Estado, sino que también obligó a Emmanuel Macron a su primer retroceso desde que asumió, como la anulación de la suba de los impuestos a los carburantes. Para responder a la crisis mayor, el gobierno optó por una estrategia para descomprimir la bronca de los gilets jaunes que no podía ignorar más.
Un salto en la militarización como una extensión al llamado de la “unión nacional”
La respuesta a las manifestaciones fue el llamando a la “unión nacional”, en nombre de la “nación en peligro” para hacer un bloque contra “la violencia” de los chalecos amarillos, llamado al que se sumaron las direcciones sindicales en un comunicado juzgado indigno por la base de los sindicatos. Luego optaron por una estrategia que apuntaba a ganar a la masa de los chalecos amarillos de los manifestantes agitando la anulación, muy parcial, de la suba de impuestos a los carburantes, y hasta desarrollando una retórica de cara a desvincular a las grandes masas de los chalecos amarillos de los supuestos “alborotadores”.
Una maniobra que el gobierno quería respaldar en la práctica este sábado abriendo una ofensiva “preventiva” de cara a impedirle a los militantes catalogados de “radicales” de participar de la manifestación y una ofensiva en el terreno para restablecer la autoridad del Estado, evitando el máximo de barricadas y la insubordinación frente a la policía. A las 19 horas ya había más de 1400 detenciones y más de 1000 bajo custodia.
A pesar de la estrategia del miedo: una masiva movilización
Durante toda la jornada, los medios de comunicación no dejaron de celebrar el hecho de que la situación estaba globalmente “bajo el control de las fuerzas del orden”, y que la participación estaba debilitada. Algunos “expertos” llegaron a pronosticar la muerte del movimiento, repitiendo los planes y las esperanzas del gobierno.
Pero las numerosas acciones y manifestaciones que se esparcieron a lo largo del día en Francia demostraron que la movilización era todavía muy masiva, incluso dando un salto en la radicalización y en la persistencia como en Bordeaux y en Toulouse, o en numerosas ciudades de provincias como en Saint-Etienne y Puy-en-Velay. Según las fuerzas policiales, se manifestaron 125 mil personas, cifras totalmente devaluadas, pero que incluso muestran una movilización que perdura.
Nuevos sectores entran en el juego en París y en toda Francia se refuerza la movilización
En París, además de los ferroviarios y del Comité Adama formando parte de las columnas, también se pudo observar por primera vez en las marchas de los chalecos amarillos, columnas más estructuradas y organizadas con sus banderas y sus consignas, con un fuerte apoyo de estudiantes de diferentes universidades, de secundarios, de trabajadores y asalariados individuales, así como de los militantes más organizados, ausentes hasta ahora de la movilización.
Más aún, durante toda la jornada los homenajes a los 148 secundarios de Manster-La-Jolie se multiplicaron en todo el país, como en el caso de los ferroviarios de París. En Province, pudimos ver que se levantaban barricadas para resistir a la terrible represión policial que, en muchas ciudades, provocó heridos graves como los casos de pérdidas de ojos a manifestantes totalmente pacíficos.

Para amplificar la movilización hay generalizar la bronca a través de la huelga

Si, en París, el gobierno tuvo una victoria táctica sobre la cuestión de “mantener el orden” logrando no haber sido “desbordado”, mediante blindados, una militarización de la ciudad de París y represión preventiva, es claro que la operación de terror no tuvo el efecto esperado. Los chalecos siguen estando fuertemente movilizados, más aún, se extiende el movimiento en todo el país.
Es en este contexto que el rol de las direcciones sindicales que respondieron al llamado de Macron para mantener el orden contra los chalecos amarillos haya sido perjudicial. Y más grave aún es que hayan legitimado la feroz represión de este sábado 8 de diciembre contra los manifestantes. Viendo la bronca social, varias federaciones como la CGT Chimie y, aún más, militantes de base, se desmarcaron totalmente, encontrando indigna la posición de la dirección confederal sobre el movimiento de los chalecos amarillos.
En este sentido, la actitud de las direcciones del movimiento obrero es cada día más escandalosa. Más aún, luego de esta masiva movilización, se agita en la base y en las estructuras locales, regionales y federales, imponer a las direcciones sindicales que la jornada prevista para el 14 de diciembre, que no es más que una “jornada de acción”, se prepare para ser una jornada que tenga como objetivo generalizar la huelga para tender hacia la huelga general.
Y eso tanto más cuanto que numerosas reivindicaciones que defienden los chalecos amarillos, como el restablecimiento del impuesto sobre la fortuna, el aumento del salario mínimo o la indexación de las pensiones y los subsidios a la inflación, son reivindicaciones que agrupan a la clase obrera que deben defenderse. La base debe desobedecer a las direcciones confederales que se rehúsan a unirse a la bronca social. La mejor manera de imponerles nuestras decisiones serán los llamados a la huelga y a la movilización general el 14 de diciembre, para preparar la generalización de la bronca a través de la huelga, de la huelga general.

Damien Bernard
Marina Garrisi
Paris

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