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domingo, julio 18, 2010
OCUPACIÓN MILITAR DE EEUU EN COSTA RICA
Otra garra del imperio en Centroamérica
46 buques de guerra, 200 helicópteros, 7 mil marines, portaviones, submarinos y 10 aviones de combate Harriet. Bajo el pretexto de combatir el narcotráfico, Estados Unidos ocupará militarmente Costa Rica con todo este arsenal, a partir de la carta blanca otorgada por la presidenta Laura Chinchilla y la reciente aprobación, entre gallos y medianoche, en el parlamento costarricense. Esta invasión con permiso gubernamental, disfrazada de “convenio de cooperación”, generó fuerte indignación y rechazo en amplios sectores de Costa Rica, paradójicamente, el primer país que abolió el ejército (en 1948).
El Comando Sur estadounidense gozará además de inmunidad para “disponer de una total libertad de movimiento y el derecho de realizar cualquier actividad que considere necesaria para llevar a cabo su misión”, según establece el acuerdo. Y por si fuera poco, Costa Rica renuncia a presentar cualquier reclamo por daños, pérdidas o destrucciones, lesiones o muertes que puedan surgir de las operaciones.
La iniciativa, evidentemente, es una derivación de los compromisos adquiridos en el capítulo de seguridad del Tratado de Libre Comercio, firmado por el ex presidente Oscar Arias en octubre de 2007.
Rechazo popular
Para Alvino Vargas, dirigente de la Asociación Nacional de Empleados Públicos, “la oposición al TLC fue la lucha más intensa de los últimos 50 años; después de esa pelea, el país quedó completamente polarizado”.
Según Vargas, la presidenta ha cometido un grave error político: “Creo que el gobierno no calibró lo suficiente lo que esto representa. Hay que recordar que aquí hubo una insurrección popular contra un acto semejante en 1856, que recordamos como la gesta histórica del presidente Juanito Mora Porras. Entonces, si bien no existe una conciencia política profundamente antiimperialista, bien sabemos -como decimos aqui- que los gringos nunca arrancan pelos sin sangre. Está claro que es parte de la estrategia militarista de Obama en su desesperado intento por recuperar el control que perdieron en gran parte de América Latina”.
Parlamentarios costarricenses elevaron este jueves a la sala constitucional de la Suprema Corte de Justicia un recurso de inconstitucionalidad contra la autorización de la llegada de las tropas y naves norteamericanas. Consideran la medida ilegal y violatoria de la soberanía del país.
"Esto compromete severamente al país, al tiempo que lo adhiere a la agenda de guerra de Washington y convierte al territorio en un objetivo militar", advirtió en un comunicado la Comisión Nacional de Enlace del Movimiento Popular de Costa Rica. También denuncian que “con esta acción, el gobierno de Laura Chinchilla se suma abiertamente al Plan Colombia y a la agenda de agresión y guerra contra la República Bolivariana de Venezuela y otros países suramericanos amenazados abiertamente por EEUU”.
Edgar Morales Quezada, de la Central Social Juanito Mora Porras, expresó: “Estamos profundamente indignados por este acto antipatriótico, que bien puede ser calificado de traición a la patria y cuyo fin es emprender acciones desestabilizadoras en toda la región. Este proyecto, aprobado a espaldas del pueblo, es un atropello a la dignidad de los y las costarricenses”.
Copando Centroamérica
Un nuevo paso da Estados Unidos en su creciente desembarco militar en Centroamérica, multiplicado en los últimos meses, como parte de su eterna estrategia de dominación mundial.
Washington ya dispone de enclaves cruciales en la región, como un centro de radares en el aeropuerto militar de El Salvador. Soldados centroamericanos son invitados frecuentes a ejercicios militares que las fuerzas estadounidenses ejecutan hace varios años en Panamá, El Salvador, Guatemala, Honduras e incluso Nicaragua.
Bajo el Plan Maya-Jaguar, vigente desde 1998, Guatemala y Estados Unidos acordaron mantener en suelo guatemalteco a un mínimo de 100 soldados estadounidenses, con aeronaves y demás pertrechos y que operan en especial en las selvas de El Petén, al norte del país, en la frontera con México. Casualmente, una zona con abundantes provisiones de agua fresca.
Panamá, que en 1999 vio salir al último soldado de Estados Unidos de las estaciones que Washington tuvo en esa nación desde 1904, está instalando ocho bases navales en sus costas, también con la excusa del narcotráfico, obviamente con respaldo estadounidense.
Pero donde mejor hace pie Estados Unidos es en la Honduras de los golpistas. En abril pasado, se inauguró una base en el departamento de Gracias a Dios, fronterizo con Nicaragua, en la que el gobierno norteamericano invirtió dos millones de dólares. La instalación militar está bajo coordinación de la Fuerza Naval de Honduras, pero es asesorada por oficiales del Comando Sur del ejército estadounidense.
Estados Unidos cuenta también en este país, desde 1983, con la base aérea de Palmerola, en el central departamento de Comayagua, donde fue conducido inicialmente el presidente Manuel Zelaya tras el golpe de Estado del 28 de junio de 2009. Allí posee fuerzas de infantería y aeronaves.
Contracara
La magnitud de esta nueva intervención militar en Costa Rica es tan desmedida que torna tragicómico el argumento de la lucha contra el narcótrafico. Así lo grafica el docente e investigador venezolano Erick Rodríguez: "Es como tratar de aplastar una hormiga que merodea un terrón de azúcar con una aplanadora".
Sin embargo, la aplanadora norteamericana tendrá que enfrentar la respuesta de un pueblo indignado que promete resistencia. Asegura Alvino Vargas: “Nos parece importante que se sepa que no es cierto que en Costa Rica todos estamos arrodillados ante los EEUU.: aqui hay un pueblo de muchísima dignidad que no va a permitir esta invasión”.
PDF y Alba TV -
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