Saber lo que está pasando, y entenderlo para sentirlo
La guerra ha llegado a las calles de Gaza, la guerra “urbana”. Esto significa entrar en sus casas, tomarlas de cuarteles y movilizar a una población que llevan 10 días viviendo bajo bombas, después de 20 meses del más mortal asedio, y que ha provocado ya un éxodo de 13.000 personas según la ONU.
Hay que añadir que no hay electricidad, ni agua, ni comida, que huyen buscando no se sabe qué, pues no pueden salir. ¿Qué hacer cuando no puedes ofrecerle seguridad, ni comida, ni cobijo a tus hijos?, cuando no hay posibilidades de nada salvo esperar a la muerte, por misiles de avión, de helicóptero, de barco o de tanque. Por todas partes bombardeados.
Los niños y niñas mueren por doquier, y el dolor de perder a un hijo es compartido por todas las madres y padres, y solo de pensarlo el dolor es infinito. Las madres y padres de Gaza están bombardeando y les matan a todos sus hijos, a todos. Y cuando no, son los hijos viendo morir a sus madres; los hospitales desbordados, la sangre ya seca en el suelo, tampoco hay agua ni siquiera electricidad en ellos.
Los heridos mueren porque no pueden ser atendidos, los recién nacidos de frío, los neonatos en incubadoras todos muertos, las embarazadas pariendo en las calles con abortos provocados por las bombas, también mueren. Caen bombas y más bombas, una media de 100 por día, y algunas de una tonelada. Los muertos yacen en los escombros, nadie puede ni rescatar a los muertos ni acudir a los heridos.
Los padres y madres desesperados, los hijos e hijas desconsolados, nada que ofrecer, nada, sólo destrucción e infierno. Han destruido dos puentes, disparado a ambulancias, hospitales, clínicas móviles, escuelas, universidades, centros de investigación, casas, todo cae bajo las bombas.
¿Cómo se puede sobrevivir a este infierno?, ¿cómo si ni siquiera pueden huir?. En el Norte todo ha sido devastado; la zona de Jabalia y de Bet Hanoun han sido arrasadas. Conocemos a Maher, palestino de Bet Hanoun, no sabemos qué queda de su gran familia; entre éxodo interno y frío, solo sea sufrimiento lo que padecen en el caso que estén vivos.
Los tanques están ahora en Gaza city, ciudad histórica con miles de años de antigüedad. Susan, Talat, Adam, Maria, Rana, Feddy, todos viven allí, unos musulmanes, otros cristianos. Todos de Gaza. Sólo de pensar en ellos se me descompone el alma. Ahora esperan que los tanques lleguen a sus calles, a sus pisos, y destruyan sin saber qué hacer ni donde ir.
La situación nos supera. Los tanques también han entrado por el pueblo de Ahmed Abu Tawahina, y puede que su familia de 9 hijos esté afectada. No sólo le destruyen el centro de trabajo, las escuelas de sus hijos, los tanques entran por el Este por su ciudad. Y así con todas las personas que conocemos de Gaza, y el mismo sentimiento se extiende para quiénes no conocemos, pues todos están compartiendo este inmenso sufrimiento.
A esta grave situación se une que según la ONU en Noviembre ya estaban a punto de entrar en catástrofe humanitaria, que según la terminología internacional es el último grado, superior a la crisis humanitaria. Creo que estamos ante un caso que supera toda la terminología disponible hasta ahora.
Puede llamarse el Genocidio del Plomo fundido en Gaza, o como masacrar a 2 millones de personas en 2 semanas. Hecho por Israel.
Desde luego se han ganado la medalla de los matones por supremacía, los más asesinos del planeta. Este verano escribía un artículo muy extenso que se llamaba “la palestinización del mundo”, al final debatía entre una perspectiva iniciada por el sionismo que era convertir al mundo en Palestina, es decir, controlar y ser ocupados, o una perspectiva positiva, que el mundo se volviera Palestino, en sus ideales, su resistencia y su lucha.
Ahora estamos viviendo esta balanza. La palestinización del mundo está aquí, y habrá que hacer todo lo posible para que gane el lado positivo.
Hay que seguir.
Todos somos palestinos
Todos somos Gaza
Dra. Maria Jose Lera Profesora Universidad de Sevilla
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