sábado, julio 31, 2010

Y siguen estos lerdos creyendo en el capitalismo...


La con­dena a los infiernos al socialismo real que intenta conse­guir el ma­yor grado de igualdad posible en la sociedad.
¿Verdaderamente siguen creyendo los autores, los intelectuales, los que en definitiva piensan que el capitalismo supuestamente demo­crático es el único y mejor de los sistemas posibles? Si pudo sos­tenerse esta bárbara mentira en otros tiempos -en otros tiempos de pujanzas y vacas gor­das pese a que fueran (como siempre) los me­nesterosos los que pagan los beneficios de los capitalistas-, hoy día el disparate alcanza cotas delirantes.
En primer lugar porque el nivel de conciencia colectiva es capaz de abortar muchas de las falacias manejadas hasta hoy y que antes engu­llía. Y en segundo lugar, porque sólo a trancas y barrancas si­gue su anda­dura un sistema que amenaza constantemente con desplo­marse; un sistema que perfila sin descanso en el horizonte una crisis mundial sin precedentes, con referencias al 1929, y que en países como España, Grecia, Italia e incluso Francia está sepul­tando poco a poco toda credibilidad colectiva.
Y sin embargo siguen ahí los mamporreros persiguiendo el socia­lismo real cuyo icono, para los occidentales, sigue siendo Cuba. Y si­guen y siguen diciendo que ese sistema sólo reparte po­breza, que en él no hay libertad, que es invivible, y que sus dirigentes son unos pe­rros sarnosos que merecen no sólo boicots y maniobras amenazado­ras cerca de sus bahías, sino que se están ganando una atómica sobre La Habana. Como si ese sistema no contara, para perma­necer los año que tiene de vida, con la aproba­ción de una in­mensa mayoría del pueblo…
Por otra parte el pánico se cierne sobre los países capitalistas. Hay casi cinco millones de parados en España y quién sabe cuántos mi­llones entre todos los del sistema. Más otros tan­tos millones de ex­poliados, de saqueados, de robados por los de­predadores del capi­talismo, que habitan en otros países a miles de kilómetros de distan­cia cuyos territorios son ricos en materias primas y sirven al lujo y al despilfarro de los capitalistas.
Lo que equivale a calcular que en estas demo­cracias simuladas gracias al dinero acumulado por las oligarquías, habi­tan centenares de millones de angustiados por falta de trabajo o de recursos. Mien­tras otros millones viven opíparamente sólo azorados por pérdidas bursátiles o por verse precisados a reducir un poco sus presu­pues­tos millonarios. Y mientras tanto la OMS dando cifras espeluz­nantes de enfermedades mentales y nerviosas, de suicidios que cada vez se dan a edades más tempranas, y cada vez más tensio­nes y más odios... Todo a cuenta de la incertidumbre, de los abusos de las em­presas sobre sus trabajadores, de los fuertes sobre los débiles, de los avispados sobre los ilusos y los ingenuos.
Pero ellos dale que dale, ellos cantando al capitalismo que arruina el planeta, que cercena las esperanzas, que incita a la malicia y a la desconfiaza permanentes. Ellos… alabando imaginarias de­mocra­cias donde la libertad es un mito monstruoso puesto que toda liber­tad empieza por tener asegurada la tranquilidad de espíritu y cu­biertas las necesidades más elementales. Y lo mismo que tan te­rri­ble puede ser perder la libertad como sentirla persistente y grave­mente ame­nazada, el capitalismo es una espada de Damocles que hace temer todas las injusticias y la mayoría de los crímenes que asuelan a este mundo.
Pero ellos siguen y siguen adorando al capitalismo y a las democra­cias de mentira, y las siguen inoculando en las almas cán­didas, unas veces, y otras indolentes. Que la maldición del infierno caiga sobre sus canto­res...

Jaime Richart

No hay comentarios.: