La llegada del índice de acciones de tecnología -Nasdaq- al récord de 5.000 puntos ha sido celebrada con entusiasmo por la prensa financiera, como una evidencia del fin de la crisis mundial.
Ese tope accionario, sin embargo, ya había sido alcanzado hace 15 años. En los finales de los ‘90, las tecnos habían incluso superado, en número, a las que cotizaban en el mercado tradicional. Se traducía, en estos términos, la irrupción de la telefonía móvil, la computación e internet.
En 1995, la acción de Microsoft cotizaba a 2,8 dólares y a fines de 1999 llega a 43 -sube 1.500%-; Yahoo comienza en un dólar en 1996 y supera los 105 dólares en el año 2000, una suba del 10.500%.Los precios de las acciones alcanzan niveles que, medidos por el retorno de la inversión que emerge de sus ganancias, llegan en muchos casos, a los 100 años; Cisco, 127 años; Oracle, 103; Qualcom, 123, y Yahoo, a 418 años.
La suba de estas acciones, en un mil por ciento, que se registra en la década del ‘90, no responde, como se ve, a un crecimiento de los beneficios. Los ‘analistas' atribuyen esta incongruencia a "las expectativas". De acuerdo con este enfoque, el precio de las acciones no debe guardar relación con las ganancias reales, sino con "las esperadas", e incluso podrían subir si anotan solamente pérdidas. Este relato justifica el "capital ficticio", que no tiene un valor de capital real correspondiente, como el capital anticipado de una ganancia incierta.
Derrumbe histórico
El desarrollo de este capital ficticio procede por medio de compras que se financian mediante endeudamiento. Los bancos y comisionistas de Bolsa otorgan préstamos a los inversores (margingdebt), que permiten comprar hasta el doble y el triple del capital propio. El financiamiento accionario llega, en la década del ‘90, a 400 mil millones de dólares. Cuando el mercado se revierte, ante la evidencia de que las ganancias no llegan, las 5.556 empresas listadas en el Nasdaq caen a 3.000 -los inversores quiebran.
Desde marzo del año 2000, el Nasdaq pierde el 78 por ciento desde la cima. En la cresta de la ola, la valuación total del mercado fue de 6,7 billones de dólares y en el piso, en octubre de 2002 de sólo 1,6 billones (Los Angeles Times, 16/7/06). El mercado tradicional (NYSE) pierde 46% en igual período.
Los grandes perdedores serán los pequeños inversores, que respondían, según un estudio del New York Times, por el 45% de las tenencias accionarias; en el crash de Wall Street de 1929 eran el 5% del total (New York Times, 15/3/2001). La FED sale al salvataje del sistema bancario.
Sube y baja
Luego de una recuperación parcial, el Nasdaq vuelve a caer como consecuencia de la crisis de 2007-2009. Se produce la mayor quiebra bancaria de la historia cuando cae Lehman Brothers, que deja deudas por 600 mil millones de dólares.
Durante la crisis la FED otorga préstamos masivos a los bancos muy por encima de sus valuaciones (incluso extranjeros, como el Royal Bank of Scotland, Deutsche Bank, Societe Generale, etc.) por 16 billones de dólares (Auditoría de Ron Paul) -una suma que excede la deuda nacional. La tenencia de bonos en el balance del banco central pasa, en cuatro años, de menos de 869 mil millones de dólares, en 2007, a más de 4 billones.
Siempre que llovió...
Un informe de la prensa financiera identifica 29 billones de dólares invertidos en los mercados por 400 instituciones públicas de 162 países, incluido el oro. El Estado se ha convertido en el mayor socio del capital; una expropiación subrepticia del capitalismo por el Estado capitalista. Este soporte de la banca central desmiente que el retorno del Nasdaq a los 5.000 puntos responda a una suba efectiva de ganancias de las empresas tecnológicas. La guerra empeñada por el servicio móvil, entre las proveedoras de servicios informáticos, por un lado, y las de servicios telefónicos, por el otro, pone de manifiesto una caída de la tasa de beneficio que se disputan estos monopolios.
Los 5.000 puntos que vuelve a alcanzar el Nasdaq se muestran como un techo de la mayor especulación de la historia en un contexto de crisis mundial. La diferencia con el pasado es que ahora las víctimas serán los bancos centrales y el sistema monetario. Esta amenaza explica que el Banco Central Europeo y los bancos centrales de la zona euro hayan salido a comprar deuda pública, a tasas negativas de interés -o sea que anotan una pérdida en el mismo instante de su intervención.
Nicolás Roveri
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