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viernes, marzo 25, 2016
El México de los años 30
Recomendación de un soberbio viaje narrativo al país centroamericano.
Quien se haya acercado a los libros de Patrick Deville ( Saint-Brevin-les-Pins, Loira Atlántico, 1957) habrá observado que al hombre le gusta viajar, tanto por devoción como por profesión, y que tales periplos los hace con una bagaje bien pertrechado que luego aumenta a lo largo de la exploración del lugar, o los lugares, visitado. Ya anteriormente , al menos en lo que por acá se ha traducido, hemos podido conocer la biografía novelada del bacteriólogo Alexandre Yersin, miembro del Instituto Pasteur, que descubrió en 1894 el bacilo de la peste , conocido en su honor como Yersina pestis. « Peste&Cólera » recibió varios premios en el Hexágono, y en el libro se nos relatan las andanzas investigadoras y exploradoras del tal Yersin…Suiza, Alemania, Francia, Indochina…En su posterior « Ecuatoriana » el autor se zambulle y nos zambulle en los afanes, del Viejo Continente ( ingleses, franceses y alemanes) por europeizar el mundo a lo largo del siglo XIX. Científicos y misioneros, mano a mano, trataron de llevar adelante la civilizadora empresa. En el tenaz rastreo que llevaba a cabo Deville nos conduce al Congo, siguiendo allá el curso de los ríos Ogooué y Congo, abarcando dos siglos de historia. Por tierras y aguas recorridas por Joseph Conrad, nos encontramos con Brazza, Livingstone, Stanley, Albert Schweitzer, Jonas Savimbi, Pierre Loti, Céline o el Che Guevara, y no nombro a todos. La cercanía con que se nos acerca a los lugares y a los personajes que irrumpen en la escena hace pensar que el autor los ha conocido personalmente…Logrando , por otra parte, señalar algunos mojones que quedaron plantados en el futuro del llamado Continente negro. Pues bien, el inagotable viajero nos traslada ahora, en su « Viva » ( editada este mismo mes por la barcelonesa editorial Anagrama; las anteriormente nombradas están editadas por la misma editorial) al México de los años treinta del pasado siglo..
Vaya de entrada, que el viaje bien merece la pena y es que no cabe duda de que el país nombrado parecía estar llamado en la década señalada del siglo pasado a jugar la función de un imán en lo que se refiere a lo cultural, a lo artístico y a lo político. Allá fueron a parar Trotski, Malcom Löwry, André Breton, Antonin Artaud, B. Traven, la italiana Tina Modotti, o la poetisa de comunes orígenes Alfonsina Stroni, y otros muchos que fueron acogidos además de por el gobierno de Lázaro Cárdenas, que abrió las puertas del país a quienes buscaban refugio ante la catástrofe que sacudía al Viejo Continente, por algunos artistas del lugar, muy en especial cabe nombrar a Frida Kahlo y Diego Rivera, la pareja que formada por la paloma y el elefante, que servían de aglutinante del pulso artístico que latía en la zona, y por extensión en el arte mundial.
El viaje narrativo es omniabarcante ya que no olvida a nadie de los que por uno u otro motivo camparon por aquellas tierras; algunos de paso , otros instalados allá durante años. Imposible señalar los ejes sobre los que giran las historias, si nos referimos a los protagonistas que las pueblan; dicho lo cual sí que se pueden señalar dos personajes que coincidieron en el tiempo, aun no llegando a tratarse: el perseguido bolchevique Trotski y el compulsivo bebedor y escritor Malcom Löwry; el primero huyendo de las zarpas de Stalin, y el segundo luchando con sus fantasmas, sus delirios y contra el Volcán, al que intentaba plasmar negro sobre blanco en su Bajo el volcán.
El viaje que se completa con escapadas a otros lugares por los que anduvieron algunos de los protagonistas, antes y/o después, de su periplo mexicano, comprende igualmente el constante viajar de Patrick Deville en su afán de visitar los países atravesados por los personajes visitados, por conocer los paisajes y por tratar de halar huellas de su paso. Recurre igualmente el escritor a herederos y testigos de los personajes y de los hechos narrados, para confirmar sus historias y para ser riguroso en lo relatado. París, Moscú, distintos lugares de Asia, Alemania, Suecia, Nueva York, e…innúmeros lugares por los que huyeron o hubieron de pasar su protagonistas hasta llegar a su destino centroamericano; de este modo el centro situado en Centroamérica se extiende a lo largo y ancho del mundo no sólo en el campo de lo geográfico sino igualmente en el temporal. Por medio de tales travesías seremos ubicados en el ambiente cultural parisino, en la revolución alemana, en la guerra del 36, en los enfrentamientos de diferentes líneas dentro del movimiento comunista…Antes de seguir, quisiera señalar a modo de anécdota, que refleja la abundancia mostrada por Deville, que si se hubiera creado un índice onomástico de los nombres de personas presentados, habría hecho falta doblar, casi, la paginación del volumen.
