sábado, marzo 09, 2024

La implosión financiera y las perspectivas políticas


El 12 de diciembre pasado, el dúo Milei-Caputo devaluó el peso un 50% frente al dólar y, recíprocamente aumentó en un 110% la cotización del dólar frente al peso. Tres meses más tarde, la perinola da una vuelta de 360°. Con el dólar oficial fijo y el paralelo en retroceso, la divisa norteamericana, frente a una inflación trimestral interna del 72,84%, se devalúa en un porcentaje similar, mientras el peso sufre una fuerte revalorización. Lo que se devaluó se revalúa y lo que se revaluó, se devalúa. Este movimiento contradictorio y en apariencia sin sentido, ha dado como resultado una economía alineada, en términos generales, con los precios internacionales, o sea dolarizada. La consecuencia ha sido una redistribución negativa del ingreso en tiempo récord, debido a la licuación o desvalorización de la fuerza de trabajo. Parafraseando a Carlos Marx, el gobierno en funciones no es más que una mesa de dinero de la burguesía nacional e internacional. 
 La dolarización del nivel general de precios (sin el precio de la fuerza de trabajo) es sólo un aspecto del mesadinerismo oficial. Luego de haber desatado una inflación feroz mediante la megadevaluación de diciembre, la mesa de dinero oficial comenzó a retirar circulante del mercado, con el objetivo aparente de contener esa misma inflación. El método de esta absorción de moneda ha sido emitir una deuda gigantesca, que los capitalistas adquirieron ante el obstáculo que representa el ‘cepo’, para trasladar beneficios y capitales al exterior. El vencimiento de algunos bonos del Tesoro fue pagado con una emisión de nueva deuda por diez veces. De otro lado, con el pretexto de la falta de dólares con destino a la importación, el Banco Central ha emitido un nuevo bono, llamado Bopreal, que se suscribe en pesos y se cobra en dólares, por cerca de 10 mil millones de dólares. Ese título, al igual que muchos otros del Tesoro nacional, gozan de una garantía conocida como ‘put’, que permite a los tenedores venderlo al instante al Banco Central, o sea que es una cuasimoneda o un depósito corriente o en caja de ahorro. El stock de este grupo de bonos es equivalente a 18.900 millones de dólares, o sea casi 20 billones de pesos. El pasivo del Banco Central es mayor, en la actualidad, al dejado por los Fernández y Massa. Luego de anunciar el propósito de “sanear” el Banco Central, o sea disminuir su pasivo, lo ha incrementado en un tercio con relación al ‘muerto’ heredado. Si los bancos ejercieran ese ‘put’, el Central se vería obligado a emitir una masa de moneda superior a la actual base monetaria. En los hechos, los mesadineristas en cuestión defaultearían esos bonos, y serían desalojados de la mesa de dinero. El default arrastraría al conjunto de la deuda pública de Argentina, que supera holgadamente los 600 mil millones de dólares.
 Este escenario compromete a una de las principales cartas esgrimidas por los mesadineristas, que es el aumento de las exportaciones y la obtención de un nutrido saldo comercial. Por un lado, porque los precios de exportación han retrocedido, pero por sobre todo porque habría desaparecido la ventaja de producir en pesos baratos y exportar a dólares caros. 
La dolarización del nivel de precios socava la competitividad de la exportación. Para sortear el problema, el tándem Milei-Caputo debería volver a devaluar, o sea dar otra vuelta a la noria con el tipo de cambio. El nuevo estallido inflacionario que surgiría de esta operación sería suficiente, al menos para numerosos comentaristas, para eyectar al espacio a los mesadineristas. Este panorama se despliega cuando aún no se producido el tarifazo de luz, gas y transporte, y cuando la cancha libre otorgada a las prepagas implica la indexación mensual de los aranceles. Para un columnista de La Nación, “la normalización (?) económica se acerca a la zona más riesgosa (…) La prueba de fuego del ajuste aún está por llegar. El tarifazo en ciernes puede encontrarse con el límite de la insatisfacción social”. Quien admite esto no hace más que recoger el cabildeo en los círculos más poderosos de la burguesía. El nuevo estallido inflacionario ocurre cuando la secretaría de Trabajo no homologa, por orden de Caputo, los convenios salariales que ajustan por encima del ¡16 por ciento! 
 El torniquete trimestral aplicado por Milei-Caputo (diciembre-febrero) ha fracasado. La reducción del déficit fiscal es simplemente una ‘fake news’ escandalosa, que consiste en no contabilizar los gastos devengados; “el incumplimiento de infinidad (!) de compromisos del Tesoro, entre los que se destacan los giros de Cammesa para solventar los subsidios a la generación de energía”. Para quien señala esto, “(Ante) La perspectiva de descontento, el jefe de Gabinete Posse resolvió unificar las competencias de Inteligencia de las fuerzas de seguridad en la sede central de la AFI”. O sea que el gobierno mesadinerista ha dispuesto infiltrar, espiar y provocar a las organizaciones y luchadores como parte de un dispositivo de represión de mucho mayor alcance. “Es obvio, dice La Nación, Posse y Sivorí (el jefe de la AFI) están buscando indicadores de tensión (?) social”. Es más que una “tensión”; la presión del derrumbe financiero es enorme y la bronca de los trabajadores se acumula en espiral. 
 En vísperas del 24 de Marzo, el impasse del gobierno de turno se acerca a un punto de implosión. Es cuando los aparatos sindicales y el peronismo se repliegan detrás de esquemas discursivos, porque temen, aún más que el propio gobierno, una irrupción de masas. Es cuando el ajuste de cuentas con la ‘casta’ sería realmente definitivo. El conjunto del sistema político sigue apostando al resguardo de Milei y compañía, para que no se rompa el dique de la gobernabilidad. Esto explica las negociaciones en curso para dar vía parlamentaria a lo fundamental de la ley ómnibus y del DNU. Pero Milei ha puesto una condición inquebrantable: la delegación de poderes en todos los rubros estratégicos. 
 La marcha del 24 de Marzo debe ser la ocasión para desplegar la tendencia de las masas a desembarazarse del gobierno ultraderechista. La cuestión del poder requiere una preparación sistemática. 

 Jorge Altamira 
 07/03/2024

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