Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
domingo, septiembre 07, 2008
La vigencia del marxismo: necesidad y método
Mi libro Trotski y su tiempo se hizo con la intención de explicar de forma introductora el proceder de Trotski en el proceso histórico. El texto de mi obra muestra con naturalidad narrativa que Trotski fue el compañero de Lenin en la Revolución rusa y su heredero político. Trotski, como marxista, combatió socialmente para emancipar a la humanidad a través de la lucha política de la clase trabajadora. Como esta emancipación aún no se ha dado entiendo que Trotski está vigente.
Afirmar que Trotski está vigente es decir que está vigente el marxismo, ya que él fue uno de los grandes portadores de la metodología marxista. Pero, ¿qué es el marxismo? Un proyecto político que propugna emancipar al conjunto de la humanidad y un método para conquistar esa emancipación. Así, el marxismo pretende saber lo que quiere y como conquistarlo.
La vigencia del marxismo socialmente se sustenta en la íntima necesidad que siente la inmensa mayoría de la humanidad de salir de la explotación. El marxismo levanta el proyecto socialista como la única forma de sacar a la humanidad de la explotación a la que es sometida por una clase social concreta, la burguesía. Así, el marxismo está vigente porque el socialismo es necesario. Esta es la razón de que no lo pueda enterrar la burguesía, a pesar de la hecatombe política que supuso el derrumbe del socialismo en los países del Este. Por muchos fracasos políticos que se den es imposible sepultar el sueño de un mundo sustentado en la justicia social y en la solidaridad internacional. Imposible porque este sueño es una inmensa necesidad social. Otra cosa es que los fracasos hunden a generaciones enteras en el pesimismo y que de no darse el socialismo nos instalaríamos en la barbarie generalizada antes de extinguirnos como especie.
La vigencia del marxismo en el terreno de la Historia y de la Política está en que los marxistas analizan para aprender del proceso histórico y para comprender la coyuntura. Efectivamente, un marxista va a la Historia para aprender de ella. Un marxista analiza el momento concreto que está viviendo para saber como tiene que actuar políticamente. Todo ello sin ataduras reflexivas. El marxista quiere saber el por qué para poder operar socialmente. Este proceder es el que hace de un marxista un dialéctico nato, un anti-escolástico por naturaleza. Claro, que un marxista analice y actúe de forma correcta en la práctica depende de su propia capacidad. El marxismo es un método que hay que emplearlo correctamente, no una varita mágica.
El marxismo es también una concepción del mundo sustentado en el avance de las ciencias experimentales. No en vano para el marxismo el espíritu es producto de la materia. Ahora bien, la estructura de la materia la van definiendo los científicos experimentales según avanzan sus conocimientos.
Como es sabido, Marx dijo: "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo" (Tesis sobre Feuerbach). Es decir, en última instancia el marxismo es un método para analizar la realidad concreta y transformarla.
Para analizar se necesita el instrumento de la razón y esto se puede poseer individualmente pero para transformar la realidad se necesitan obligatoriamente herramientas colectivas. La Historia nos enseña que una de ellas es políticamente imprescindible: el Partido.
Hoy en día en el Estado español la necesidad del Partido de Lenin y Trotski es un clamor, sólo hay que leer los diversos artículos de personas y colectivos que salen en la red para verlo.
Sabido es que la clase trabajadora sin su Partido está huérfana políticamente. La clase trabajadora sin el Partido sólo será carne de cañón para los partidos de la burguesía, que siempre defenderán el modelo capitalista, aunque en su vertiente más humana. La pequeña burguesía utilizará las necesidades de la clase obrera para obtener tajada de la tarta burguesa pero nunca para transformar el mundo.
En la actualidad en el Estado español la pequeña burguesía gana por goleada a la clase trabajadora ya que aquella tiene diversos partidos de masas (PSOE, BNG, ERC y los restos de HB e IU) y esta ninguno. De no corregirse esto la situación social de la clase trabajadora sólo puede empeorar. No se pueden ni conservar los derechos conquistados si no se tiene una herramienta para defenderlos, no digamos ya acrecentarlos.
El Partido le da a la clase trabajadora un programa, una táctica y autoestima, esta última es psicológicamente vital ya que le recuerda que además de ser la clase productiva por excelencia en ella está depositada el futuro de la humanidad porque si ella no conquista el socialismo la barbarie generalizada y la propia extinción de la especie humana serían el futuro.
Siendo todo esto una evidencia no es menos la certeza de la extrema dificultad de crear el Partido. Un Partido digno de tal nombre sólo existe cuando tiene influencia política sobre millones de trabajadores. Las sectas, las capillas, nada tienen que ver con el Partido. El Partido sólo existe en la práctica cuando es capaz de movilizar masivamente a la clase trabajadora y esto sólo es posible siendo parte de la carne de la clase trabajadora, cuando está tan arraigado en el seno de la clase trabajadora que forma parte de ella. Pero esto no viene solo, hay que conquistarlo. ¿Cómo hacerlo?
