Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
viernes, marzo 20, 2015
El bienio de Francisco
El Vaticano se debatía en una descomposición terminal cuando Bergoglio fue ungido dos años atrás. El gobierno de la curia romana estaba en un completo impasse, dividido entre camarillas criminales, enlodadas por negociados millonarios y escándalos de pedofilia que sumaban miles de víctimas en el mundo entero. Los "carpetazos" entre las facciones enfrentadas habían hecho pública las inmundicias de unos y otros. El Papa Benedicto optó por abandonar el barco.
En la elección de Bergoglio el fiel de la balanza la inclinó la mayoría del episcopado norteamericano y alemán. La demolición del "partido romano" dio lugar a una salida de emergencia. Fueron también los bancos yanquis y teutones los que cargaron con una sigilosa labor de "limpieza" en el Banco Vaticano.
La sintonía con los capitostes del orden mundial se extendió a la Cancillería vaticana que pasó a lo que los conocedores de los mentideros de la Iglesia llamaron el retorno a una "línea histórica"; es decir, de colaboración con los intereses generales de la diplomacia gran capitalista. El lugar lo ocupó el cardenal Pietro Parolín que fue mucho tiempo embajador en Venezuela operando en favor una salida de compromiso entre la crisis del chavismo y al desmadre de la oposición. En el manejo de la economía de la "Santa Sede" fue instalado un cardenal anglosajón, el australiano George Pell.
Francisco hizo gala de un ornamento más austero, habló de una Iglesia de los "pobres" y condenó de palabra la porquería reinante en Roma al modo eclesial (equívoco, ambiguo, confuso). Bastó para que el ala crítica de la gestión derechista y sus desastres, más otros herederos de la devaluada teología de la liberación y algunos laicos identificados con el progresismo fueran entusiasmados por el nuevo... relato. Todo el mundo acabó conquistado por la política del gatopardismo (cambiar algo para que nada cambie).
La propia crisis terminal de la Iglesia parió así un arbitraje aceptado por tirios y troyanos que catapultó la salida de emergencia a una condición "revolucionaria". La excepción a esa idolatría, que se hizo universal ha sido una Comisión de Naciones Unidas que acusó al Vaticano en manos de Francisco de mantener la complicidad con criminales y pederastas, a los cuales continúa protegiendo. Asociaciones de Víctimas de obispos y hombres de sotana se han pronunciado en el mismo sentido. Es que más allá de las palabras no hubo ni condenas ni castigos. En los más diversos tribunales del mundo se amontonan juicios y demandas innumerables contra las Iglesias locales. Los delincuentes, traficantes y delincuentes de toda laya simplemente han sido opacados por el Vaticano frente a la opinión pública, enviados a diócesis escondidas o jubilados amablemente.
El acto doctrinario más "revolucionario" que se le adjudicó a Francisco, en el bienio fue convocar a una Sínodo (reunión de obispos) para considerar si los divorciados y homosexuales pueden ser tratados como católicos iguales a los demás. Y sólo para "reflexionar" sobre el tema sobre lo cual no se resolvería nada hasta una nueva sesión que se concretaría este año. Aun así el asunto quedó completamente empantanado. Frente a la oposición de la derecha, Francisco retrocedió en su propuesta inicial de reconsiderar la cuestión. Cerró las deliberaciones sinodales afirmando que nunca debería ponerse en duda "la verdad fundamental del sacramento del matrimonio: la indisolubilidad".
Ahora, apenas algunos meses después, la vaticanista de "La Nación" -Elizabeta Piqué- subtituló su nota sobre el bienio de Francisco indicando que "crece la oposición de derecha". Es la que habría lanzado ahora su propia campaña de "carpetazos" contra supuestos negociados de la gente de Francisco en Roma. Vuelve a hablarse de un "vatileaks". Así están las cosas. Los límites de la gestión "franciscana" son, además, las que impone una crisis mundial que está devorando a los "gestores" de las más diversas trincheras. No hay dios que los salve.
Pablo Rieznik
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