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martes, marzo 15, 2016
Freud, Lacan y la persistencia de un mito
En su reseña de la biografía de Freud de Elisabeth Roudinesco, Osvaldo Quiroga hace una lectura en una clave que dista mucho del propósito de la autora, repitiendo un interesado mito lacaniano.
Hace unos días, La izquierda diario publicó una reseña de “Freud. En su tiempo y el nuestro”, la biografía a cargo de la historiadora Elisabeth Roudinesco, recientemente editada. Sobre la misma, Osvaldo Quiroga hace una lectura en una clave que creemos que dista mucho del propósito de la autora.
Como señalábamos en nuestra reseña del libro, “Roudinesco pone entonces en juego una estrategia doble, que podríamos sintetizar con la frase ‘no hay mejor defensa que un buen ataque’. La misma consiste en responder a las críticas del antifreudismo desmontando la mitología construida alrededor de Freud y reconstruyendo al mismo tiempo sus tensiones y contradicciones, así como sus determinaciones sociales y culturales, de modo de fundar una crítica a las instituciones psicoanalíticas, en la búsqueda de vías superadoras, socialmente progresivas, para la disciplina”. Es que, como bien señala Roudinesco, “Tras decenios de hagiografías, aborrecimientos, trabajos científicos, interpretaciones innovadoras y declaraciones abusivas, y luego de los múltiples retornos a sus textos que han salpicado la historia de la segunda mitad del siglo XX, nos cuesta mucho saber quién era verdaderamente Freud".
Lo que Roudinesco nos propone, entonces, es encontrar al verdadero Freud como condición previa para rescatar sus valiosos aportes teóricos y terapéuticos al psicoanálisis.
Ahora bien, al contrario del planteo de la autora, en el artículo de Quiroga nos encontramos con una lectura en la que prevalece una visión celebratoria. Nuevamente el relato del mito del héroe, “genio” o “gladiador”, para usar los términos de la nota.
“No saben que les traemos la peste”
Pero hay un detalle, sintomático, que revela hasta qué punto está arraigada esta narrativa mítica.
En su reseña, Quiroga señala que encontramos allí al “Freud que se convirtió en una celebridad mundial, admirado tanto en Europa como en los Estados Unidos, y que se vio obligado a desplazarse de su casa para explicar aquello que dijo antes de desembarcar en los Estados Unidos: ‘Me reciben muy bien. No saben que les traigo la peste’. La peste era la noticia, ni más ni menos, de que el sujeto no es el amo supremo de sus actos y que el hombre está condicionado por su propia historia y sus identificaciones”.
Pero resulta que, ¡Justamente en el mismo libro reseñado la autora señala explícitamente que la anécdota de “les traemos la peste” es falsa y que las únicas palabras de Freud fueron: “Si tan solo supieran lo que les traemos…”! [p.170] Acto seguido, nos dice –en nota al pie– que “Lacan pretende que habría dicho: ‘No saben que les traemos la peste’. Hoy se sabe, pues, que Freud jamás pronunció esa frase. Pero la leyenda es tenaz”. [p.502]
Y sí. Como vemos, la leyenda es tenaz. Pero resulta más interesante ver de dónde viene, ya que repuesto en sus orígenes, revela la trama de una operación de lectura con efectos de largo aliento, sobre todo en nuestro país.
En su biografía del psicoanalista francés*, Roudinesco señala que se trata en realidad de una invención del propio Lacan, destinada a imponer, contra el psicoanálisis llamado norteamericano, su propio relevo de la doctrina freudiana, dotándola de un cariz subversivo.
Y en un texto reciente reconstruye y profundiza sobre la trama de esta operación, sus motivos y sentidos:
"Durante un discurso pronunciado en Viena en 1955, muy cerca de la casa de Freud, Jacques Lacan inventó la idea muy francesa y muy surrealista –piénsese en Antonin Artaud– según la cual la invención freudiana sería comparable a una epidemia susceptible de invertir los poderes de la norma, de la higiene y del orden social: la peste. Europa contra Estados Unidos. ’Así es –afirmó ese día– como la frase de Freud a Jung, de cuya boca la conozco, cuando, invitados los dos en la Clark University, tuvieron a la vista el puerto de Nueva York y la célebre estatua que alumbra al universo: ‘No saben que les traemos la peste’, le es enviada de rebote como sanción de una hybris cuyo turbio resplandor no apagan la antífrasis y su negrura. La Némesis, para agarrar en la trampa a su autor, sólo tuvo que tomarle la palabra. Podríamos temer que hubiese añadido un billete de regreso en primera clase.’" (Jacques Lacan, Escritos, vol. 1, op. cit., p. 386.)
Y señala que, a partir de su investigación histórica, pudo establecer que Freud nunca había pronunciado esta frase, y que Jung nunca había hablado a nadie de esta historia de la peste: "A su llegada a los Estados Unidos en 1909, rodeado por Jung y Ferenczi, simplemente había afirmado: ’Se sorprenderán cuando sepan lo que tenemos que decir’. Así, a mediados del siglo XX, Lacan logró dar un valor mítico a una frase, a tal punto que en Francia todos están convencidos de que Freud realmente la pronunció. En realidad, esta frase se convirtió para todos los lacanianos y para todos los franceses en el mito fundador de una representación subversiva de la teoría freudiana, que responde a la perfección a uno de los aspectos de la excepción francesa. En efecto, Francia es el único país del mundo donde, a través de los surrealistas y la enseñanza de Lacan, la doctrina de Freud fue mirada como subversiva y asimilada a una epidemia semejante a lo que fue la revolución de 1789." (ER, Lacan. Frente y contra todo, FCE, 2012).
La última frase, íntimamente relacionada con la situación del psicoanálisis en nuestro país –históricamente mediada por el escenario francés–, abre todo un campo de discusiones alrededor de la recepción de la obra de Lacan en nuestro país, que dejaremos para otro momento.
Como vemos, la mitología alrededor de Freud sigue vigente. Y, digámoslo también, excede con mucho a Quiroga, ya que la encontramos en diversos ámbitos, por ejemplo universitarios donde el lacanismo está muy arraigado en lugares de poder. Desmontar esa mitología es condición indispensable para recuperar el núcleo de verdad que contiene el psicoanálisis, y el trabajo de Roudinesco es un aporte insoslayable en este sentido.
Juan Duarte
@elzahir2006
* Roudinesco, E. Lacan. Esbozo de una vida. Historia de un sistema de pensamiento. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1994.
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