Entrevista a la politóloga e investigadora Nazanín Armanian
No habrá cambios sustanciales en la política exterior de Donald Tramp respecto a la presidencia anterior. El objetivo principal, al igual que durante los mandatos de Obama, continuará siendo la contención de China, país que a día de hoy constituye la amenaza principal a la hegemonía estadounidense. Donde sí vaticina cambios la politóloga y analista Nazanín Armanian es en Oriente Medio. En el mapa de reconfiguración de la zona, Siria se podría dividir en varias regiones tras la caída de Bashar al-Assad; también podría producirse una “desintegración” territorial en Arabia Saudí y Turquía. “Nos parecía igualmente imposible en su día la caída de la Unión Soviética”, advierte la investigadora. Todo ello, mientras las bombas silenciadas de Arabia Saudí continúan devastando Yemen. Licenciada en Ciencias Políticas y profesora en la UNED entre 2009 y 2013, la analista y exiliada iraní reside en España desde hace más de 30 años. Colabora actualmente en el blog del diario digital Público “Punto y Seguido”. Especialista en geopolítica de Oriente Medio y el Mundo Islámico, es autora de 15 libros, entre otros, “El Islam sin velo”, “Irak, Afganistán e Irán. 40 respuestas al conflicto en Oriente Próximo”, “Los kurdos. Kurdistán: el país inexistente” e “Irán: la revolución constante”.
-El candidato republicano Donald Trump ganó con 62,2 millones de votos las elecciones presidenciales del pasado ocho de noviembre en Estados Unidos. Los periódicos han dedicado infinidad de páginas a pulsar reacciones internacionales y anticipar cambios. ¿Se producirá un viraje drástico en relación con la política exterior de Obama? ¿Hubo mucho en Trump de soflama electoral?
Nada más ganar las elecciones, Trump empezó a retirar gran parte de lo que había dicho. O sea, se trataba de un discurso para atraer votos. Pero Estados Unidos no va a cambiar su política exterior en líneas generales. Trump continuará con la “doctrina” Obama, es decir, cercar a China. De hecho, todas las bellas palabras que le lanza a Putin no son más que una estrategia para intentar separar a Rusia de China. Y de acercar a Rusia a la esfera estadounidense. Es algo que ya se hizo en la época de Yeltsin, en los años 90 del siglo pasado, cuando se llegó a una asociación entre Rusia y la OTAN. Pero hay gente que confunde a Rusia con la Unión Soviética; no lo es, ni Putin es Lenin: el actual mandatario representa el capitalismo ruso y Rusia es un país capitalista, con todas las de la ley. Lo que ocurre es que estamos encantados de que el mundo deje de ser “unilateral”; y de que la Rusia capitalista se levante y plante cara a los norteamericanos.
-Además del enemigo chino, ¿mantendrá abierto Trump el frente de Oriente Medio?
Irán, Siria o Yemen son más bien guerras a las que han arrastrado a Estados Unidos sus aliados, por ejemplo Israel. Cuando Israel presionaba diariamente a los norteamericanos para que bombardearan Irán, con la excusa del armamento atómico, el secretario de Estado John Kerry les respondió: “Ustedes dijeron lo mismo sobre Sadam Husein y las armas de destrucción masiva”. Estados Unidos cree que la potencia rival es China, y realmente lo es. Además, lo será más todavía en el futuro. China es imparable. Obama quería retirar las tropas de Irak y Afganistán pero no para llevarlas a casa, sino al Mar Oriental de China. Obama fue, además, el único presidente de los Estados Unidos que viajó dos veces a India, porque pretendía acercar a este gigante a su esfera. India puede fabricar todo tipo de productos “a cien”, es un país vecino de China y en los que los norteamericanos podrían instalar bases militares. Pero a pesar que el gobierno de India es de derechas, decidió que mejor llevarse bien con el gigante vecino que con otro que está a miles de kilómetros.
-¿Logró Obama avanzar en su objetivo de contener a China? ¿Lo conseguirá Trump? ¿Y en cuanto a la Unión Europea y América Latina?
Obama no ha podido porque sus aliados regionales –Turquía, Israel y Arabia Saudí- han retenido toda la potencia y la atención de Estados Unidos en Oriente Medio. Trump tiene el mismo objetivo –separar a Rusia de China- pero obviamente no lo va a conseguir. Lo podía hacer con Yeltsin, pero no con Putin. Después de todo lo que ha ocurrido en las relaciones de Estados Unidos con Ucrania, Chechenia o Georgia, hoy Rusia tiene unos sólidos acuerdos económicos, políticos, militares y energéticos con China. El petróleo y el gas que por el veto occidental tras el conflicto de Ucrania, Rusia no está vendiendo a Europa, lo está exportando a China.
