Las tormentas y los huracanes son fenómenos naturales frecuentes en esta zona caribeña y oras regiones del mundo desde hace siglos. Ahora más frecuentes, más extraños y más potentes que nunca.
Este es una de las venganzas de una corteza terrestre y una atmósfera agredida, depredada, saqueada, calentada, contaminada…por los seres humanos y las modos de producción y distribución existentes a lo largo de la historia de nuestro planeta.
El industrialismo en general, el capitalismo y el imperialismo en particular, tienen los mejores y más extravagantes record en esa persistente agresión. Han desatado todos los diablos y potenciado las reacciones destructivas del ambiente depredado y envenenado.
Pero eso no es lo peor, sino el empobrecimiento atroz y simultáneo de los seres humanos y del entorno donde habitan.
En ese plano, el neoliberalismo, la globalización neoliberal, ha venido a acelerar, profundizar y extender estos dramáticos empobrecimientos; potenciando a la vez la vulnerabilidad de las sociedades y, sobretodo, de sus enormes contingentes humanos empujados a la más extrema precariedad de vida y a las áreas más esquilmadas y hostiles.
Poblaciones miserables y territorios de altos riesgos forman un dúo inseparable.
Los seres humanos empobrecidos son empujados a las áreas territoriales más inseguras: a los cauces secos, las orillas de los ríos y mares, a la falda de los volcanes, a las montañas deforestadas, a los derrocaderos, a las zonas inundables, al pie de las lomas y colinas erosionadas, a las tierras fangosas y/o desérticas…
Allí sobreviven en casuchas y ranchos de tablas viejas, zinc, hojalata, cartón, yaguas, plásticos, bloques y ladrillos de mala calidad; sin bases estables, con techos y paredes frágiles.
Allí persisten a la espera del día o de la noche trágica, ya no solo por los efectos de fenómenos naturales altamente destructivos, sino incluso de aguaceros, temblores, oleajes, tormentas y crecidas menores.
A mayor empobrecimiento, a mayor desertificación, a mayor depredación y saqueo….mayor vulnerabilidad y mayores riesgos.
Sin Estados que la protejan, con gobiernos insolidarios, elites egoístas y explotadoras, economías privatizadas y deshumanizadas.
Tormentas no clasistas sobre sociedades clasistas, con territorios saqueados y poblaciones carentes de lo mínimo e imprescindible.
Huracanes y terremotos no clasitas sobre sociedades clasistas, repletas de desigualdades e injusticias.
La minoría capitalista, las oligarquías capitalista, los sectores ricos o de altos ingresos ubicados en áreas seguras, en residencias seguras, en zonas con drenajes, frente a calles asfaltadas, protegidos de paredes y muros fuertes, con reservas de agua, con buenas excretas, con tendidos eléctricos seguros, con cisternas bien construidas, sobre tierra firme, con potentes vehículos, con buenos colegios y buenas clínicas, con reservas alimenticias, con trabajadores(a) a su servicio, con dinero a granel.
Unos pocos en la pequeña New York y los/as más en las aldeas y tugurios arrasables por las aguas, los vientos, los derrumbes y los temblores. Otra franja social intermedia en áreas ni tan seguras, ni tan vulnerables.
La desigualdad y estratificación social se expresa dramáticamente también en mayores, menores o ningún riesgo frente a fenómenos naturales de diferentes magnitudes.
Los mayores riesgos cada vez amenazan un mayor número de personas y zonas.
El empobrecimiento continuo hace cada vez más vulnerables a las mayorías populares, incluso frente a fenómenos menos potentes. Cualquier aguacero puede devenir en destrucción y muerte.
El afán de lucro y la corrupción es además causa de la fragilidad de construcciones modernas habitadas y utilizadas por sectores medios.
Las tragedias no son fundamentalmente naturales, más cuando el formidable avance de la ciencia y de la técnica posibilita anular, minimizar y/o contener la esencia o la parte destructiva de ciertos fenómenos naturales más o menos dañinos.
Las tragedias hoy son fundamentalmente sociales.
Producto del devenir capitalista-imperialista del planeta. Hijas del empobrecimiento integral de enormes contingente humanos y territorios. Hijas de las desigualdades e injusticias sociales.
Por eso lo de aquí en esta época de ciclones, lo de Jamaica, lo de Louisiana, lo de Bolivia, lo de Centroamérica...¡Lo de África y amplias regiones de Asia! Por lo contrario no es así en Cuba, aun bloqueada.
Vamos seguros hacia la catástrofe general y al genocidio social total, sino nos decidimos a transitar otras rutas.
Y eso no es una condena insalvable cuando otro mundo, otra América, otro país son imperiosamente posibles: con sociedades solidarias, justas… ¡Socialistas!
Narciso Isa Conde
narcisoisaconde@gmail.com
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