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lunes, diciembre 05, 2016
El apoyo de las grandes corporaciones a Hitler
Kodak, Bayer, Coca Cola, Nestlé, IBM, BMW, Adidas, Volkswagen entre otras; financiaron y apoyaron al régimen nazi antes y durante la Segunda Guerra Mundial con la complicidad de los países aliados.
Muchas empresas que comercializan actualmente marcas líderes reconocidas internacionalmente, fueron entre 1933 y 1945 cercanas y beneficiadas por el régimen nacionalsocialista. Estas corporaciones fueron las que sostuvieron gran parte del esfuerzo alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Kodak, Bayer, Coca Cola, Nestlé, IBM, BMW, entre otras. Como era de esperarse, ninguna recordó durante la posguerra sus vínculos con el nazismo. Sucede que estas mismas firmas tuvieron un rol fundamental en la recuperación alemana, por eso los aliados durante muchos años omitieron el rol de estas empresas durante el nazismo.
Cuando finalizó la Primera Guerra Mundial, los países vencedores impusieron a Alemania, en el Tratado de Versalles, condiciones económicas humillantes para que aceptase toda la responsabilidad moral y material de haber causado la guerra y, bajo los términos de los artículos 231-248, Alemania debió desarmarse, realizar importantes concesiones territoriales (que incluía la entrega de la zona del Ruhr-región carbonífera muy importante para el desarrollo industrial- a Francia) y pagar exorbitantes indemnizaciones económicas a los vencedores.
Lograron hacer esto luego de que la caída del Káiser alemán y la derrota de la revolución obrera de 1918 gracias a la socialdemocracia alemana. A todo esto hay que sumarle la crisis hiperinflacionaria de 1922, las crisis políticas, la caída de un 40% de los ingresos de divisas luego del crack financiero de 1930; la bajada del nivel de precios de bienes y servicios que deterioraron la industria, y los importantes paros obreros durante 1932.
En ese contexto, las grandes empresas se fueron acercando al partido político con mayores posibilidades de ganar las elecciones: el Partido Nacionalsocialista alemán, el más anticomunista, para combatir las posibles influencias de la URSS. El Triunfo en los comicios fue en 1933 con Hitler como Canciller. El empresariado de ese país entraría en una puja interna con el gobierno ya que Hitler propugnaba la nacionalización como método de control absoluto sobre la economía.
Aún así hay muchos ejemplos empresarios alemanes estaban consustanciados con el nuevo régimen, por eso tuvieron puestos de relevancia en el esquema político y económico de ese gobierno. El caso del banquero Kurt von Schröder, que financiaría a gran parte del partido nacionalsocialista a partir de diciembre de 1932, es uno de ellos.
El programa económico del Reich, fue diseñado y dirigido por Hjalmar Schacht, un funcionario que fue primero presidente del Reichsbank y luego ministro de economía. Si bien no tenía un gran apego por la ideología nazi, movió sus influencias para que Hitler recibiese el apoyo de la gran industria alemana. Como funcionario de economía “desarrolló un plan de estilo keynesiano, en el que la inversión pública y el gasto público se dispararon, todo ello financiado de una forma un tanto particular gracias a los Bonos MEFO –una empresa fantasma que hacía de intermediario entre el Estado y las empresas de armamento para poder esquivar las restricciones económicas del Tratado de Versalles–. Dicha inversión pública crecería entre 1933 y 1935 un 350 % y un 800 % hasta 1938; mientras el gasto en armamento se elevó en un 2300% esos mismos años”, sostiene Fernando Arancón, docente de la Universidad Computense de Madrid.
En el negocio de la guerra, uno de los empresarios emblemático de ese momento fue Ferdinand Porsche, quien además de fabricar en masa un auto barato como el Volkswagen, fue durante la guerra cuando diseñó vehículos como el Kubelwagen, e incluso llegó a inventar una versión anfibia como el Schwimmwagen. Al finalizar la guerra, Porsche estuvo preso en Francia acusado de usar mano de obra esclava en sus fábricas. A los dos años fue puesto en libertad.
Otras de las firmas que dieron su apoyo a Hitler fue Bayerische Motoren-Werke (BMW), que estaba consustanciada con el régimen nazi inclusive antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Su aporte al nazismo consistió en fabricar piezas para el funcionamiento de las armas así como también los sistemas eléctricos para submarinos y la fabricación de motores de avión.
La fábrica Ford también sacó tajada de la mano de obra esclava con algunas fábricas en Renania. En este caso su dueño, el estadounidense Henry Ford, fue un militante antisemita que culpaba a los judíos de las penurias económicas y sociales de Alemania. Los relevamientos históricos dan cuenta de la gran estima que se tenían Ford y Hitler. La relación era tan profunda que en 1938 se le regaló al magnate americano la Gran Cruz del Águila de ese país, la condecoración más alta que un extranjero podía recibir del régimen nazi.
