martes, septiembre 09, 2008

Cuba: la realidad no contada.


El nacimiento de la “Republica de Cuba”: un relato

El general Wood, gobernador militar norteamericano del archipiélago cubano, después de un viaje a Washington en el verano de 1900, recorrió la isla, pulsó la opinión, celebró entrevistas y procuró atraerse a las personas de mayor arraigo político y social en los pueblos y ciudades de las seis provincias. Poco después de su regreso a La Habana, una orden militar convocaba a una Asamblea constituyente cubana. El deber de ésta sería redactar una constitución para la futura República de Cuba, aprobar una ley electoral y “determinar las relaciones que deben existir entre el Gobierno de Cuba y el de los Estados Unidos”.
Una vez terminada la redacción de la ley fundamental cubana, los asambleístas designaron una comisión encargada de “de formular cuáles serían en el porvenir las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos”, y de buenas a primeras todos los miembros de esa comisión y el presidente de la Asamblea, don Domingo Méndez Capote, recibieron una invitación del general Wood para una cacería que tendría lugar en la Ciénaga de Zapata. Para ir a la Ciénaga había que embarcar en Batabanó y allí, en Batabanó, el gobernador norteamericano de la isla les dio a los comisionados un banquete opíparo. Al final del banquete el general Wood leyó una carta del secretario de Guerra de los Estados Unidos, Elihu Root. En esa carta, el secretario Root establecía los puntos en que debía descansar las relaciones de su país con Cuba o viceversa. Eran, en suma, éstos: Cuba no podría consumar pactos internacionales ni contraer deudas con otros países sin el consentimiento de los Estados Unidos, los Estados Unidos tendrían el derecho de intervenir en Cuba en determinadas circunstancias, que eran varias, y aparecían enumeradas en la carta, los Estados Unidos quedaban autorizados a establecer bases navales en territorio cubano.
Los miembros de la Comisión cubana se quedaron asombrados, pues todo lo que decía la carta del señor Root invalidaba la constitución que acababa de ser redactada, después, pensándolo mejor, decidieron trabajar siguiendo su propio criterio, aunque éste debía tomar más o menos en cuenta lo que había dicho Root. Pero estaban equivocados. Ya lo había dicho el general Wood: los Estados Unidos serían los que adoptarían “sin duda alguna” las medidas llamadas a regular “el acuerdo final y autorizado entre los pueblos de ambos países”. Las bases elaboradas por la comisión cubana no tendrían validez alguna.
He aquí la manera en que se valió el Gobierno norteamericano para imponer su voluntad a Cuba.
En el Senado de los Estados Unidos estaba en discusión la ley de gastos del ejército, e inesperadamente el senador Oliver Platt introdujo en el proyecto de ley una enmienda que fue aprobada, junto con la ley, por el Senado, por la Cámara de Representantes y por el Presidente de la república. Esa enmienda iba a ser conocida en todas las Américas con el nombre de su autor, pero fuera de Cuba poca gente sabe que la célebre Enmienda Platt fue parte de la ley de gastos del ejército norteamericano. Las sibilinas palabras del general Wood habían cobrado significación, pues fue la Enmienda Platt, y no lo que acordaron los miembros de la comisión cubana lo que pasó a regir las relaciones de Cuba con los Estados Unidos, y esa enmienda era exactamente lo mismo que había dicho en su carta el secretario Root, sólo que expuesto en forma más detallada. Agregada a la Constitución cubana como apéndice, la Enmienda Platt iba a estar en vigor treinta y tres años.

Osvaldo Piñero (especial para ARGENPRESS.info)

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