miércoles, septiembre 25, 2013

El pacto Obama-Putin



El plan de desarme químico puesto en marcha para Siria tiene un carácter precario e incierto. Su implementación está sujeta a numerosos interrogantes: entre ellos, la capacidad de los inspectores de Naciones Unidas de verificar ‘in situ’ dicho operativo.
El pacto se inscribe en un compromiso político de orden más general. El anunciado propósito de realizar una conferencia de paz en Siria apunta a una transición controlada. El núcleo de este pacto fue acordado en secreto por Obama y Putin en la reciente reunión del Grupo de los 20, en Moscú, y luego presentado en cuotas a la opinión pública, como si se tratara de una aproximación espontánea. La amenaza de un ataque militar a Siria fue acordada en esa reunión, en carácter de ultimátum al régimen de Al Assad. El desmantelamiento del arsenal químico de Siria es la cobertura ‘humanitaria’ de un cambio de poder en Siria. Rusia y China repiten, con demora y con un cuidado mayor, la política de adaptación a la Otan, que desplegaron a su propia costa en la agresión a Libia. El plan en marcha procura una salida semejante a la que se implementó en Yemen. La escalada militar apuntó a quebrar un largo impasse y forzar una salida política tutelada.

El nuevo gobierno de Irán

Una transición de estas características contaría con una mirada favorable por parte de Rusia y hasta de Irán, ahora que se ha operado un viraje de su régimen interno. “Más allá de sus posibilidades de éxito, el paréntesis que se abre ante la propuesta rusa da un respiro a Irán. No está claro que Teherán esté dispuesto a implicarse en un conflicto fuera de sus fronteras… El propio Rohani ha dado a entender con gran sutileza los límites del apoyo iraní a Damasco. Incluso han habido especulaciones, desmentidas por portavoces iraníes, de que Irán estaba trabajando con Rusia en un plan para sustituir al líder sirio” (El País, 14/9). En igual sentido, el diario israelí Haaretz destacó que Irán viene sosteniendo posiciones muy críticas con Siria y plantea que la impasse actual “se abra con elecciones en las cuales no participe el clan de los Assad” (Clarín, 10/9).

Turquía e Israel

Quienes han presentado mayores reservas a este pacto son Turquía e Israel. Turquía ha abogado por una incursión terrestre. El régimen de Erdogan contemplaba el desmembramiento de Siria, por medio del acuerdo que ha suscripto con el kurdo PKK. El interés del régimen sionista, en el ataque imperialista a Siria era la oportunidad de un ajuste de cuentas con Hizbolla. Lo prueba la persecución implacable del ejército de Egipto, con la complicidad sionista, contra la resistencia de Gaza. Un ‘arreglo’ para imponer una salida imperialista en Siria, desarrollaría ese objetivo por otra vía; aislar a Hizbolla en las fronteras de Líbano.

Perspectivas

La transición que ahora pretende ponerse en marcha no sólo trataría de deponer a Al Assad y su camarilla, sino también poner un fin a las revoluciones árabes; sería una prolongación de lo que ocurre en Egipto. Pero no se atenuarían las contradicciones en la región. Turquía, Arabia Saudita y Qatar vienen disputando su hegemonía y tienen posiciones contradictorias respecto a Irán.
La vigencia del pacto de desarme químico, más allá de sus dificultades en el terreno, depende del mantenimiento de la amenaza de un ataque militar por parte del gobierno de Estados Unidos. La extorsión militar sigue firmemente en pie; como no está excluida como un recurso último, ese desarme estará sujeto a crisis y provocaciones de todo tipo, y servirá, por sobre todo, para que el sionismo avance con su plan colonizador y la liquidación de Hamas, en Gaza, con la colaboración de la dictadura militar que se instaló en Egipto.

Pablo Heller

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