Este informe presenta estimaciones actualizadas de la esperanza de vida basado en datos provisionales de mortalidad para todo el año, de enero a diciembre, 2020. Se basan en certificados de defunción (https://www.cdc.gov/nchs/data/vsrr/VSRR015-508.pdf).
El informe muestra la disparidad racial: “Entre 2019 y 2020 (año completo), la población hispana experimentó una disminución en la esperanza de vida de 3.0 años, seguida por la población negra no hispana (2,9 años) y blanca no hispana (1,2 años)”.
Acceso desigual a la salud
“La reducción de la brecha de esperanza de vida entre las dos poblaciones es un claro indicador del empeoramiento de los resultados de salud y mortalidad” dice el informe de CDC. El NYT da testimonio de trabajadores que se enfrentan a la desigualdad al acceso a la salud. “Si fuera blanco, no habría estado en ese hospital", dijo una de las entrevistadas que perdió a su marido de 35 años (NYT, 21/7).
Gladys Vega, directora ejecutiva de “La Colaborativa”, dijo que “muchas personas son indocumentadas y temían que ir a un hospital o solicitar el seguro médico podría resultar en la deportación” (ídem). También por miedo a que el “casero” (landlord) echara a muchos por falta de pago o atrasos. El resultado, es que se contagiaba toda la familia –hacinados en su vivienda– porque no se hacían las respectivas cuarentenas. “Eso crea todos estos otros dilemas en sus condiciones de salud que empeoran todo”, agregó Vega.
Los habitantes de origen hispano tienen menor acceso al sistema de salud que es controlado por capitales privados. Muchos de ellos murieron porque no se pueden pagar una internación de miles de dólares. Son los más castigados por las normas migratorias endurecidas por Trump y que muchas de ellas continúan bajo Biden. Son lo que hicieron los trabajos “necesarios” durante la pandemia, producción, distribución de alimentos y otros servicios esenciales –que protagonizaron, también, enormes luchas. Son los peor remunerados, que luchan por tener representación sindical y que han realizado paros para conseguir medidas sanitarias adecuadas (carnes, almacenes, comercios, venta de comidas, etc).
Sin rebote pospandemia
En 1918, la pandemia de gripe redujo 11,8 años de la esperanza de vida en EEUU y el número se recuperó al año siguiente. Pero Elizabeth Arias, una de las investigadoras que elaboró el informe, dijo que “no es probable que la esperanza de vida vuelva a los niveles prepandémicos en el corto plazo” (NYT, 21/7). Devolver los números de esperanza de vida a los de 2019 requeriría no tener más muertes en exceso debido a Covid, y eso ya no es posible en 2021, dijo el Dr. Arias. El manejo capitalista de la pandemia ha genera x casos en 2021, y se pronostican nuevo, debido a las nuevas variantes, como la Delta que representa el 80 o 90% de los nuevos casos en el país.
El coronavirus "descubrió las profundas desigualdades raciales y étnicas en el acceso a la salud, y no creo que las hayamos superado nunca", dijo la Dra. Mary T. Bassett, profesora de Harvard. "Pensar que nos recuperaremos de ellos parece una ilusión" (NYT 21/7).
Epidemia de muertes por abuso de drogas
No es la primera vez que EEUU vive una caída en la esperanza de vida: En 2014 hubo una epidemia de opioides “y provocó el tipo de declive que rara vez se ve en los países desarrollados” (ídem). Más de 40 estados han registrado aumentos en las muertes relacionadas con los opioides desde que comenzó la pandemia, según la Asociación Médica Estadounidense, dice NYT.
El informe plantea que el aumento de muertes por drogas tuvo el mayor efecto luego del Covid-19, representando un crecimiento del 14,2% (blancos), 11,9% (negros) y 4,2% (hispanos). Este indicador es alarmante, dicen las autoridades, porque Incluso si las muertes por Covid-19 disminuyen, los efectos económicos y sociales persistirán, señalaron los investigadores.
Muchas veces con sustancias que se pueden acceder a través de la venta libre. Estamos hablando de derivados de opiáceas que no están regulados y que los gigantes farmacéuticos pujaron por su liberación y venta libre, mediante la cual realizan millonarios beneficios.
El aumento de este consumo se da entre la población joven trabajadora, por diferentes motivos. Entre ellos la necesidad de soportar largas jornadas diarias de trabajo, y por otro lado de la misma soga capitalista, la falta de empleo y oportunidades. Los jóvenes son los que más han sufrido la desocupación generada por la pandemia en EEUU.
Muchos acumulan enormes deudas universitarias que no pueden cubrir con los magros salarios que reciben. Otros no pueden acceder a una vivienda propia o a condiciones de vida elementales.
Las causas sociales y políticas subyacentes
Los residentes latinos y afroamericanos de los Estados Unidos tienen tres veces más probabilidades de infectarse que sus vecinos blancos, y casi el doble de probabilidades de morir a causa del virus que las personas blancas. “Las tasas más altas de infección y mortalidad entre los afroamericanos y los hispanoamericanos se han explicado por la exposición en el trabajo y en el hogar, dijeron los expertos” (NYT, ídem). El acceso a las vacunas también es desigual. La “nueva normalidad” del gran capital tuvo como consecuencia más de 600.000 muertos.
Una enorme rebelión popular estalló el año pasado contra la violencia racial en el país y el gobierno de Trump, constituyéndose en un enorme condensador de un conjunto de crisis, económicas, sanitarias y raciales, que expresan la descomposición de un régimen histórico acabado. Se trata de un régimen político y social que ha gestionado la pandemia en función de sostener los grandes beneficios de gran capital a costa de la vida de los trabajadores, sobre todo de aquellos más sojuzgados, explotados y oprimidos. Las enormes tensiones sociales y políticas subyacentes van a despertar en el país bajo la forma de nuevas rebeliones.
Emiliano Monge
22/07/2021
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