Los bosques (1) y las turberas tienen un papel singular que desempeñar en la batalla contra el cambio climático (2). Los bosques con vida y las turberas pueden secuestrar las emisiones de carbono, mientras que cuando mueren liberan el carbono previamente almacenado. Cada año, la aniquilación de estos dos hábitats genera más gases de efecto invernadero que cada coche, camión, tren o avión sobre la Tierra. Esto es más o menos la misma cantidad de CO2 que es emitida por los Estados Unidos o China cada año.
Los políticos ignoran con demasiada frecuencia esta área crítica. Si, es vital que reduzcamos nuestras emisiones de gases invernadero (3) en el Reino Unido, cambiando nuestro comportamiento, mejorando la eficiencia energética (4), invirtiendo en renovables (4) y presentando nuevas tecnologías bajas en carbono. Pero, es imposible prevenir un cambio climático peligroso haciendo solo esto. Si la destrucción de los bosques y las turberas continúan sin cesar, nunca podremos parar el cambio climático.
En nuestro informe publicado por Policy Exchange y titulado, “La raíz del asunto: Secuestro de carbono en bosques y turberas” (The Root of the Matter: Carbon Sequestration in Forests and Peatlands), argumentamos que prevenir la deforestación y detener la destrucción de las turberas están entre las formas más baratas y efectivas de reducir las emisiones globales de gases invernadero. Estos métodos de reducir emisiones son drásticamente más baratos que todas las otras opciones de mitigación actualmente disponibles – tan poco como 0,1 dólares por tonelada de CO2.
Afortunadamente, parar su destrucción puede ser hecho comparativamente de forma rápida y barata. Además, la prevención de la deforestación y la destrucción de las turberas no requieren desarrollo tecnológico y necesita poca inversión de capital. Estos son factores importantes cuando entramos en una prolongada recesión económica.
El aspecto económico es sorprendente –si los países desarrollados gastan la misma cantidad de dinero en prevenir la deforestación y la destrucción de las turberas como hace con los subsidios a los biocombustibles (15 mil millones de dólares), esto dividiría por dos los costes totales de combatir el cambio climático. En resumen, la protección de estos hábitats produce un gran número de valiosos servicios al ecosistema, particularmente a los países más pobres.
Sólo en el Reino Unido, los subsidios a los biocombustibles cuestan 550 millones de libras anuales. En 2005, una inversión similar en prevenir la deforestación y la destrucción de las turberas podría haber compensado el equivalente al 37% de todas las emisiones de CO2 del Reino Unido. Sin embargo, la política del Gobierno actual no pone en valor la protección de los bosques y turberas.
En nuestro informe, proponemos la introducción de mecanismos de mercado que puedan asegurar que las inversiones sean dirigidas a la conversación de los bosques y las turberas, así como una estrategia para hacer que esto se produzca lo antes posible. Para ser verdaderamente efectivo, se necesita una respuesta global, pero el Reino Unido tiene la oportunidad de liderar el camino. Todo esto puede ser hecho dentro de nuestro actual presupuesto, al eliminar los despilfarradores y perjudiciales subsidios a los biocombustibles. En aras de nuestra prosperidad futura podemos y tenemos que realizar unas enormes reducciones en las emisiones. La conservación de los bosques y las turberas es uno de los pocos métodos a nuestra disposición, donde podemos hacer esto ahora y con bajo coste.
Ben Caldecott
Ben Caldecott es actualmente director de investigación y jefe de la Unidad de Medio Ambiente de Policy Exchange. Ha trabajado en el Programa Ambiental de las Naciones Unidades y fue director en la sección Este de Asia en The Henry Jackson Society.
The Guardian
Traducido por Mario Cuéllar para Globalízate
Artículo original:
http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2008/aug/26/forests.climatechange
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