viernes, marzo 29, 2024

“Nos vemos en Agosto”: García Márquez por la liberación de las mujeres


“En un acto de traición, decidimos anteponer el placer” 
 La novela póstuma de García Márquez 

“Antes de arreglarse se quitó el anillo de casada y el reloj de hombre que usaba en el brazo derecho…”. Así inicia el tercer párrafo de la obra póstuma del escritor y periodista colombiano Gabriel García Márquez, expresando un nuevo grito por el empoderamiento y la igualdad de la mujer. 
 Coincidiendo con el 97º aniversario de su nacimiento, el miércoles 6 de marzo, salió a la venta la nueva novela corta donde narra la vida de Ana Magdalena, que visita, como de costumbre, siempre el mismo día del año, la tumba donde descansan los restos de su madre, en un cementerio ubicado en una isla caribeña.
 “Había repetido aquel viaje cada 16 de agosto, a la misma hora, con el mismo taxi y la misma florista, bajo el sol de fuego del mismo cementerio indigente, para poner un ramo de gladiolos frescos en la tumba de su madre. A partir de ese momento no tenía nada que hacer hasta las nueve de la mañana del día siguiente, cuando salía el transbordador de regreso”. De este modo nos presenta a la protagonista, Ana Magdalena Bach, una mujer casada, que abandonó sus estudios, su vida particular, luego de casarse. La excelente (y simple) prosa de García Márquez abre la oportunidad de reflexionar. Si el cementerio es el único lugar que ella visita, como acto obligado, como parte de una vida marcada por la cotidianeidad, ausente de deseos propios, la aparición de un nuevo hombre, una relación furtiva, provocará, en cambio, una revolución. 
 Sin dar nombres de ciudades (ni reales ni ficticias) y solo informando que se encuentra en una isla del Caribe, como el 100% de sus obras literarias, presenta a la localidad mediante una breve denuncia, que puede ser aplicable a la gran mayoría de los pueblos latinoamericanos. “La deprimió [a Ana] la miseria de la aldea, donde tuvieron que dormir a la intemperie a hamacas colgadas entre dos cocoteros”.
 El nombre de la figura principal es un homenaje a Anna Magdalena o Anna Magdalena Wicje (1701-1760), soprano y segunda esposa del compositor barroco, Johann Sebastian Bach. Las mujeres en la bibliografía del autor siempre han ocupado un lugar de importancia, que acompañaron, y en algunos casos definieron el devenir de personajes, como José Arcado Buendía (“Cien años de soledad”, 1967), Santiago Nasar (“Crónica de una muerte anunciada”, 1981) y Florentino Ariza (“El amor en los tiempos del cólera”, 1985). Entre amores y adiós.
 Pero lo novedoso es que, en esta ocasión, el sexo femenino no ocupa un papel secundario, sino protagónico principal. “En esta novela de setenta páginas García Márquez supo ver el rumbo que tomaban las mujeres en su camino a la libertad, hacia sí mismas. Da vida a una mujer culta y felizmente casada, hace 27 años, hasta que descubre el deseo y la necesidad de sentirse deseada” (W Magazín, 9/3). 
 El cambio de una mujer, encerrada en su casa, asustada de las salidas nocturnas de su hija Micaela, y su regreso embarazada. “Así estaban las cosas en una noche en que Ana Magdalena soltó en la cena el temor que la hija regresara encinta de sus fines de semana, y Micaela quiso tranquilizarla con la buena noticia de que un médico amigo le había implantado desde los quince años un dispositivo infranqueable. La madre, que nunca se había atrevido a superar la audacia de los preservativos ilustrados, le gritó fuera de sí, y directo al corazón: ¡Puta!”. La isla y sus regresos la transforman, la cambian, al mejor estilo “Dr Jekyll y Mr Hyde” (Robert Louis Stevenson), conociendo y desarrollando amoríos ocasionales (de solo una noche) con hombres desconocidos. 
La  Ana Magdalena de Gabo también es una mujer que lucha, a su modo, contra el patriarcado, buscando su lugar en el mundo, como persona. “Es una historia tan feminista que nos parecía que hacía muy buen trío con sus últimas novelas cortas: ‘Del Amor y Otros Demonios’ (1994) y ‘Memoria de Mis Putas Tristes’ (2004)”, señaló el hijo del autor.
 García Márquez (1927-2014) fue uno de los escritores colombianos más aclamados a nivel continental (y por qué no, mundial). Junto a Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, forma parte del “boom Latinoamericano”. 
 Durante todo el relato corto, el autor hace referencia, de forma constante, en boca de la protagonista, a importantes obras de la literatura universal. Utilizándolo como homenaje, antes que el maldito Alzheimer avanzara y debilitara su memoria.
 Algunos ejemplos: “(…) El libro era ‘Drácula’, de Bram Stoker. Había leído la mitad en el transbordador con el fervor de una obra maestra”; “Siguió varios años con novelas cortas de cualquier género, del orden de ‘El Lazarillo de Tormes’, ‘El Viejo y el Mar’, ‘El Extranjero’. Detestaba los libros de moda y sabía que el tiempo no le alcanzaba para ponerse al día”; “Tardó varios meses sin avanzar en la ‘Antología de la Literatura Fantástica’ de Borges, Bioy Casares y Ocampo”; “Decidió llegar al cuarto para leer ‘El Día de los Trífidos’ de John Wyndham, que tenía en turno desde hacía más de tres meses”; “Ella buscó un remanso en el comedor desierto a las once de la mañana para concentrarse en la lectura de ‘Crónicas Marcianas’ de Ray Bradbury; “Ella acabó de leer ‘El Misterio del Miedo’, que había empezado en la isla; apagó la luz de su lado y se volvió contra la pared sin despedirse (de su marido)”; “Colgó la ropa y puso el libro en la mesa. Era ‘El Diario del Año de la Peste’ de Daniel Defoe (…) Todo parecía arreglado a propósito para no ser feliz”. 
 Frente a los discursos reaccionarios de sectores políticos y del clero, la novela póstuma de García Márquez es un empujón a favor de las mujeres y la lucha por sus derechos. 

 Maxi Robes

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