Las dos potencias también están unidas en los BRICS, en el Tratado de Cooperación de Shanghai y en decenas de acuerdos bilaterales. Por otro lado Israel ha depositado muchas esperanzas en Trump, para que rompa el acuerdo nuclear con Irán (se dice que el primer viaje al extranjero del nuevo presidente será a Israel); pero no creo que vaya a hacerlo, porque es una ruptura que no beneficia al “establishment” de Estados Unidos. De hecho, están encantados con este acuerdo, porque les beneficia más que a Irán. En cuanto a la UE, sí que habrá cambios. Estados Unidos necesitaba a la UE durante la Guerra Fría como poder “blando”. Ahora ya no la necesita... Trump también se centrará en América Latina, en controlar su “patio trasero”. Por eso ha dicho ya que piensa romper el acuerdo con Cuba.
-Uno de los grandes frentes de la geopolítica actual es la guerra de Siria. En los medios de comunicación se informa, con un planteamiento maniqueo, del día a día de las batallas, los bombardeos y la ocupación de ciudades. ¿Cuáles con las claves del conflicto sirio hoy?
La guerra de Siria es un conflicto regional, principalmente entre Irán, Arabia Saudí e Israel. No es tanto una guerra internacional con la participación de Estados Unidos, Francia, Rusia y otros; esto viene después. No hay que menospreciar la capacidad de crear guerras y desorden por parte de las pequeñas dictaduras de la región; sean dictaduras dependientes de Estados Unidos, como la de Erdogan o independientes, como Irán. Creo que Irán prácticamente ha perdido esta guerra regional en Siria, porque Bashar al-Assad ya ha sido sacrificado. Hay un pacto medio secreto entre Obama y Putin para que se celebren elecciones en Siria. Bashar no se presentará. Habrá un nuevo régimen que será más parlamentario que presidencial. Rusia ha aceptado el pacto a cambio de que no se deshonre excesivamente a la familia al-Assad, que no se les dé muerte de una forma tan terrible como ocurrió con Sadam Husein; otra condición es que Rusia pueda mantener la base naval de Tartus, en Siria. Israel también está de acuerdo con el plan. Así, Netanyahu fue a Rusia para visitar a Putin por este acuerdo.
-¿Qué ocurrirá con la influencia iraní?
Una de las condiciones que Israel pondrá para el acuerdo es que Irán retire sus tropas de Siria. Pero tampoco Rusia quiere a Irán en Siria. Rusia e Irán no son aliados estratégicos, a pesar de lo que digan ellos y lo que afirme la prensa. Hay una batalla tremenda entre los dos países, ya que Irán, que es la primera reserva gasística del mundo, está entrando en los mercados occidentales, al tiempo que Rusia se está viendo excluida. Pero la potencia rusa continuará utilizando las bases militares iraníes para las misiones militares en Siria.
-¿Continuará Siria organizada territorialmente del mismo modo?
El país se dividirá en dos o tres partes. Esta idea se integra en el mapa de reconfiguración de Oriente Medio: convertir las grandes formaciones estatales en mini-estados, como Baréin o Catar, para controlarlos mejor. Es, por otro lado, lo que hicieron en Yugoslavia. La guerra de Siria se va a cerrar con el acuerdo Obama-Putin. Ya no se habla tanto del Estado Islámico, parece que no exista un conflicto en Siria. Como el país se está reduciendo a un montón de escombros, ya no representa una amenaza para nadie. La situación es muy compleja. Esta guerra la mantendrán para que las fuerzas de la OTAN puedan intervenir en la zona cuando quieran. Además, la estrategia militar de Obama respecto a Siria ha sido la mejor posible, desde el punto de vista de sus intereses y los de Israel.
-¿En qué sentido?
Muchos republicanos han calificado de “inútil” a Obama, por no tener coraje en la guerra de Siria. Pero Obama ha conseguido tener entretenidos en la guerra de Siria, durante cinco años, a todos sus enemigos. Los ha tenido allí desgastándose: Irán, Hezbolá, Hamás, el gobierno sirio, Rusia… Ha resultado una trampa magnífica. Si hubieran matado a Bashar al-Assad el primer año –obviamente, Estados Unidos podía haberlo hecho- se hubiera cerrado la guerra. Pero no les ha interesado. Ha ocurrido lo mismo que en 1991 con la guerra del Golfo y Sadam Husein: les interesó mantenerlo como “coco”, entre otros muchos motivos, para poder intervenir en la región cuando les interesara.
