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domingo, marzo 22, 2015
La presión sobre Grecia, el dólar y la pelea por Latinoamérica
Imágenes de cortes de rutas y puentes y revueltas en Frankfurt mientras sesiona la reunión de una de las patas de la Troika europea, el Banco Central Europeo, la cumbre de tecnócratas que busca asfixiar al pueblo griego. Uno de nuestros diarios habituales de consulta, el segundo más leído de Alemania, juega de local, es justamente el Frankfurter Allgemeine Zeitung, que publica un artículo de Gerald Braunberger sobre la preocupación por las presiones devaluatorias hacia el euro debido a la apreciación del dólar
“Muchos bancos centrales quieren devaluar su moneda para tener ventajas en el mercado mundial (…) Las perspectivas de una devaluación son inciertas, pero nadie niega que hoy hay más miedos de tener una divisa fuerte que de tener una débil. Hoy se puede observar el miedo a una moneda fuerte en EE.UU, donde el dólar se ha apreciado sustancialmente en los últimos meses. Allí se quejan amargamente las compañías orientadas hacia la exportación.“
Hoy en día el valor del euro es de 1,40 dólar y los tecnócratas de la UE estiman que una devaluación de entre un 5 y un 10 % sería el nivel adecuado. Según el FAZ, la idea de la devaluación del euro proviene de Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo.
“No solo los tipos de cambio se desarrollan bajo el hechizo de la política, sino también los precios de los bonos, las acciones, los bienes inmuebles y las materias primas. Si las instituciones financieras y otros inversores operan con precios distorsionados cuyos riesgos no se pueden evaluar adecuadamente, crea el potencial de una grave crisis financiera. El costo de tal crisis, como se ha demostrado en los últimos años, dañan la confianza de la gente en el orden en el que viven.”
El problema es además si una presión devaluatoria del euro no sigue haciendo escalar el precio del dólar en general y llevando a un inestabilidad económica mundial que puede repetir las crisis de las deudas de los países emergentes como ocurrió en 1982 y 1994, cuando estas crisis se desataron ligadas a la apreciación del dólar, como se explica en ésta nota que relaciona ambos fenómenos.
La nota de opinión más comentada de la edición de hoy de The Observer/The Guardian de Londres está escrita por un periodista alemán y trata sobre las relaciones de Alemania con Grecia, sobre la visión alemana de los motivos por los cuales Grecia se encuentra en su situación actual.
“Los alemanes admiran a [el ministro de finanzas] Schäuble por su capacidad para mantener la calma. Las caricaturas griegas que lo retratan como un nazi han causado indignación. Los alemanes también resienten las demandas griegas de que se les pague reparaciones por la brutal ocupación en la Segunda Guerra Mundial y las sugerencias de que se podría confiscar propiedad alemana para hacer cumplir el pago. Los griegos tienen una razón, y Alemania está dispuesta a negociar. Pero el uso pasado de Alemania para chantajear al gobierno de Angela Merkel en negociaciones que no están relacionadas con el tema no es una buena idea. Durante décadas, sus amigos europeos han explotado la conciencia turbia de Alemania. Pero hay sentimiento creciente - y peligroso – de que ya es suficiente (…) El auge del populismo en el plano interno es una de las principales razones por las cuales Merkel no puede ceder. A la derecha, el partido anti-euro, anti-inmigrante y vagamente antinorteamericano Alternative für Deutschland probablemente entre al Parlamento en 2017. A la izquierda, gana impulso una campaña contra el tratado de libre comercio entre la UE y los EE.UU. En las calles, la gente se ha demostrado en Dresde en contra de "islamización" y las "mentiras de la prensa" y se levantaron en Frankfurt contra el Banco Central Europeo y el capitalismo en general. Apretado por los radicales a izquierda y derecha, el centro pro-europeo no se puede sostener.”
En otro orden político muy diferente, reflejando cómo la agenda de un imperialismo cuyas prioridades no son las mismas que las de los europeos, El New York Times dedica su editorial de hoy a Dilma Roussef, haciéndose eco de las grandes manifestaciones convocadas por la derecha y las clases altas brasileñas. El “diario más creíble de EE.UU” en general es un buen barómetro de la política del Partido Demócrata al que está ligado desde hace mucho. La política norteamericana en Latinoamérica se basa en reconquistar su patio trasero en el que desde comienzos de siglo viene perdiendo influencia producto de las crisis de viejos regímenes y partidos tradicionales y que dieron lugar a gobiernos “posneoliberales” que ahora entran también en declive, por lo cual aprovechan toda grieta para ir hacia recambios gubernamentales más ordenadamente alineados con la Casa Blanca. Brasil históricamente ha sido el gran agente regional en que se basa la influencia norteamericana. Incluso lo ha sido durante los años de gobierno del PT, por más que actualmente la política exterior norteamericana considere fortalecer a la oposición derechista, más orgánicamente ligada a la Casa Blanca y menos comprometida con la creciente influencia de otros competidores de EE.UU por tener más influencia política y económica en la región como es China. Por eso el NY Times se centra en la política exterior de Brasil: “Mientras que le va a costar mucho restaurar de la confianza de los ciudadanos, sin duda sería más prudente que Rousseff gastara más energía en apuntar hacia el exterior, para ayudar a fortalecer la economía del país. Un primer paso sería volver a encauzar la relación de Brasil con Estados Unidos. Los funcionarios estadounidenses vieron una promesa significativa en Rousseff durante sus primeros años de gobierno, ya que la veían como un liderazgo más pragmático que su predecesor y mentor, Luiz Inácio Lula da Silva, un baluarte de la izquierda de América Latina (…) Sin embargo, Brasil puede desempeñar un papel fundamental en dos países de América Latina que son de creciente importancia para los Estados Unidos. En Venezuela, Brasil puede ser el actor externo más influyente capaz de reducir la brecha peligrosa entre el gobierno del presidente Nicolás Maduro y la oposición, a la cual el Sr. Maduro ha enfrentado encarcelando a sus dirigentes. (…) En Cuba, Brasil podría desempeñar un papel constructivo en la evolución económica y política de la isla mientras llega a su fin la era de los Castro.”
Guillermo Iturbide
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