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miércoles, septiembre 18, 2013
¿Los desafíos de Libia o el caos tras la invasión?
Libia es un país olvidado por los grandes medios de comunicación. La nación del norte de África no sólo es víctima de ese silencio, sino del caos generado tras la invasión de la Otan.
Tarek Mitri, enviado especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para Libia, definió con palabras moderadas lo que sucede en el país norafricano. Apenas utilizó los apelativos “fracaso” y “decepción” para dejar entrever que en Libia la democracia no funciona ni tampoco las instituciones, y mucho menos existe una paz que muchos aseguraban iba a llegar luego de ocho meses de bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) y del asesinato del líder libio, Muammar Al Gaddafi.
En su informe semestral de seis páginas, dirigido al Consejo de Seguridad de la ONU, Mitri explicó que una “combinación de dinámicas internas y regionales continúa suponiendo una gran presión sobre el proceso político que tiene lugar en el país”. El enviado indicó que las discrepancias entre las fuerzas políticas en el Congreso Nacional General (CNG) y el gobierno central han conducido a la polarización del espectro político, así como a un amplio sentido de escepticismo.
Como sucede desde hace dos años, la violencia interna no se detiene en Libia. Mitri se refirió a esta situación, por lo cual recordó los permanentes enfrentamientos entre tribus y milicias conformadas por los mercenarios que derrocaron a Gaddafi. A esto sumó el asesinato de oficiales de seguridad, jueces y periodistas. “El progreso en la incorporación de combatientes revolucionarios a la policía y al ejército libios, así como su reinserción en la vida civil, sigue siendo limitado”.
Derrocado Gaddafi, el gobierno surgido del Consejo Nacional de Transición (CNT) tuvo su primer desafío, que todavía no ha podido superar. Los miles de mercenarios que se encuentran en Libia -financiados desde el exterior, como ahora sucede en Siria-, dictan sus propias reglas y leyes. Para frenar esta situación se conformó el Comité Supremo de Seguridad (CSS), establecido por el Ministerio del Interior, que intenta aglutinar a los opositores armados. El objetivo de este organismo todavía es una ilusión lejana.
En su informe, Mitri declaró que es “más evidente hoy que las ideas preconcebidas sobre la transición política son probablemente una receta para la decepción, si no para el fracaso”.
El enviado solamente destacó la aprobación por el GNC de una ley para la elección de una Asamblea del Borrador Constitucional, y supuestas medidas para una mejor participación de las mujeres y las minorías culturales y étnicas en dicha asamblea.
En marzo pasado, Mitri había señalado que la inseguridad sigue siendo el principal problema en Libia, ya que afecta a todos los habitantes. “Los avances significativos encaminados a mejorar la precaria seguridad del país se ven obstaculizados por la debilidad de las instituciones y de los mecanismos de coordinación de seguridad, así como por la desconfianza en las fuerzas del Estado que tienen los que pelearon en la revolución, la mayoría de los cuales continúan armados”, dijo en ese momento. A esto agregó que no se ha podido controlar la posesión de armas y municiones por parte de las milicias y civiles.
Pero Mitri no está solo a la hora de alertar. El propio primer ministro de Libia, Ali Zeidan, solicitó ayuda a la comunidad internacional para restaurar la seguridad en el país. Después de una reunión con su homólogo británico, David Cameron, el gobernante libio manifestó que “si la comunidad internacional no ayuda en la recolección de armas y municiones, si no recibimos ayuda para formar al Ejército y a la policía, las cosas se demorarán demasiado”. La demora a la que se refiere Zeidan es la confirmación del desgobierno actual en Libia.
Recién el lunes pasado en el país se reanudó la producción de su mayor yacimiento petrolero ubicado en el suroeste, pero buena parte del bombeo en el este todavía se encuentra paralizado. Para que la producción se reanudara, el comité de emergencia del CNG negoció un acuerdo con un grupo armado que controla el campo occidental de El Sharara. Otra muestra de la paz impuesta en la Libia actual.
Un resumen de las últimas semanas también permite revelar la situación en una nación que llegó a tener los mejores niveles de vida de toda África:
-El 11 de septiembre se realizó un atentado con un coche bomba contra el edificio de la cancillería libia, ubicada en Bengasi. El hecho se produjo al cumplirse un año del ataque al consulado estadounidense en esa ciudad, en el que murieron cuatro funcionarios norteamericanos.
-El 10 de septiembre dos soldados libios murieron y otro resultó herido en una emboscada efectuada por una milicia en la ciudad de Sirte. Los uniformados viajan de Bengasi a Trípoli luego de participar en entrenamientos militares.
-El 6 de septiembre la hija del ex jefe de la Inteligencia libia, Abdulá Al Senussi, fue secuestrada por una milicia denominada Primera Unidas Especial de Refuerzo (Puer). Anud, de 20 años, estuvo retenida durante todo el día, aunque otras fuentes indicaron que su cautiverio fue de una duración más extensa. Los milicianos de la Puer, organización que forma parte del CSS, argumentaron que la joven fue secuestrada “por su propia seguridad” para no ser retenida por otro grupo armado.
-El 2 de septiembre Alá Al Fitouri, coronel de las Fuerzas Especiales del país, murió luego de un día de agonía en Bengasi. El militar fue blanco de una bomba colocada en su automóvil. Tras el atentado, Fitouri perdió la pierna izquierda. Su esposa, que lo acompañaba, sufrió heridas leves.
El mismo día, un grupo de mercenarios tomó por varias horas el aeropuerto internacional de Trípoli, bloqueando todas las pistas.
-El 29 de agosto, el jefe de la fiscalía militar del este del país, Yusef Alsifer, murió al explotar una bomba colocada en su automóvil. El atentado ocurrió en Bengasi y también se cobró la vida del hermano del funcionario.
Leandro Albani.
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