Una bella voz norteamericana
Por Demian Paredes
Así como en el terreno intelectual hay voces críticas como el lingüista Noam Chomsky o el sociólogo James Petras; así como hay historiadores como Howard Zinn, que hablan de esa “otra historia” del pueblo de Norteamérica; también hay artistas críticos de la clase gobernante estadounidense: hubo actores y actrices famosos de Hollywood opositores de la guerra a Irak desde 2003 y, en el terreno musical, tenemos en Laurie Anderson una exponente.
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El show que presentó, Homeland (traducido por el periodismo local como “patria”, aunque ella misma ha explicado que alude al Homeland Security, un departamento gubernamental encargado del espionaje a sus propios ciudadanos) duró casi dos horas, y allí Anderson -apoyadas sus palabras en la música minimalista-, desplegó en 16 temas sus sueños, poesías, metáforas y críticas inteligentes (sencillas y directas), contra su propio país, los Estados Unidos. Los espectadores contamos con la traducción al castellano de todo el show a través de una pantalla. Continuación de su obra United States I-V (aparecida hace unos 25 años), dijo sobre el futuro disco –para 2009- y el recital que “es una sexta parte que espero no sea tan oscura, en la que no intento describir las cosas como tienen que ser o cómo deberían ser en una película, sino que describo lo que veo con mis propios ojos”.
“¿Puede hoy un país dominar al mundo?”
Cuando el tema más movido, Only an expert comience, recordará que “los expertos” son quienes dicen cuándo y dónde hay problemas que resolver… hasta que la solución se transforma en otro problema (incluyendo referencias irónicas al galardonado “especialista” de temas ecológicos, Al Gore). En este tema y otros despliega su crítica a la guerra de Afganistán e Irak. En un tema en el que denuncia el reclutamiento de niños y niñas para el ejército (donde dice que la “pesadilla norteamericana” ha llegado), relata hasta dónde se ha “flexibilizado” el sistema, que ya -perdida toda moral- incluye a los niños… “Y los seguimos llamando”, canta en los estribillos de Calling them up, junto a un valseado lamento, con fondos de teclado y violín. Así también recordará al “ala izquierda” de la guerra civil norteamericana, Tom Paine (figura destacada quien, desde lo que llamó “sentido común” se opuso a la monarquía británica, la esclavitud, el racismo y el sexismo), quien, dice Anderson “con preguntas sencillas levantaba la moral del ejército independentista. Preguntaba: ‘¿Puede una isla dominar a un gran país’?”; para hacer luego una pregunta al público: “¿Puede hoy un país dominar al mundo?”.
“¿Es posible que hayamos olvidado cómo pensar?”
Ocurrirá lo mismo cuando su voz cambie al personaje Sharkey y hable de un cowboy que entra a una cantina gritando “¡Tenemos problemas!”, y lo repite varias veces, en un lamento que se extingue, en obvia alusión a Bush. No se salvarán varios políticos más, junto a la denuncia a la Asociación del Rifle de los EE.UU. y a la actual campaña “para que cada mujer de Texas tenga en su bolso un revólver”.
Como ella lo definió, Anderson despliega un tercio de imágenes propias, un tercio de política y otro tanto de música. En otro ha dicho: “me parece extraño que no haya más artistas que hagan obras sobre cómo es vivir hoy en este país”.
“¿La Constitución fue escrita con tinta invisible acaso? ¿Es posible que todos hayamos olvidado cómo pensar?
Propone también en otro tema pensar lo que significa vivir en un “mundo irreal”, donde sólo los gigantes (de la ropa interior y las aguas minerales) podrían caminar por las ciudades del mundo, se llamen Nueva York o Buenos Aires. Las grandes discográficas, los medios masivos y los talk shows, fueron objetos de observaciones e ironías. En un reportaje dirá que ella no ha dejado de “pensar en esta última etapa del capitalismo, con las privatizaciones y demás, en donde definitivamente no somos nosotros los que ponemos las reglas”.
Mientras toca el violín, canta, recita y utiliza los teclados y programadores, la acompañan tres músicos: un violinista, un bajista y un tecladista-programador de sonidos. Juntos, es la base discreta pero efectiva, para los cantos, recitados y diálogos de Anderson. Sobre un fondo casi todo el tiempo azul y luces que colgaban, la alfombra adornada con decenas de velas cambiará a color rojo oscuro, cuando hable de la guerra y los sufrimientos que trae. Lou Reed subirá al escenario para tocar la guitarra y cantar Lost art of conversation (El arte perdido de la conversación), donde ambos se recriminan mutuamente cómo una pareja puede caer en la rutina y superficialidad en su vida cotidiana. Un gran recital (dos Gran Rex llenos), donde quedó demostrado que, aún en tiempo de oscuridad burguesa, provocada por el imperialismo y su barbarie, cantan (muy bellas) voces, críticas, desde el interior de la sociedad norteamericana.
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Laurie Anderson Nacida en Illinois (EE.UU.) estudió y se recibió en la Universidad de Barnard en Historia del arte y estudió escultura en la universidad de Columbia. Sus primeras músicas de vanguardia datan de fines de los ’60, desarrollando la performance y los shows multimedia (lo que incluyó en su caso, además de la incorporación de tecnología en la música, inventos propios como los anteojos que amplifican el sonido de los distintos golpes que da a su cabeza); actividad que hoy se llama spoken word. Ha editado una veintena de discos. Además ha compuesto bandas sonoras para películas y pinta cuadros, que se exponen en museos europeos y norteamericanos.
Su página web (en inglés, y con videos de sus temas de Homeland): www.laurieanderson.com
Videos en la web: http://www.youtube.com/results?search_query=laurie+anderson&search_type=&aq=f
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El Homeland Security –cuyo nombre completo es Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos- es el tercero más grande del país, detrás del Departamento de Defensa y el Departamento de Asuntos de los Veteranos. Con casi 300.000 empleados, se coordinan sus acciones desde la Casa Blanca y el Consejo de Seguridad Nacional. La función que se le adjudica en el seno de la sociedad civil es el del “combate al terrorismo” y a los “desastres naturales”. Luego del huracán Katrina, los campos de concentración y las torturas –y todo el espionaje de la “patriot act” vía escuchas telefónicas, violación de casillas de mails e investigaciones a las personas opositoras a la política de Bush- queda claro que es un organismo ultra reaccionario del imperialismo yanqui. Y es está incluido en las denuncias de Anderson.
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