El campo cinematográfico en argentina está virtualmente paralizado porque la dependencia de la (pseudo)industria de cine nacional respecto de los subsidios del Incaa es casi total, y el instituto hace meses que no libera cuotas pendientes ni aprueba nuevas películas. Uno de los objetivos que el gobierno no pudo lograr con la Ley Ómnibus –el vaciamiento del Incaa- lo está llevando adelante al no ejecutar su presupuesto.
Esto, que ya se venía implementando con la vacancia de la presidencia del Incaa, ahora se profundiza con la reciente designación de Carlos Pirovano. Su primera medida fue anunciar 170 despidos de trabajadorxs contratados de diversos sectores clave del organismo, la mayoría de ellxs hace muchos años (y gobiernos) que trabajan con esta modalidad precaria. Entre lxs despedidxs están todxs los miembros de comités de selección de proyectos.
“Se tendrán que acostumbrar a que no saldrá plata por lo menos por un par de años”, se le escuchó decir por los pasillos a este especialista en finanzas socio de Sturzenegger y amigo de Ralph Haiek. Estos expertos en negocios “con la nuestra” seguramente ya saben dónde colocar ese dinero -que sigue ingresando día a día al Incaa- para que les rinda jugosos dividendos.
Luego en reuniones con trabajadorxs y otros sectores anunció nuevos despidos, retiros, jubilaciones, la venta del Gaumont, el desfinanciamiento de festivales, entre otros puntos. Seguramente pretenderá continuar vaciando la escuela de cine y sus sedes regionales.
Es una estrategia deliberada para liberar el camino a que las majors norteamericanas (Fox, Disney) y las plataformas OTTs acaparen la producción audiovisual nacional, y pasen de controlar el 80% del mercado de la exhibición a prácticamente su totalidad.
No es lo mismo subsidio que fomento
Ante el discurso con que el gobierno justifica estos ataques, es importante hacer una distinción. Una cosa es fomentar la cultura y otra muy distinta que el Estado garantice que los capitalistas de la industria cultural hagan negocios con el entretenimiento -y adoctrinen a las masas- con subsidios, exenciones, “facilidades” (o con políticas agresivas de Estado en otros países, como hace el gobierno norteamericano para imponer su industria audiovisual en todo el planeta).
A los gobiernos capitalistas no les interesa fomentar la producción artística sino subsidiar a las industrias culturales. Por ejemplo, el gobierno de Alberto Fernández había anunciado exenciones impositivas y facilidades a las OTTs y subsidios para productoras y multimedios por fuera del Incaa.
El fomento, en cambio, debería ser una política desinteresada económicamente para desarrollar las capacidades creativas y de expresión de la cultura nacional. En el Incaa este fomento se llevaba la menor parte (y sólo porque hubo grandes luchas para conseguirlo), mientras la mayoría de su presupuesto se destinaba al subsidio de grandes producciones de la industria cultural.
El Incaa pre Milei no era ninguna panacea, y por lo tanto la pelea no debería ser para volver a su status quo anterior. Hay que retomar la pelea por la elección directa de su presidente por la comunidad audiovisual, la democratización del fomento, exigir que se cumpla la ley de proyectar cortos antes de las películas en lugar de publicidades, desbaratar el monopolio de la distribución y exhibición en manos de las majors norteamericanas, que las OTTs aporten un impuesto especial de sus exorbitantes ganancias para triplicar el presupuesto del Incaa y demás institutos culturales.
Tomemos la iniciativa
Los ataques del gobierno se tienen que responder con una lucha del conjunto de la comunidad cinematográfica (directores, productores, realizadores integrales, técnicos, actores, estudiantes y docentes). Los trabajadores del Incaa y Unidxs por la Cultura pueden tomar la iniciativa de convocar un acto o asamblea unitaria en la calle Lima, que instale mediáticamente el tema y lance campañas de organización y de lucha nacionales e internacionales para derrotar este plan Milei en el terreno de la cultura. Los sindicatos del sector (ATE, Sica, AAA) deben poner sus recursos y organización al servicio de esta lucha y movilizar convocando inmediatamente asambleas extraordinarias.
Hernán Vasco
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