La empresa química IG Farben, que hegemonizaba en ese momento casi todo el sector químico, instaló una fábrica en Auschwitz en donde se cree que murieron casi 25.000 judíos. En ese sentido, establecimientos como Siemens o Krupp hicieron lo mismo. Otro caso fue el de la empresa Bayer, que participó en la fabricación del gas Zyklon B, usado en las cámaras de gas.
Para finales de 1933, los judíos ya eran perseguidos en toda Alemania. En ese contexto, Hugo Boss, un fuerte empresario textil, tuvo como trabajo diseñar la vestimenta a personeros del régimen. Boss, miembro del partido nazi, concibió las camisas pardas de los jóvenes de las Hitlerjugens y el traje negro de las temibles SS. Los colores nunca se elegían azarosamente, tenían un significado de lo que se quería demostrar. “Si los animales usan colores para avisar de su peligrosidad, estaba claro que los nazis también lo hacían”, decía Boss.
En el contexto de la guerra, la popular marca deportiva a nivel mundial Adidas reinventó su negocio, al fabricar vestimenta para el ejército y el lanzagranadas Panzerschrek. Al finalizar la contienda mundial, Rudolf Dasser, uno de los dueños de este emporio, fue acusado por sus vínculos con el nazismo. Algunas versiones sostienen que fue delatado por su hermano Adolf, quien tiempo después fue el único que siguió con la marca Adidas.
Negocios son negocios
Siempre se dijo que el capital no tiene fronteras y que negocios son negocios. Por eso, el tema del armamentismo y la esclavitud no es exclusivamente de Alemania. General Motors compró la marca Opel antes de la guerra, y a pesar del enfrentamiento entre Estados Unidos y Alemania lo siguió fabricando desde Colonia.
Otros de los que recibió la Gran Cruz del Águila fue Thomas Watson, fundador de la empresa informática IBM, por su aporte en el diseño de automatizar la destrucción de la vida humana con precisión matemática. Cuando Adolf Hitler llegó al poder, su objetivo era la identificación y apresamiento de unos 600.000 judíos alemanes. Esto no se hubiese podido realizar sin un mecanismo preciso de relevamiento de datos en registros municipales, religiosos y gubernamentales de toda Alemania y luego en toda Europa. El aporte de IBM fue fundamental para que el régimen pueda realizar esa tarea.
Dentro del rubro alimenticio aparece la empresa Nestlé, quien además de girar fondos para partidos fascistas de Suiza y otros lugares del mundo, empleó miles de prisioneros para su producción. En el año 2000, esta empresa tuvo que solventar 10 millones de euros como resarcimiento a las víctimas que para ellos trabajaron.
Coca Cola fue otras de las empresas que estaban en ambos lados de mostrador. La afamada compañía de bebidas no pudo comercializar su producto en ese país, por lo que creó la marca Fanta, vendida en ese momento únicamente en Alemania. Se calcula que sólo en 1943 vendieron allí alrededor de tres millones de cajas.
Hasta 1943, el nazismo no lanzó al país hacia una economía de guerra. La demora de esta medida se debe a que el objetivo era mantener cierta paz social. En la medida que la guerra avanzaba, muchos prisioneros de guerra e indeseables para la “raza aria” eran enviados a Alemania como mano de obra esclava. Se estima que hacia 1944 en el Tercer Reich hubo unos 7,5 millones de estos esclavos. Empresas de ese país fueron beneficiadas por este tipo de mano de obra que tenía que trabajar en forma ilimitada, incluso hasta morir. Siempre había más esclavos que podían sustituir a los fallecidos.
Cuando culminó la guerra, las mismas empresas que apoyaron el régimen nazi, intentaron convencer a los países vencedores sobre el rol fundamental que tenían en la reconstrucción alemana. Los aliados no solamente borraron el pasado oscuro de estas corporaciones, sino que también reconstruyeron y pusieron en funcionamiento de nuevo las fábricas.
A pesar de la amnesia de varios países, los propios damnificados por el trabajo esclavo lucharon para que aquella tragedia colectiva no quede impune y activaron recursos judiciales contra las empresas que estuvieron vinculadas al Tercer Reich. Algunas de las que no querían ver perjudicada su imagen comenzaron a indemnizar a las víctimas mientras que otras se desmarcaron de su pasado.
Ante la presión internacional, Alemania creó en 1999 un fondo compensatorio para las víctimas, por lo tanto muchas empresas como Allianz, BASF, Bayer, BMW, Daimler-Chrysler, el Deutsche Bank, Friedrich-Krupp, Krupp-Hoesch, Hoechst, Siemens, Volkswagen y el Dresdner Bank tuvieron la obligación de indemnizar a sobrevivientes. Sin embargo, esto ocurrió solamente con los afectados de nacionalidad alemana. Los damnificados del este europeo apenas han visto ese dinero.
Darío Brenman
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