jueves, marzo 19, 2015

A 77 años de la expropiación petrolera en México



El gobierno de Peña Nieto avanza en la entrega de recursos a las trasnacionales. Se anunciaron más de 125.000 despidos de petroleros, producto de la aplicación de la reforma energética. En ese contexto, se cumplen 77 años de la expropiación petrolera.

Década de 1930. El movimiento obrero se estaba organizando en México. A inicios de 1936, 21 sindicatos petroleros conformaron el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, que adhirió a la CTM.
En julio de ese año, el nuevo sindicato elaboró un proyecto de convenio colectivo que, de acuerdo con Samuel León e Ignacio Marván en su libro En el cardenismo (1934-1940), incluía las siguientes demandas:

- Jurisdicción del sindicato sobre todos los empleados, excepto algunos técnicos y ejecutivos.
- Control por parte del sindicato de la contratación y el despido.
- Semana laboral de 40 horas.
- Mejoramiento del servicio médico y la aprobación de un plan de pensiones.
- Mejores condiciones de alojamiento en los campos petrolíferos.
- Dieciocho días de descanso obligatorio en el año.
- Vacaciones de 25 a 60 días dependiendo de la antigüedad del trabajador.
- Transporte gratuito al lugar elegido de vacaciones por el trabajador.
- Incremento salarial de 26 millones de pesos y otras prestaciones.

El 3 de noviembre lo presentaron ante las empresas y anunciaron que irían a la huelga si las negociaciones no iniciaban el día 13 del mismo mes. Las empresas se opusieron, argumentando que había otros convenios en vigencia. El gobierno pidió posponer la huelga unos días. El sindicato anunció la huelga para el día 29. Cárdenas intervino: propuso que en un plazo de seis meses se realizara una convención para debatir sobre el nuevo convenio.

La huelga petrolera

Estalló el 28 de mayo de 1937, y contó con el apoyo de la CTM. Duró 13 días durante los cuales se vio afectado el transporte, que no podía dar servicio por falta de combustible, y los tranvías eléctricos no alcanzaban, las industrias casi cerraron, la economía nacional redujo su actividad al mínimo: nada funcionaba (ni funciona) sin petróleo.
El enorme poder de los petroleros de paralizar el conjunto de la producción quedó de manifiesto. De nuevo, Cárdenas les pidió a los trabajadores que levantaran la huelga, cuestión que aceptaron el 9 de junio.

El Frente Popular y el petróleo

La dirigencia del sindicato y la CTM habían resuelto que “frente a la lucha imperialista, la única táctica de lucha posible es la táctica de un frente popular. ¿Cómo realizar la táctica del frente popular frente a la actitud de las empresas imperialistas del petróleo? Ligando los intereses del movimiento obrero y el pueblo de México junto con los intereses del gobierno nacional, hacer un frente común el sector proletariado y el pueblo, frente a las empresas imperialistas”.
Así contuvieron la lucha obrera y la subordinaron a la vía “legal” y las necesidades del gobierno, en vez de mantener su independencia política.
El sindicato presentó ante la Junta Nacional de Conciliación y Arbitraje un conflicto colectivo de carácter económico. Ésta emitió su laudo el 18 de diciembre: condenó a las empresas a pagar 26 millones de pesos en aumento de salarios y prestaciones.
Los representantes de los empresarios plantearon que era imposible cumplirlo y que daban por terminado el contrato de trabajo. Se investigó a las compañías para verificar si era cierto, y los peritos concluyeron que la industria petrolera en México les dejaba más utilidades que en Estados Unidos.
El día 28 las compañías presentaron un amparo ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El 1° de marzo la Corte negó el amparo, y el día 14 instó a las empresas a cumplir con el laudo del 18 de diciembre.

La expropiación

Ante la negativa de las compañías petroleras de aceptar el laudo oficial –con la amenaza de una nueva huelga obrera en el aire y la amenaza explícita de las empresas de llevarse sus capitales de México– el 18 de marzo, Cárdenas anunció la expropiación petrolera, ante el asombro del mundo, y pidió apoyo moral y material a la población mexicana, que contribuyó también al pago de las indemnizaciones a las empresas.
Así dio fin a una larga historia de expropiación de los recursos energéticos por parte del imperialismo.
Las empresas expropiadas fueron muchas, entre otras, la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila (subsidiaria de la Royal Dutch Shell) y la California Standard Oil Company of Mexico (hoy Chevron).
Trotsky, ya exiliado en México, se pronunció en su artículo “México y el imperialismo británico”: “Sin sucumbir a las ilusiones y sin sucumbir a las calumnias, los obreros avanzados apoyarán completamente al pueblo mexicano en su lucha contra los imperialistas. La expropiación del petróleo no es ni socialista ni comunista. Es una medida de defensa nacional altamente progresista”.

La campaña de boicot

Inglaterra y Holanda amenazaron con el boicot al país, los gobiernos imperialistas se agitaban. Las empresas extranjeras que producían insumos para la industria petrolera se negaron a proveer a México.
Trotsky, en el mismo artículo planteó: “El México semicolonial está luchando por su independencia nacional, política y económica… Los magnates del petróleo no son capitalistas de masas, no son burgueses corrientes. Habiéndose apoderado de las mayores riquezas naturales de un país extranjero, sostenidos por sus billones y apoyados por las fuerzas militares y diplomáticas de sus metrópolis, hacen lo posible por establecer en el país subyugado un régimen de feudalismo imperialista, sometiendo la legislación, la jurisprudencia y la administración. Bajo estas condiciones, la expropiación es el único medio efectivo para salvaguardar la independencia nacional y las condiciones elementales de la democracia”.

Una salida obrera contra las reformas estructurales

Hoy los trabajadores y el pueblo de México enfrentamos la pérdida de la soberanía energética, junto con un ataque brutal a las conquistas obreras que aun mantenían los petroleros, cuestión que se expresa en los cientos de miles de despidos que se avecinan, a los que se suman los ya efectuados en las contratistas de Pemex, como Oceanografía.
Asimismo, de la mano de la reforma energética han venido los cambios al contrato colectivo de trabajo: “para los nuevos trabajadores y empleados de confianza ya no habrá pensión de Pemex, sino que tendrán cuentas individuales del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR)”, según informaba La Jornada el 12 de enero de este año.
Para enfrentar estos ataques, es necesario que los trabajadores se organicen desde las bases en forma democrática, tirar abajo a la burocracia del sindicato encabezado por Carlos Romero Deschamps, y proponer un plan de lucha por la renacionalización sin pago y bajo control obrero de Pemex y sus subsidiarias, junto a otros sectores que están peleando por sus derechos y contra las reformas estructurales.

Bárbara Funes
México D.F | @barbarafunes2

Nota: este artículo se publicó originalmente en el periódico Tribuna Socialista y se adaptó para la presente edición.

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