Conferencia de Seymour Hersh, el periodista ganador del Premio Pulitzer por revelar la masacre de My Lai, en la guerra de Vietnam
Seymour Hersh tiene algunas ideas radicales sobre cómo enmendar el periodismo: cerrar las agencias noticiosas de NBC y ABC, eliminar el 90% de los editores y volver a la tarea fundamental de los periodistas que, sostiene él, se basa en la condición de ser alguien "de afuera" (outsider).
No hace falta mucho para encender la chispa de Hersh, el periodista investigativo que ha sido el némesis de los presidentes de EE.UU. desde la década de los 60, y que alguna vez fuera descripto por el partido Republicano como "lo más cercano al terrorismo que tiene el periodismo de EE.UU.".
Hersh siente ira por la falta de firmeza de los periodistas estadounidenses, por su incapacidad para cuestionar a la Casa Blanca y erigirse en mensajeros de la verdad, aun a costa de ser impopulares.
Mejor sería ni siquiera mencionarle el New York Times, periódico del que dice que "pasa tanto tiempo sirviendo a la causa de Obama como yo jamás lo hubiera imaginado". Ni tampoco sacar a relucir la muerte de Osama bin Laden: "No se hizo nada acerca de esto, es una gran mentira, ni siquiera una sola palabra de lo reportado es verdad", dice del ataque comando de los Navy Seals en 2011.
Hersh está escribiendo un libro sobre seguridad nacional y ha dedicado un capítulo al asesinato de bin Laden. Califica al informe reciente, presentado por una comisión pakistaní "independiente" sobre lo acontecido en la residencia de Abottabad en la que estaba bin Laden, como carente de toda credibilidad. "Los pakistaníes armaron un informe, con una cantidad considerable de información proveniente de EE.UU. Es un informe que no vale nada", dice adelantando revelaciones de su nuevo libro.
Sostiene que el gobierno de Obama miente sistemáticamente, y que, sin embargo, no recibe ningún cuestionamiento por parte de los medios de prensa -ni la televisión ni los periódicos principales dicen nada.
"Es patético, son más que complacientes, tienen miedo de decir algo contra este individuo [Obama]", declara Hersh a The Guardian.
"Solía suceder que cuando algo muy drástico sucedía, el presidente y sus secuaces tomaban control del discurso, de la narrativa, y tú sabías que harían lo posible para contar la historia sin rodeos. Ahora no es así. Ahora se aprovechan de un evento y lo usan para reelegir al presidente."
Hersh ni siquiera está seguro de que las recientes revelaciones sobre el vasto alcance del espionaje masivo de la NSA tendrá un efecto duradero.
Snowden cambió el debate sobre la vigilancia
Hersh está seguro de que Edward Snowden al revelar el espionaje de la NSA "cambió la naturaleza del debate" sobre el tema vigilancia. Dice que tanto él como otros periodistas habían escrito sobre el tema, pero Snowden fue crucial porque proveyó evidencia -sin embargo Hersh se muestra escéptico de que las revelaciones logren cambiar la política de EE.UU.
"Duncan Campbell [el periodista investigativo británico que reveló el caso Zircon], James Bamford [periodista estadounidense], Julian Assange, yo y el New Yorker, todos hemos escrito sobre la vigilancia masiva pero él [Snowden] reveló documentación que cambió la naturaleza del debate; ahora es algo real", dice Hersh.
"Los editores aman los documentos. Los editores obsesionados por formalidades, nunca tocarían una noticia como esta, a menos que haya documentos probatorios, entonces Snowden cambió toda la situación", agrega y luego acota: "Pero yo no sé si esto significará algo en el largo plazo por lo que veo de las encuestas en EE.UU. -el presidente todavía puede decir 'al Qaida, al Qaida' y el público vota dos a uno por continuar con este tipo de vigilancia, lo que es realmente estúpido".
Dirigiéndose a una sala llena en la Escuela de verano de periodismo investigativo de la City University de Londres, el septuagenario Hersh presenta a toda máquina, un remolino de historias asombrosas de lo que solía ser el periodismo: cómo reveló la masacre de My Lai en Vietnam, cómo consiguió las fotos de los soldados estadounidenses maltratando a los prisioneros iraquíes en Abu Ghraib, y qué piensa de Edward Snowden.
Esperanza de redención
A pesar de su preocupación por la falta de firmeza del periodismo, Hersh cree que todavía hay una esperanza de redención para el oficio.
"Tengo una suerte de perspectiva heurística sobre el periodismo, posiblemente tenemos esperanza porque el mundo está claramente gobernado por idiotas, más que nunca... No es que el periodismo sea siempre maravilloso, no lo es, pero al menos, podemos ofrecer alguna salida, algo de integridad."
El relato de cómo descubrió las atrocidades de My Lai es una historia del viejo periodismo "de recorrer las calles" y de la tenacidad. En 1969 le dieron una pista sobre un jefe de pelotón de 26 años, William Calley, que había sido acusado por el ejército de asesinato masivo.
En lugar de llamar por teléfono al oficial de prensa, Hersh subió a su auto y comenzó la búsqueda de Calley en el campo militar de Fort Benning, Georgia, donde le habían dicho que se hallaba detenido. Lo buscó puerta por puerta en la extensa base militar, haciendo una que otra escena al llegar a la recepción, golpeando la mesa con el puño mientras gritaba: "Sargento, quiero que me traiga a Calley ahora mismo".
