Reagan y el nacimiento del rock alternativo
Nirvana fue formada por el cantante y guitarrista Kurt Cobain y el bajista Krist Novoselic en la ciudad de Seattle, Estados Unidos, en 1987.
La figura de Cobain rápidamente tomó vuelo propio, por su magnetismo, voz y performance en vivo, convirtiéndose en la cara visible y líder de la banda.
Cobain era un emergente de lo que había sido para una gran parte de la juventud estadounidense, un calvario. Las presidencias del republicano Ronald Reagan, durante casi todos los años 80s, convirtieron a EE UU en tierra arrasada: recortes brutales de asistencia social, crecimiento del presupuesto militar, intervención en Nicaragua y otros países de Latinoamérica, fomento de las guerras en Medio Oriente, aumento de la represión policial dentro de sus fronteras, fuerte injerencia de los grupos religiosos en la vida pública, etc.
De ese caldo de cultivo, en Seattle, una generación de jóvenes como Cobain buscó en el arte una forma de escape o resistencia. El resultado fue una música de dientes apretados y volumen estridente, que abrevaba tanto en la influencia del proto heavy metal de Black Sabbath como en el punk. Se la denominó grunge, por su sonido áspero y mugriento. Junto a Nirvana brotaron otros grupos que alcanzarían fama mundial, como Alice in Chains, Soundgarden y Pearl Jam. El denominado ´rock alternativo´, que se había expandido gracias a la proliferación de sellos discográficos independientes por todo el país, dio buena acogida al naciente movimiento, en el que revistaban otros grupos influyentes, como Melvins, Dinosaur Jr, Pixies y Sonic Youth. Con ese bagaje de libertad, distorsión y desparpajo, Nirvana se lanzaría a la búsqueda de su propio sonido, al que daría forma definitiva en su segundo álbum, cuatro años más tarde, con la incorporación del baterista Dave Grohl, con el cual registrarían Nevermind bajo producción de Butch Vig (actualmente miembro de Garbage).
Estalla la bomba
La tapa de Nevermind anticipa su contenido simbólico y satírico: un bebe nada en una piscina persiguiendo un billete de un dólar atado a un anzuelo. Esa imagen era consistente con el predicamento de Cobain, una reacción a las promesas de “éxito” y “prosperidad” asociadas al capitalismo reaganista.
Nadie esperó lo que sucedería: gracias en gran medida a la popularidad descomunal que suscitó “Smells like teen spirit” (huele a espíritu adolescente) y su videoclip, Nevermind vendería en 4 meses la cifra de 12 millones de discos. La banda, que venía de los márgenes, se transformó en la más popular de EE UU.
“¿Hola, hola, hola, estás deprimido?” pregunta casi en voz baja Cobain en la primera estrofa, que desemboca en un estribillo explosivo que reza: “Con la luz apagada, es menos peligroso/ Aquí estamos ahora, entretennos / Me siento estúpido y contagioso /Aquí estamos ahora, entretennos”. Depresión, vacío, una vida sin sentido: el detrás de escena del sueño americano pasaba al frente del escaparate. El rock de los años 80, poblado de sonidos sintéticos y producciones brillantes, de un lado, o dominado por el ´hair metal´ de bandas como Poison, pasaba a verse definitivamente estúpido. La juventud se prendió en masa de la nueva tendencia, que rápidamente fue acogida por MTV: la aristocracia del pop era desplazada de los charts por el aullido de un grupo de inadaptados vestidos con camisas leñadoras y bermudas.
El álbum es una joya de principio a fin, tanto en lo lírico como en lo musical. La producción de Vig le dio a la banda un sonido más robusto y nítido, sin perder nada de su fuerza primal. A “Smell like teen spirit” le seguirían otros hits, como “Come as you are” o “Lithium”. El formato respondía a un molde donde una estrofa tensa y calma da paso a un estribillo que explota en bronca y distorsión. En otras canciones se manifiesta más claramente la influencia punk del grupo (“Breed”, “Territorial pissings”). Luego de su edición, Cobain se quejó de que el sonido original del grupo hubiera sido “suavizado” durante la mezcla, a cargo de Andy Wallace. Esa ´aspereza´ sonora fue lo que Cobain y los suyos quisieron recuperar en su tercer y último álbum, para el que convocaron como productor a Steve Albini (ex integrante de Big Black), de impronta más agresiva.
Carne para la picadora
El grunge fue rápidamente fagocitado por la industria musical, que buscaba en todo el país imitadores de Nirvana para exprimir la nueva moda. Nirvana terminó siendo víctima de lo que mismo que repudiaba: la sobrexposición, la fama, el fanatismo alimentado por las discográficas y medios especializados. Cobain comenzó a sentir que su creación se estaba convirtiendo en parte de la maquinaria del entretenimiento yanqui. El sonido mucho menos comercial y más crudo de In Utero fue el último intento por desmarcarse de una vorágine que acabaría tragándose a él y a su grupo.
Nevermind es un álbum nacido de un grupo que no tenía otra cosa en mente que decir lo suyo, un intento de libertad y autenticidad en un medio falso y regimentado como el de la industria musical. Un régimen podrido como el capitalismo pudre todo lo que toca, se trate del deporte, el arte o las expresiones juveniles más francas. El capital no tiene moral: las vanguardias son fagocitadas o descartadas, no importa su originalidad, en pos de las ganancias.
Sin embargo, Nevermind sigue ahí, latiendo. A 30 años de su lanzamiento, sigue siendo ese extraño artefacto que irrumpió y sacudió a una generación de su enajenación, dejando detrás una estela de influencias que aún hoy continúan brillando.
Matias Melta
08/07/2021
No hay comentarios.:
Publicar un comentario