domingo, marzo 24, 2024

La clase obrera argentina enfrentó a la dictadura genocida


Luchas en tiempos de terrorismo de Estado. 

 Quienes dicen que los trabajadores argentinos no lucharon contra la dictadura genocida de Videla sino que la recibieron con beneplácito ocultan que las luchas y las huelgas comenzaron ni bien se produjo el golpe: 200 fábricas fueron al paro para rechazarlo. Desde Prensa Obrera hemos publicado numerosos artículos al respecto. A continuación reproduciremos extractos de algunas de esas elaboraciones con el objetivo de hacer un aporte al debate político, en la antesala de lo que será un nuevo 24 de marzo de lucha. 
 La dictadura capitalista de Videla, reivindicada por el presidente Javier Milei y por la vice Victoria Villarruel, tuvo como objetivo estratégico liquidar y derrotar a la vanguardia de la clase obrera que había protagonizado grandes gestas como el Cordobazo o las huelgas del 75’. El terrorismo de Estado comenzó bajo el peronismo, que desplegó bandas paraestatales de contenido fascista (Triple A) que perseguían activistas y militantes. Esos trabajadores, luchadores aguerridos, opusieron una resistencia a la dictadura que se mantendrá en el tiempo, con sus claroscuros, con sus avances y retrocesos, con la complejidad que le impone a la actividad militante un régimen de terror y de asesinatos permanentes.
 “Pese al terror estatal que se desató los trabajadores realizaron numerosas huelgas y sabotajes contra la dictadura y, en los dos primeros años, los de mayor ferocidad represiva, desarrollaron una lucha subterránea con métodos novedosos o rescatados de la ‘resistencia peronista’. Las huelgas clásicas, como las automotrices de mediados del 76, fueron brutalmente reprimidas con desapariciones, detenciones, asesinatos y ocupaciones de fábricas por parte del ejército. Lo mismo ocurrió con los conflictos metalúrgicos (marzo 1976), la huelga portuaria (noviembre 1976) y las huelgas y movilizaciones de los trabajadores de Luz y Fuerza (noviembre 1976 a marzo 1977)”, dice un artículo de Prensa Obrera. 
 Y agrega que “aunque la mayoría de los conflictos no trascendían a la prensa un estudio de la revista Mercado contabilizó 1.300 medidas de fuerza durante el segundo semestre de 1978. En enero de 1979 se produjo la toma de Aceros Ohler, la primera desde fines de 1976. Durante los primeros diez meses de 1979 los cálculos basados en medidas de fuerza reportadas en la prensa (necesariamente muy por debajo de la realidad) arrojaban más de 500 mil horas/hombre perdidas”. 
 La burocracia sindical peronista, entretanto, se dedicó a ser un engranaje de la dictadura videliana. “En Somisa, Acindar y Ford General Pacheco existieron campos de concentración dentro de las fábricas, las comisiones internas de Mercedes Benz, Lozadur, De Carlo, Astilleros Mestrina y Río Santiago, Chrysler, Fiat Concord, Swift, entre muchas otras, fueron secuestradas y desaparecidas prácticamente en su totalidad. La clase obrera significó el 67% de los desaparecidos que eran activistas, delegados y dirigentes obreros intermedios; o sea la viga maestra del poder de la clase obrera. José Rodríguez, Secretario General del Smata, fue expulsado de su cargo en la Federación Mundial de trabajadores mecánicos, por su responsabilidad en las desapariciones de la mayoría de la interna de VW”, señala otra nota. 
 Por otro lado, “la burocracia sindical constituyó comisiones asesoras de los interventores militares en los sindicatos, y actuó directamente codo a codo con los genocidas. Sostuvo, además, la imagen dictatorial en el exterior, como lo demostró la constitución de la comisión tripartita de milicos, patrones y sindicalistas, en el mismo ‘76, para la reunión anual de la organización Internacional del Trabajo (OIT), clave para transmitir un mensaje de normalidad institucional para el golpe genocida, lo que se repitió en 1978 y 1979. La delegación sindical argentina no habló en la Conferencia, no remitió información alguna al Comité de Libertad Sindical ni realizó comunicaciones específicas sobre las desapariciones, torturas y asesinatos que dominaban la escena política del país“. En los 80’ continúa la lucha de los trabajadores, con la toma de fábricas (Deutz, La Cantábrica, Sevel, Merex). “Surgieron coordinadoras gremiales clandestinas (subterráneos, marítimos), legales (gremios del estado, transportes). A partir de mediados de 1981 las protestas sindicales se fueron sucediendo de manera más frecuente y fueron adquiriendo un carácter cada vez más masivo. Se realizó una segunda huelga general, con muy alto acatamiento, el 22 de julio y el 7 de noviembre la marcha por ‘Paz, Pan y Trabajo’ a San Cayetano, que convocó a más de 10 mil personas”.
 Más tarde, el 30 de marzo de 1982, una huelga con movilización a Plaza de Mayo anunciaría el colapso de una dictadura agotada también por sus contradicciones internas y por la bancarrota económica. Los genocidas ocupan las Malvinas para tratar de rescatar un régimen en decadencia. 
 Te invitamos a profundizar la lectura ingresando a los links y te compartimos el especial sobre la dictadura que se lanzó en la revista teórica del Partido Obrero, En Defensa del Marxismo. 

 Prensa Obrera

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