Doctor LUIS M. GARCÍA CUÑARRO
El 16 de julio de 1945, un día antes de que los países vencedores en la ll Guerra Mundial se reunieran en la conferencia de Postdam para tratar de delinear el mundo de posguerra, los Estados Unidos hicieron detonar la primera bomba atómica en el polígono de Alamogordo, estado de Nuevo México. Era entonces un claro aviso de los términos en que se plantearía el nuevo orden mundial y a la vez un anuncio del instrumento que serviría para esos fines: el arma nuclear.
Solamente unas semanas después, el presidente norteamericano Harry Truman dio el siguiente paso con los bombardeos atómicos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Quedaría claro con ello que Estados Unidos tenía la voluntad política de emerger como potencia hegemónica, poseía el monopolio sobre los nuevos medios para llevarlo a cabo y había elegido el momento justo para comenzar a realizar sus propósitos.
El monopolio del arma nuclear, que cambiaba de hecho el sentido y la configuración del tipo de guerra que había conocido el planeta, fue desde entonces utilizado por las administraciones norteamericanas como instrumento de chantaje.
En agosto de 1949, la Unión Soviética alcanzó éxitos definitorios en su programa nuclear que se expresaron en la detonación de la primera bomba atómica. Ese fue un momento de giro en las relaciones Este - Oeste, pues Estados Unidos había perdido la exclusividad en la posibilidad del uso del arma más destructiva que ha conocido la Humanidad. En consecuencia, la estrategia norteamericana varió y se pasó a evaluar alternativas como la "disuasión mínima", que significaba, en términos prácticos, disponer solamente de los medios necesarios para disuadir a la Unión Soviética de un ataque contra el territorio norteamericano o contra sus aliados.
Esa nueva situación condujo a un endeble pero esperanzador equilibrio en materia de la destrucción nuclear. Sin embargo, la administración Truman, enfrascada en su estrategia mundial de Contención del Comunismo, había asimilado la obtención del arma nuclear por la Unión Soviética como un fracaso norteamericano y emprendió un grupo importante de medidas para fortalecer el coeficiente estratégico de poder de Estados Unidos. En ese sentido aceleró y construyó la bomba de hidrógeno, aparejado a la formación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la creación de Alemania Occidental y la continuidad de su presencia militar en Japón. El escenario creado nuevamente desniveló, a favor de Estados Unidos, el balance estratégico alcanzado.
En ese contexto el mundo arriba al año 1962, que está especialmente recordado en la historia humana por la denominada "Crisis de Octubre", que sacudió al planeta en su conjunto ante la amenaza, por vez primera, de una guerra nuclear.
En el año de la Crisis de Octubre no era posible imaginar la "paridad nuclear". Según datos estadísticos proporcionados por el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales de Estados Unidos1 la ventaja estratégica de Norteamérica era evidente: 203 cohetes balísticos intercontinentales (con base en tierra) por 36 que poseían los soviéticos; 144 cohetes balísticos con plataformas en submarinos contra 72 de la Unión Soviética;1 306 aviones bombarderos con capacidades de emplear armas nucleares con relación a 138 en el inventario soviético. En total, Estados Unidos disponía de 3 451 cabezas nucleares contra 497 que poseía la URSS.
En términos cuantitativos la ventaja era clara. Pero también es necesario considerar que a inicios de los años sesenta Estados Unidos había logrado "avanzar" sus posiciones de lanzamiento nucleares con relación a los principales blancos en el territorio de la URSS. Habían sido desplegados cohetes estratégicos nucleares en Italia y en Turquía, lo cual se convirtió en un factor adicional de ventaja, pues los plazos necesarios para poder impactar contra los blancos seleccionados se reducían.
Este desbalance estratégico ponía también en crisis la estrategia nuclear soviética, porque en el caso de que Estados Unidos consiguiese asestar un primer golpe nuclear contra la URSS, las fuerzas que esta podía disponer para un "golpe de respuesta" no le darían la victoria, ya que los norteamericanos poseían el suficiente arsenal nuclear para realizar un "golpe de contrarrespuesta".
En consecuencia, a principios de los años sesenta la URSS basó su estrategia nuclear en el asestamiento de un "golpe de represalia ilimitado", pero que requería el desarrollo acelerado del arsenal nuclear soviético, pues los riesgos de destrucción del primer y segundo golpes nucleares norteamericanos, basados en el potencial nuclear real que ya poseían, eran demasiado elevados.
La instalación de los cohetes estratégicos en Cuba, cuyas peculiaridades, errores y desenlace no pretende abordar este trabajo, no deja lugar a duda que podían haber cambiado la balanza estratégica del poderío nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética y de hecho ello ocurrió, al menos mientras duró su presencia en Cuba.
El acercamiento significativo de los cohetes soviéticos a los eventuales blancos de impacto en el territorio de Estados Unidos elevaba la exactitud de los golpes nucleares y disminuía el tiempo necesario para una respuesta. Esa era una reducción tangible de la ventaja estratégica, pues con menos medios nucleares la amenaza real crecía. Esta estrategia fue considerada por la dirigencia soviética de la época, particularmente por Nikita Jruschov, y debe haber influido de manera importante en las propuestas realizadas a Cuba.
No había, sin embargo, "paridad nuclear" en términos concretos del concepto, pero sí se aproximaba al equilibrio de poder, basado en la nueva amenaza surgida para Estados Unidos.
Para la administración Kennedy el asunto se presentaba inadmisible. No se podía pensar que de "golpe y porrazo" la seguridad nacional norteamericana se viese afectada, de manera objetiva y concreta desde su traspatio tradicional. Era imposible asumir una decepción como la que protagonizó Truman en su momento. Ese fue el basamento ideológico que sustentó a las medidas políticas y militares adoptadas por Estados Unidos y que matizaron la Crisis de Octubre.
Los cohetes estratégicos, tras una decisión unilateral de la dirección soviética y en medio de presiones y ofertas engañosas de Estados Unidos, fueron retirados de Cuba. En resumidas cuentas, la renuncia de Estados Unidos a los cohetes instalados en Turquía, "gesto" que se brindó a la URSS, estuvo avalada por la obsolescencia tecnológica de aquellos y su retirada ya había sido evaluada antes de la Crisis.
Concluida la Crisis de Octubre, la "paridad nuclear" para la URSS solamente se lograría una década después, a partir del desarrollo creciente del armamento nuclear gestado a costa de un colosal esfuerzo del pueblo y la sociedad soviética en general. Ello contribuyó, en cierta medida, a mantener la paz mundial, aun cuando pudiera convertirse, en plazos muy breves, en la "paz de los sepulcros"
Sin embargo, la "paridad nuclear" o el "equilibrio nuclear" ni en 1962 ni siquiera 40 años después, es una solución real y definitiva al peligro que confronta la humanidad, que dimana, esencialmente, de la posesión de las armas nucleares y de la posibilidad real de que sean utilizadas.
Todo armamento, por muy letal que sea, solamente exige una condición para su empleo: que exista.
1 Tomado de Internet
2 Citado y comentado por Tomás Diez Acosta en Octubre de 1962: a un paso del holocausto, Editora Política, 2002, páginas 86-90
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