El odiado ex dictador Hosni Mubarak ha sido liberado de la prisión, aunque permanecerá bajo arresto domiciliario y se enfrenta a cargos por corrupción y por las matanzas de activistas. Los y las Socialistas Revolucionarias realizamos una manifestación contra su liberación.
Uno de los lemas de la manifestación era "¡Abajo el gobierno de Hosni Mubarak!", ya que el golpe del ejército del pasado 3 de julio fue un intento de reafirmar su régimen. La clase dominante se ha congregado en torno a un nuevo líder, el general Abdel Fatah Al-Sisi, que quiere borrar la memoria de la revolución del 25 de enero de 2011.
Los militares quieren encerrar a toda la disidencia y cerrar los espacios que la revolución abrió a organizarse políticamente. Se ha impuesto un estricto toque de queda , que ahora comienza a las 21:00. Se han desafiado anteriores toques de queda, pero no este. El ejército ha disparado a dos personas por conducir después del toque de queda –uno de ellos murió.
Y sabemos que esta campaña represiva no se detendrá en los Hermanos Musulmanes. Tres trabajadores del acero de Suez en huelga han sido arrestados en sus domicilios y otro en un puesto de control del ejército. Esto es algo nuevo. Los Hermanos Musulmanes hicieron todo lo que necesitaba la clase dirigente. Ayudaron a Israel sitiando Gaza con el cierre del cruce de Rafah. Estaba dispuesto a cooperar con EEUU y atacaron la resistencia a cada oportunidad.
La Hermandad es un fenómeno contradictorio. No es parte integrante de la clase gobernante de Egipto. Pero, irónicamente, la Hermandad hizo tan a fondo el trabajo que le encomendaron que perdió parte de su base social. Y eso significa que ya no es útil a la clase dominante.
Un estudio reciente mostró que en mayo de este año Egipto tenía el más alto nivel de luchas políticas y económicas en el mundo. La Hermandad no fue capaz de apaciguar o controlar a las masas, por lo que dejó de ser necesaria para la clase dominante. Ahora nuestros gobernantes quieren romper sus huesos.
Nos hemos mantenido en contra de la represión. Las y los socialistas revolucionarios hemos demostrado mucho valor. Pero somos demasiado pequeños. El movimiento de masas del 30 de junio puso 17 millones de personas en las calles y nos vimos desbordados.
Luchamos para derrocar el presidente Mohamed Mursi y profundizar la revolución. Denunciamos la represión militar y una parte de la izquierda nos atacó. Esto debilitó nuestro bando y ayudó a la clase dominante a hacer retroceder el movimiento.
Necesitábamos una organización como los bolcheviques en Rusia en 1917 –con sus raíces y lo suficientemente grande para mantenerse fuertes y ofrecer una alternativa.
Wassim Wagdy
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