Si quisiese señalar un juego a modo de metáfora acerca del desarrollo de la obra me atrevería a recurrir al billar, ya que las carambolas brotan por doquier, haciendo –y en ello asoma la sombra de otro juego, el de la Oca- que unos lugares nos lleven a otros, lo mismo que unos personajes nos impulsan a entrar en la vida y los contactos de otros. Infinidad de datos, una significativa multiplicidad de hechos y personajes nos son presentados, con la capacidad arácnida de tejer una tela que nos planta en medio del tejido social / político y artístico que se vivía en la época y que se ve vertebrado por las destacadas personalidades que desfilan por las historias que se encabalgan en una unión que no cruje de ninguna de las maneras sino que precisamente se desliza con una continuidad diseminada que extiende la mirada hasta ofrecer un completa y poliédrica mirada; casi me atrevería a recurrir a la metáfora nietzscheana sobre las miradas de altura, propias de las águilas, siempre que esta sea complementada con el escrutador tanteo de una apisonadora que aprieta el suelo por el que avanza.
Trotski huye, siendo acogido por la pareja de artistas Kahlo y Rivera y toda la banda de amigos, los encuentros y desencuentros en el seno de la pareja nos son presentados, los escarceos de la pintora y el político también, las divisiones y bandazos que se darán en el seno de aquella peña entre seguidores de la línea oficial marcada por Moscú y los partidarios de la Cuarta Internacional, son seguidos con detalle…Los atentados contra el líder bolchevique , el segundo de ellos realizado con éxito por el pioletero Ramón Mercader, cuyos padres le habían contagiado el fanatismo, los conoceremos de primera mano, por medio de los testimonios de directos conocedores de los hechos. Los viajes de Antonin Artaud en busca del peyote entre los tarahumaras, la búsqueda por parte de Graham Greene de inspiración para su escritura, el contacto del enmuermado André Breton que no causó muy buena impresión que digamos en el seno de los amigos de Trotski; nada digamos de la impresión que obtuvo Frida Kahlo en su visita parisina en donde invitada por Breton había acudido para exponer sus cuadros…¡ un verdadero desastre de desorganización por parte de una colla de vagos…! B.Traven , el hombre de los mil nombres e identidades evanescentes, reivindicando tal identidad cambiante como forma de escapar a las redes del control, implicado – bajo la máscara de Ret Marut- en la revolución libertaria de Munich, andaba por allá escribiendo su El tesoro de Sierra Madre …Tina Modotti, mujer libre donde las hubiese, sus amistades cambiantes, sus compromisos variables y sus brillantes fotografías ocupan igualmente importante lugar en la escena multicolor pintada…panorama que alcanza la grandeza de los murales riverianos ( algunos de ellos precisamente fueron duramente criticados por sus colegas por haberse vendido al capital yanki); por allá anda Sandino, futuro líder de la revolución en Nicaragua, como también lo hace Arthur Cravan poeta-boxeador que se busca la vida como puede del mismo modo que lo hacen muchos de los personajes que por allá se cruzan como cuerpos locos brownianos. Mientras tanto el obsesivo Malcom Löwry vive, malamente, del dinero que le hace llegar su preocupado y rico padre…y si lo hace malamente es por su sequía creadora y por su constante ingesta de alcoholes al por mayor.
En fin , imposible dar cuenta cabal y completa de los presentado magistralmente por Deville, quien según se señala en la contracubierta del libro ha escrito una novela-río…No sería exagerado corregir tal caracterización y hablar de una novela-torrente, ya que- reitero – la cantidad de hechos, de personajes, de marchas atrás y adelante, al derecho y al revés, realmente resulta impresionante, resultando además, contra lo que pudiera parecer por aquello de que quien mucho abarca poco aprieta, y no es el menor de los méritos del libro, sino quizá el mayor: la capacidad mostrada en la presentación de la complejidad de una revuelta época
Brillante muestra de un escritor nómada, rigurosamente informado, que nos entrega una novela rizomática que nos invita a esperar impacientes la próxima entrega.
Iñaki Urdanibia
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