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domingo, marzo 27, 2016
“El hijo de Saúl”: el horror de la decadencia capitalista
Esta película del húngaro Lásló Nemes, ganó el premio del Festival de Cannes y ahora el Oscar de Hollywood a la mejor película extranjera. Pinta el horror de los campos de concentración del Holocausto hitlerista.
El problema del Holocausto fue tocado en los juicios de Nuremberg. Pero luego pasó al "olvido". Recién una década después del fin de la guerra Alain Resnais creó su documental Noche y Niebla, donde el horror de la masacre nazi se ve en pilas de objetos acumulados, fosas comunes, máquinas que empujan cadáveres para enterrar. Pero la matanza industrial en los campos no aparece directamente, se infiere.
Luego, Lanzman creó una superobra (Shoa) de más de diez horas de duración que le llevó muchos años armar, con decenas de reportajes a sobrevivientes de los campos, pero negándose a escenificar ficcionalmente el mecanismo de aniquilación.
En la década del ’90, Steven Spielberg lanzó la producción yanqui Lista de Schindler, de gran éxito, pero que encara las cámaras de gases en forma risueña-banal, tan típico del esquema spielbergiano: los judíos entran en la cámara de gases y cuando empiezan a desesperar porque adivinan su inmediata muerte reciben… ¡una ducha de agua! Fue muy criticada. Aparte de su contenido ideológico prosionista.
Pero este film del húngaro Nemes recibió el elogio del propio Lanzman, porque desarrollando un complejo proceso de cámaras no cae en golpes bajos. Toda la película sumerge en el clima de opresión que existía en el campo de Auschwitz, donde fueron aniquilados un millón de judíos.
La película ofrece la visión del personaje central, Saúl. Este es un sonderkomando, uno de los hombres reclutados por los verdugos nazis entre los propios judíos para hacer el trabajo pesado (arrastrar cadáveres, cargarlos en montacargas, enviarlos al crematorio, limpiar las cámaras de las excrecencias de los muertos, recoger la ropa y bienes y clasificarlos, etc.). Abyecto papel de un colaboracionista forzado.
Pero la película no es un documental, es una historia de la resistencia y la rebelión incluso de estos sonderkomandos.
En realidad hay dos rebeliones: la de Saúl, que cree reconocer a su hijo en un joven que sobrevivió, aunque inconsciente, al gaseo final. Trata de recuperarlo y frente a su muerte se propone lograr un entierro judío con un rabino que diga los salmos religiosos. Este es el nudo central, que suena como un gran contrasentido: miles pasan frente a los ojos de Saúl hacia las cámaras de gas y los crematorios; pero él quiere enterrar a su "hijo". En la película no queda claro si lo es efectivamente. Cuando compañeros delsonderkomando le señalan que no ha tenido hijos, Saúl insinúa que es producto de una relación extramatrimonial. La suya es una actitud enajenada. La búsqueda del rabino entre los que marchan a su muerte, el robo del cadáver del joven que es llevado al antro donde duerme, etc., es hecho por un hombre con gran energía e iniciativa que juega su vida para lograr este objetivo.
La segunda rebelión es la del levantamiento del sonderkomando el 7 de octubre de 1944. Los verdugos nazis eliminaban periódicamente a los sonder para que no quedaran testigos de su genocidio. La película muestra que este grupo de sonderkomando tenía relación con la resistencia polaca y se preparaba para un levantamiento. Esperaba el momento oportuno. Este se aceleró: después del envío de 400 mil judíos húngaros a Auschwitz, la "producción industrial" cayó fuertemente. El jefe del campo le pide al jefe de la brigada colaboracionista que arme una lista de 300 de ellos que puedan ser prescindibles. Esto obliga a adelantar la insurrección, en realidad un motín, ya que la relación de fuerzas era desigual. Armados con palos, piedras y algún arma de fuego, lossonderkomandos se enfrentaron a los nazis: tomaron un edificio, mataron a tres SS y volaron la cámara y el crematorio. Su ejemplo fue seguido por otro grupo de otra cámara. La represión fue bestial: 250 sonderkomando fueron salvajemente asesinados. Alguno logró huir.
Un film fuerte, que marca los extremos de la barbarie a los que llegó el imperialismo nazi. También, por omisión, su contrapartida del imperialismo "democrático", que se negó a bombardear las vías férreas por donde venían trenes cargados con judíos para su aniquilamiento, lo que hubiera disminuido drásticamente la cantidad de víctimas del Holocausto. La Cámara y el Horno volados por el levantamiento sonderkomando no fueron reconstruidos. Meses más tarde el campo fue abandonado ante el avance del Ejército Rojo y terminaba la guerra.
Pero el drama de los refugiados de Oriente Medio en Europa, los campos de internación a los que son enviados, indican que la barbarie es sinónimo de descomposición del capitalismo. Las palabras de la revolucionaria alemana Rosa Luxemburgo son proféticas: socialismo o barbarie.
Rafael Santos
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