El sábado 24 se produjo una nueva jornada nacional de movilización en todo Brasil bajo la consigna central de ¡Fora Bolsonaro! Es la cuarta en menos de dos meses. Aunque en muchos sectores de los manifestantes despertó gran entusiasmo, estaría, sin embargo, evidenciando los límites de este tipo de “passeatas” (marchas). En algunas ciudades, se afirma que creció la cantidad de manifestantes (¡Rio de Janeiro!) pero de conjunto se ha frenado un mayor desarrollo de las mismas.
La Central Unica de Trabajadores (CUT), dirigida por Lula y el PT, informó que se movilizaron en todo el país unos 600 mil manifestantes. Pero la misma CUT balancea que el 29/5 salieron a las calles 420 mil; el 19/6 fueron 700 mil y el 13/7 se llegó a los 800 mil. Igualmente la dirección burocrática de la CUT la considera un éxito, porque creció “la capilaridad”: se extendió a más ciudades.
La dirección burocrática de la CUT y el frente que tiene constituido con otras burocracias, se esforzaron por darle a la consigna de Fora Bolsonaro un carácter concreto: el apoyo a los proyectos de “impeachment” (juicio político) presentados en el parlamento.
Hubo por lo tanto dos grandes tendencias que se manifestaron en la jornada del 24/7. Por un lado diferentes corrientes de izquierda y sectores activistas que entienden que el Fora Bolsonaro plantea la lucha consecuente (un plan de lucha continuado y creciente hacia la huelga general) por las reivindicaciones de las masas y el derrocamiento de Bolsonaro, el vice Hamilton Mourao y el régimen corrupto y antiobrero. Una tendencia, sin embargo, desarticulada en diversos referentes y organizaciones.
La otra –constituida por las burocracias sindicales y los partidos patronales- considera que hay que “ejercer presión” sobre la mayoría parlamentaria de la derecha, para que inicie el juicio político a Bolsonaro. Y en caso de que no avance, estas marchas irán ayudando a desgastar al gobierno con vistas a “echarlo” con los votos en las elecciones de octubre del 2022. Esta otra tendencia brega abiertamente por la formación de un “Frente Amplio” sin margen a la derecha para incorporar nuevos partidos burgueses con vistas a un frente electoral para el 2022.
La “estrategia” de presionar y hacer frente con la derecha por el impeachment ha recibido, dos días antes de la jornada nacional del 24/7, una sentencia en contra por parte del Tribunal Superior de Brasil (STF), negando que se habilite esa perspectiva. Y el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, también anunció el bloqueo de esa posibilidad por “falta de pruebas” (hay constituida una Comisión Investigadora Parlamentaria, CPI, que tendría que estudiar expedientes por casi 2.000 denuncias. Terminaría después de las elecciones del 2022).
Corrupción y ataque contra las masas
Bolsonaro y los militares que lo apoyan (hay 6.000 de ellos en diversos puestos dentro de la administración; un número mayor, incluso, que en la época de la dictadura) se han sostenido en el gobierno porque este recibe el apoyo político de la mayoría del parlamento, nucleada en torno al “Centrao”, un frente de diputados provenientes de distintos partidos que se reclaman de “centro” pero que “negocian” y avalan la política entreguista y antiobrera. Gracias a esta alianza entre Bolsonaro, los militares y el Centrao es que fueron aprobadas todas las leyes de privatización de empresas estatales y ataque a los trabajadores (reforma laboral y previsional antiobreras, etc.). Sectores de la burguesía lo apoyan mientras Bolsonaro pueda seguir con su programa de “reformas estructurales” contra el pueblo.
Frente a las denuncias de corrupción contra ministros y funcionarios militares que salpican directamente al propio Bolsonaro, el régimen se vio obligado a hacer renunciar de la cartera de Salud al general Eduardo Pazuello, acusado con pruebas abundantes, de negociar fabulosas coimas con los proveedores de vacunas contra el Covid. Y, para fortalecer su relación con el Centrao, ha desplazado al general Luiz Eduardo Ramos, encargado de la coordinación entre el Poder Ejecutivo y el parlamento, que operaba desde la llamada Casa Civil del gobierno. Fue reemplazado en ese puesto por el diputado Ciro Nogueira, principal referente del Centrao. La relación del gobierno con el Congreso va a estar “coordinada” con el Centrao, colocando para ello a uno de los principales dirigentes de dicho espacio político.
En la Jornada Nacional de Lucha, junto a carteles con el Fora Bolsonaro se levantaron la denuncia del régimen sanitario genocida que llevó a una cifra superior al medio millón de víctimas por el Covid; el rechazo a las privatizaciones (Correos, Electrobras, sectores de Petrobras, etc.); y, entre otras muchas, la devolución del subsidio que Bolsonaro derogó a fines del año pasado de 600 reales a los millones que no tienen ingresos. La crisis sanitaria y social es impresionante. Y Bolsonaro amenaza con profundizarla. Ahora quiere poner en marcha la enmienda constitucional (PEC 32/20) que le quita la estabilidad laboral a los trabajadores estatales. No solo para “abaratar costos al Estado”, sino fundamentalmente para incentivar las privatizaciones de empresas estatales, disminuyendo los costos de despidos masivos.
La CUT, Lula y el PT han dejado pasar todos estos ataques a las masas trabajadoras con “protestas” con sordina, sin una movilización real de los trabajadores y explotados nucleados en sus centrales, sindicatos y organizaciones de masas. El principio elemental del sindicalismo de clase es la defensa de los derechos del trabajador. Para ello apela a la organización y la lucha: al paro, a la huelga general cuando tiene que enfrentar al Estado que se constituye en el eje de la ofensiva capitalista contra las masas. Pero Lula ni siquiera participó en la jornada del sábado 24, como tampoco lo hizo en las otras tres que le precedieron. El periodista de Página 12 en Brasilia (25/7) caracterizó correctamente estas ausencias de Lula: no son “por motivos de seguridad, sino por motivos políticos. Prefiere adoptar un perfil bajo, por lo pronto”. Quiere dar señales claras a los militares y al gran capital de que él viene a contener, no a incentivar las movilizaciones de masas.
Hacer realidad el Fora Bolsonaro
Para hacer realidad el Fora Bolsonaro es necesario poner en pie de lucha a la clase obrera y los explotados. En primer lugar, encarando la defensa de sus conquistas y condiciones de vida contra la ofensiva de los capitalistas y el régimen de Bolsonaro. Para ello hace falta que las centrales obreras, los sindicatos y organizaciones de masas (estudiantes, etc.) rompan con su subordinación a los políticos burgueses pseudo opositores y recuperen sus organizaciones para la lucha independiente de los trabajadores. Es necesario reclamar que se convoquen a congresos, plenarios y asambleas para cambiar su orientación, votar un pliego de reclamos y un plan de lucha nacional consecuente y continuado hasta la huelga general.
Los partidos de izquierda y los sectores activistas combativos tendrán que unir fuerzas, quizás organizando un plenario nacional, para constituir un polo clasista detrás de este objetivo.
Rafael Santos
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