La caída del llamado "socialismo real" ha sido la mayor hecatombe política que ha sufrido la clase trabajadora en toda su existencia. Dicha caída sumió a millones y millones de trabajadores en el escepticismo. Además, el movimiento obrero no sólo salió derrotado sino dividido ya que el stalinismo antes de llevar a los Estados de "socialismo real" al derrumbe fraccionó el movimiento comunista. Por lo tanto, la primera tarea que nos impone la realidad política es reconstruir la unidad del movimiento comunista. Para ello es imprescindible desalojar el sectarismo de nuestro proceder. Una cosa es el análisis, que no debe hacer ninguna concesión, y otra el sectarismo, el creerse unos iluminados, depositarios únicos de las tradiciones del marxismo y todos los demás unos heterodoxos.
Los clásicos marxistas han sido siempre unos heterodoxos porque siempre innovaron. Estudiaron la Historia y las leyes del capitalismo con frenesí. No fueron a ningún texto sagrado sino al conocimiento acumulado por la humanidad y al estudio de la Historia para obtener el método, única ortodoxia. Así, intentar emular a nuestros clásicos es estudiar a fondo el proceso histórico y la realidad concreta para poder poner los instrumentos que le permitan a la clase trabajadora resistir primero para avanzar después.
Grosso modo, los militantes comunistas han estado dispersos hasta hoy en dos grandes bloques, el stalinista y el trotskista. En líneas generales, este fraccionamiento fue posible porque el stalinismo a pesar de haber masacrado a la vanguardia política de la clase trabajadora venció al nazismo y la Unión Soviética representaba para millones y millones de trabajadores el socialismo. Los comunistas que entraban en los Pecés llevaban en su corazón el ferviente deseo de luchar por el socialismo. Los comunistas con más formación política pasaron a integrar las filas del trotskismo, defendían las conquistas de la URSS a la par que criticaban su deformación.
Millones de trabajadores veían como un ataque al socialismo la crítica de la Unión Soviética. Normal, el conjunto de la clase no puede estar llena de historiadores y filósofos ya que trabajar en el capitalismo no deja precisamente mucho tiempo para el estudio y, al fin y al cabo, la URSS tenía una existencia real, con todas las contradicciones que se quisiera.
Por lo tanto, hoy es imprescindible que los comunistas veamos que nuestra dispersión fue producto de la contradictoria dinámica histórica y que tenemos que rehacer nuestras filas. El análisis del proceso histórico es un ajuste de cuentas reflexivo no un ajuste de cuentas entre militantes. El conocimiento de lo que pasó nos tiene que reunir y no ahondar la separación. No es una cuestión de buenos y malos, es una cuestión de rehacer las filas comunistas. Para esto se necesita pedagogía política, no sectarismo.
Centrándonos en el caso concreto del Estado español, es una evidencia que militantes comunistas de distintos frentes de batalla pugnan por encontrar una salida a la desorganización política de la clase trabajadora. Internet es un espejo que refleja esos deseos. Reagrupar las filas comunistas es una tarea difícil pero no un imposible. Una gran ayuda sería que nos viésemos las caras de continuo. Para ello quiza fuera necesario construir un Frente Unido por la República y el Socialismo, que a modo de Parlamento de las distintas fracciones políticas del movimiento obrero nos llevase a debatir el programa y la táctica.
Al mismo tiempo, distintas fracciones políticas del movimiento obrero pugnarán por convertirse en una organización con influencia entre las masas trabajadoras. Esto es legítimo. Lo conseguirá aquella fracción que se sumerja en el seno de la clase trabajadora y saque a la luz sus aspiraciones emancipadoras. No convirtamos en enemigo al camarada que pugna desde otra organización por tener influencia en el movimiento obrero. Convirtamos en enemigo al enemigo real, la burguesía con sus instituciones y partidos.
No debemos olvidar que la organización que intentemos levantar con aspiraciones de convertirse en el Partido tiene que tener una vida interior que refleje el modelo de sociedad al que aspira, plena democracia para el debate y disciplina para la lucha social. La organización tiene que ser una escuela de democracia y de autodisciplina. Los comunistas tenemos que armonizar libertad y disciplina, autogestión y centralización.
El capitalismo es un sistema que ya nada aporta al caminar progresivo de la humanidad. Le dio a la especie humana una inmensa capacidad productiva, este es un gran aporte porque en la pobreza no puede haber desarrollo. Ahora frena este desarollo productivo con sus monopolios y sus guerras. El beneficio económico de la burguesía es su única bandera. Para eso da lo mismo vender electrodomésticos que armas, solo que las armas dejan más beneficios. Según varíe la fortaleza de las burguesías nacionales así vendrán las guerras, hoy localizadas en la periferia del sistema pero sin descartar un futuro conflicto bélico directo entre grandes estados nacionales lo que pondría a la humanidad al borde de la extinción por el aniquilador poder bélico que existe. Así, la esencia del quehacer de los comunistas hoy radica en enfentar la barbarie capitalista y levantar la bandera de la redención social a la que aspiran los desheredados de la tierra, la mayoría social. Difícil pero hermosa tarea.
Antonio Liz
Madrid, 25, diciembre de 2007
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