Un viaje hacia las utopías revolucionarias (CLXXIV)
En la primavera de aquel año 1975 teníamos muchas dudas, que esperábamos que con el tiempo se disiparan, y algunas certezas.
Estábamos convencidos, por la información que nos trasmitía el Partido, que la cúpula militar se preparaba para ocupar el "poder formal", en marzo del año próximo.
Este preciso dato lo había obtenido el servicio de inteligencia del PRT. ERP que encabezaba el Capitán "Pepe".
Entre sus integrantes estaba un gran compañero revolucionario que dirigía el diario especializado en economía más importante del país.
El "Cronista Comercial " había sido fundado en 1908. Su director, Rafael Perrota, tenía acceso directo a los comandantes de las Tres Armas-Videla, Massera y Agosti.
Estos reiteraban, en los encuentros sociales con nuestro compañero y su esposa, que el régimen encabezado por María Estela Martínez de Perón estaba en plena decadencia y que las jornadas de junio de ese año, conocidas como el "Rodrigazo", habían revelado la incapacidad del mismo para poner en marcha el modelo económico diseñado por las clases dominantes; con el respaldo de los Estados Unidos.
El "partido militar " entendía, que el acuerdo con el General y la fracción burguesa del Movimiento que además contara con el apoyo de la dirigencia sindical pactista encabezada por Lorenzo Miguel, no pudo frenar el desarrollo del movimiento revolucionario y popular que se expresaba en el crecimiento de las organizaciones armadas y en el desarrollo de las comisiones internas en las fábricas y del sindicalismo clasista, cuyos integrantes ocuparan la Plaza de Mayo en aquella memorable jornada que eyectó del gobierno a José López Rega y al Ministro de Economía Celestino Rodrigo.
Con este escenario se preparaban para que el General "democrático" -como lo caracterizaba el "reformismo"- Jorge Rafael Videla, se sentara en el "sillón de Rivadavia".
Estos detalles precisos fueron trasmitidos por Agustín Tosco, en la visita que he narrado en la nota anterior, a los dirigentes de la oposición democrática y a los militantes del peronismo revolucionario como Alicia Eguren, Bernardo Alberte y Jorge Di Pasquale, entre otros.
Con idéntico objetivo me reuní con Miguel Zavala Rodriguez y Gustavo Lafleur -ambos integrantes de la Organización Montoneros y viejos amigos -a los que les trasmití la información obtenida
Por otro lado comenzamos a preparar sendos encuentros, del Buró Político del Partido, encabezado por nuestro Secretario General Mario Roberto Santucho, con Raúl Alfonsín y Oscar Alende.
Para ultimar los detalles de la reunión con el líder de la fracción renovadora del radicalismo enfrentada a la corriente conservadora de este, me reuní con Mario Abel Amaya y Raúl Borras.
Con ambos tenía una gran empatía y sabía que simpatizaban con nuestras posiciones más allá de no compartir, totalmente, la actividad armada que desarrollaba el ERP.
El primero había estado varias veces en mi casa y semanalmente nos tomábamos un café para intercambiar información.
Era un extraordinario ser humano, valiente y con una sensibilidad especial como lo había demostrado en agosto de 1972 en el aeropuerto de Trelew cuándo representó a los compañeros que no habían podido completar la fuga del penal de Rawson, luego asesinados por la Dictadura Militar encabezada por el General Alejandro Agustín Lanusse.
Conducta que reiteró en la inhumación de los restos de Rodolfo Ortega Peña cuándo, junto a Rafael Marino, intentó impedir que la patota policial dirigida por el Comisario Alberto Villar se llevara el féretro que contenía los restos de nuestro compañero; en ese momento diputado nacional.
El segundo era oriundo de la ciudad de Pergamino, amigo de Enrique Pujals, el padre de Luis y había acompañado a este en el reclamo por la aparición con vida del "Flaco"; por lo que me caía muy bien y sentía mucho afecto por él.
Ambos, además, tenían una altísima opinión de Benito Urteaga, que integraba la dirección de nuestro Partido ya que este había acompañado en la Casa Rosada al presidente Illía en aquel trágico 28 de junio de 1966 cuándo fue desplazado del gobierno por una patota policial-militar encabezada por el General Julio Alsogaray.
El "Cabezón" había sugerido resistir pero no tuvo eco en los jóvenes radicales que lo acompañaban.
En varias oportunidades cuando dirigía el diario "El Mundo" nos habíamos reunido con estos amigos y Benito que, en ese momento, era el representante del PRT en el armado de este.
Les hice saber que el ERP había ofrecido una tregua por la que suspendería toda actividad armada para sumarse al planteo de que se convocara a una Asamblea Constituyente y se conformara un gran frente antigolpista.
Conforme lo acordado nos encontramos días después, en una esquina del barrio de Flores.
Eduardo Merbilaha y yo llegamos en un automóvil "expropiado", estacionándolo en el lugar; ya que habíamos convenido en concurrir a la casa, en la que se llevaría a cabo la reunión, en el automóvil de Borrás.
Para no llamar la atención estábamos de riguroso traje y corbata; aparentando ser dos profesionales que se encontraban con amigos.
Al hacer las presentaciones Eduardo dio su nombre de guerra y Raúl lo saludo afectuosamente lo mismo que a mí; ya que nos habíamos reunido en varias oportunidades.
Al ingresar al vehículo Borras se puso en el lugar del conductor por lo que le dije que no era posible ya que el que iba a conducir era "Alberto" y ellos tenían que ir "cerrados"; para evitar que conocieran la casa operativa en la que se llevaría a cabo el encuentro.
Los tres no tuvieron problema y en el trayecto abordamos algunos temas personales ya que teníamos amigos comunes.
Al llegar al lugar advertí que era una casa sencilla la elegida para el encuentro. En la entrada estaban el "Robi" y Benito esperando a los referentes del Movimiento de Renovación y Cambio de la UCR.
Me quedé en una habitación de la casa leyendo los diarios del día, ya que no pertenecía al Buro, por lo que no debía participar en el convite.
Duró más de dos horas la reunión y al salir Alfonsín me dijo que estaba impresionado de la precisión y claridad con que Santucho analizaba la coyuntura y que acordaba con la idea de coincidir en un gran frente para impedir el golpe militar que era inminente.
El momento político era complicado.
Por su lado en el Tercer Mundo las noticias rebelaban lo difícil que era alcanzar la plena liberación de los pueblos como ya lo había previsto el Che.
En Angola cuándo se tendía a consolidar la victoria del MPLA liderado por Agostinho Neto el país fue invadido por Zaire por el Norte y Sudáfrica atacaba por el Sur con la complicidad de la organización Unita, por lo que los revolucionarios angolanos pidieron el apoyo militar de Cuba para consolidar el proceso liberador.
A su vez en Vietnam luego de la victoria del pueblo armado en Saigón se comenzaban a preparar las elecciones generales que llevarían a la unificación del país.
En nuestra patria en esos días nos enfrentábamos a grandes dilemas:
¿Cómo defender un gobierno que había respaldado la Triple A y la militarización de la provincia de Tucumán y que no corregía el rumbo? ¿De qué forma podíamos impedir la ofensiva castrense? ¿Cómo impulsar la unidad de los revolucionarios, el crecimiento de la coordinación con los movimientos guerrilleros del Cono Sur y a la vez unir la diversidad en la defensa de la democracia? Estos y otros temas abordaremos en nuestra próxima nota.
Manuel Justo Gaggero, ex Director del diario "El Mundo" y de las revistas "Nuevo Hombre" y "Diciembre 20".
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