Finalmente, sus esfuerzos dieron resultado, y la primera nota apareció en el diario St. Louis Post-Despatch, que se distribuía a través de EE.UU., y que le valió el Premio Pulitzer. "Escribí cinco notas. Pedí cien dólares por la primera, y hacia el final el New York Times me pagó cinco mil."
Fue contratado por el New York Times para cubrir el escándalo de Watergate y terminó acosando a Nixon sobre Camboya. Casi 30 años después, Hersh estuvo en los titulares del mundo por sus revelaciones sobre el abuso de prisioneros iraquíes en Abu Ghraib.
Dedicar tiempo
Su mensaje para los estudiantes de periodismo es: camina y dedica muchas horas al trabajo. Hersh supo de Abu Ghraib cinco meses antes de escribir sobre el tema, al recibir una pista de un oficial del ejército iraquí, que arriesgó su vida viajando desde Bagdad hasta Damasco para contarle que algunos presos le escribían a sus familiares pidiéndoles que los maten porque les habían "quitado el honor".
"Pasé cinco meses buscando un documento, porque sin un documento no había nada que hacer."
Hersh volvió a EE.UU. con la presidencia de Barack Obama. Hersh había dicho anteriormente que la confianza en sí misma de la prensa estadounidense para cuestionar al gobierno de EE.UU. colapsó después del 11 de septiembre, y ahora afirma enfáticamente que Obama es peor que Bush.
"¿Creen que Obama está siendo evaluado con estándares racionales? ¿Ha cerrado Guantánamo? ¿Ha terminado la guerra? ¿Alguien le presta alguna atención a Irak? ¿Obama habla en serio sobre la invasión de Siria? EE.UU. no está bien con las 80 guerras en las que se halla involucrado, entonces, ¿por qué diablos quiere hacer otra guerra? ¿Y qué pasa con los periodistas que no lo cuestionan?", pregunta Hersh.
Dice que el periodismo investigativo en EE.UU. está siendo destruido por la crisis de confianza, la falta de recursos y la noción errónea de lo que este trabajo conlleva.
"Se invierte demasiado en buscar premios. Es el periodismo en busca del Premio Pulitzer", agrega. "Es un periodismo prefabricado, en el que se escoge un tema no controversial -y no quiero disminuir el trabajo de nadie porque todos trabajan duro- hay temas con los que no se corren riesgos, pero hay otros temas, también. Como, por ejemplo, el asesinato. ¿Cómo logra Obama salirse con la suya con el programa de drones? ¿Por qué no hacemos algo al respecto? ¿Cómo lo justifica? ¿Cuál es la información de los servicios de inteligencia? ¿Por qué no evaluamos esta política? ¿Por qué los periódicos citan constantemente a los dos o tres grupos que monitorean las matanzas con drones? ¿Por qué no hacen su propio trabajo independiente?
"Nuestro trabajo es la búsqueda de la verdad de manera independiente, nuestro trabajo -este es un 'tema de debate', es ir más allá de la controversia y averiguar quién tiene la razón y quién está equivocado en un tema específico. Esto no sucede a menudo. Cuesta dinero, tiempo, involucra riesgos. Hay alguna gente -el New York Times todavía tiene periodistas investigativos pero pasan tanto tiempo sirviendo a la causa de Obama como yo jamás lo hubiera imaginado... Es como si ya no se atrevieran a ubicarse 'desde afuera'."
Dice que de alguna manera era más fácil escribir sobre el gobierno de George Bush. "Era más fácil criticar en la era Bush, es mucho más difícil con Obama".
Al responder sobre cuál sería la solución para el periodismo, Hersh dice que la mayoría de los editores son unos pusilánimes que merecen ser despedidos.
"Voy a decir la solución, deshacerse del 90% de los editores actuales y comenzar a nombrar en su lugar a editores que no puedas controlar", dice. "Yo vi en el New York Times, que la gente que asciende en la jerarquía son los que están sentados en sus escritorios, que se llevan bien con el director, que hacen lo que quieren los editores en jefe, y que los rebeldes nunca son promovidos. Hay que empezar a promover a las personas más apropiadas, que son las que te miran a lo ojos y te dicen que no les importan las directivas."
Tampoco entiende por qué el Washington Post retuvo la documentación provista por Snowden, y solo la publicó cuando supo que el Guardian iba a publicarla.
Si Hersh estuviera a cargo de los medios de comunicación de EE.UU. su política de campo arrasado no se limitaría a los periódicos.
"Cerraría las agencias de noticias de las redes televisivas y comenzaría todo de nuevo, tabula rasa. A los principales, NBC, ABC y demás, no les va a gustar esto, pero hay que hacer algo diferente, algo que provoque la reacción de la gente, que se enojen contigo, eso es lo que se supone que debemos hacer", agrega Hersh.
Hersh se ha tomado un descanso del trabajo periodístico para escribir un libro, cuya lectura será, sin dudas, muy incómoda tanto para Bush como para Obama.
"La república se halla en problemas, mentimos sobre todos los temas, la mentira se ha vuelto esencial". Y les implora a los periodistas que hagan algo para revertir esta situación.
Lisa O'Carrol
The Guardian
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