-¿Qué ocurrirá con otra potencia de la región, Turquía? ¿Y en el Kurdistán? ¿Pronosticas avances en la configuración de un nuevo Estado kurdo?
Al igual que ocurre con Siria, la integridad territorial de Turquía está amenazada; y no porque de sus entrañas vaya a surgir un Estado kurdo, sino porque se está cociendo una guerra civil en el país por la influencia de Estados Unidos. Si Turquía decide escorarse hacia Rusia, la situación podría terminar en una guerra civil. Esto es algo que parece inimaginable, pero también lo fue la caída de la Unión Soviética. En cuanto al Kurdistán, hay quien pensaba en la izquierda en el modelo “anarquista” de Rojava. No ha ocurrido nada de esto. Rojava ha sido bombardeada con el permiso de Rusia y de Estados Unidos. Lamentablemente es así. Porque la “carta” kurda es utilizada en todos estos juegos estratégicos como carne de cañón en los intereses de las potencias. Los kurdos no tienen ninguna posibilidad de contar, no ya con un estado, sino siquiera con una autonomía. Aunque sea de derechas. Turquía e Irán están ahí para impedirlo. Se ha hablado de Rojava como Estado kurdo de izquierdas. Turquía, Irán, Estados Unidos e Israel nunca permitirán que esto ocurra. Mira lo que hacen con el PKK…
-¿Hay otros países en los que podría producirse esta inesperada “desintegración”?
También Arabia Saudí se halla bajo la amenaza de romperse en dos. El hecho de que republicanos estadounidenses acusen a Arabia Saudí de estar detrás de los atentados del 11-S no tiene precedentes. Y esto no es una casualidad. Obama ha intentado, en cierto modo, “democratizar”, es decir, que sean más presentables, algunas de las relaciones con estos reyes. Pero la monarquía saudí se ha negado rotundamente a separar su poder político de la ideología wahabista. Además, continuarán interviniendo en Yemen, Baréin o Siria a pesar de Estados Unidos. La conclusión a la que han llegado los norteamericanos es que se trata de un país muy grande para cuatro jeques, por lo que podrían partirlo en dos. El plan que tienen es provocar una guerra civil apoyándose en una parte de la familia real. El rey actual, Salmán bin Abdulaziz, de 80 años, quiere que al morir el poder pase a manos de su hijo, el actual ministro de Defensa, Mohammed bin Salman; éste ha llevado una política de intervención militar en Siria, Libia o Yemen. Sin embargo, la sucesión en la monarquía saudí se produce entre hermanos, no de padre a hijo, de ahí que los hermanos del actual rey rechacen sus intenciones. Estados Unidos pretende potenciar a una parte de la familia para desmontar este gobierno, cuyo control ha perdido. Sin duda, seremos testigos de grandes cambios en Arabia Saudí.
-Mientras, continúan las bombas y las muertes en Yemen. A primeros de septiembre, Naciones Unidas informaba de 10.000 muertos desde que la coalición liderada por Arabia Saudí inició los ataques. Además, cerca de 14 millones de yemeníes (sobre una población total de 26 millones) necesitarían ayuda alimentaria; y otros siete millones de personas, se hallarían en situación de emergencia.
La guerra de Yemen es una de las más silenciadas. Desde marzo de 2015 hasta hoy no han parado los bombardeos. De esto no se habla porque a ver quién menciona en la prensa española los crímenes de Arabia Saudí, cuando su monarca y nuestro rey son “hermanos”. O en el AVE de La Meca a Medina hemos realizado grandes inversiones; también Repsol trabaja en Arabia Saudí. Este país, con el apoyo de Estados Unidos, ha bombardeado en Yemen depósitos de agua y de alimentos, así como campos de refugiados. Pero no hay refugiados yemeníes. Primero, porque no tienen por dónde huir: una de las fronteras es con Arabia Saudí y la otra con el mar, donde Estados Unidos tiene una base militar (en el Golfo de Adén). Mucha gente, sobre todo niños, han muerto de hambre y sed. Incluso han regresado enfermedades que habían desaparecido, como el cólera. Sin embargo, como se trata de una guerra silenciada no hay ONG que vayan a ayudarles. Y no se trata de un conflicto entre un gobierno sunita y una milicia chiíta pro-iraní –los huzíes-, que tal vez sean 20.000 personas en un país de 26 millones de habitantes. Arabia Saudí busca en Yemen una salida al mar para exportar su petróleo, y Estados Unidos neutralizar la influencia de China. Si controla el Puerto de Adén, los norteamericanos pueden cerrar el Estrecho de Bab-el-Mandeb, por el que pasa la mayor parte del comercio de China a los países del Mar Rojo.
Enric Llopis
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