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miércoles, diciembre 28, 2016
La Internacional Comunista y los debates sobre el frente único
La publicación de Los primeros 5 años de la Internacional Comunista de Trotsky, por primera vez de manera completa, permite reflexionar sobre la importancia del frente único para esa organización.
Dentro de la izquierda se dan debates que se deben profundizar para desarrollar una poderosa fuerza política en los lugares de trabajo y estudio. ¿Qué tiene para decir la experiencia de la Internacional Comunista acerca de la táctica del frente único? En esta nota comenzamos una serie destinada a explicar la actualidad del último volumen de las Obras Escogidas de León Trotsky publicada por Ediciones IPS y acercar sus principales textos a los lectores interesados.
En los orígenes de la táctica del frente único
Tras la derrota de la Revolución en Italia y Alemania en 1921, como parte de la onda expansiva de la Revolución rusa, uno de los problemas centrales que aborda la III Internacional es cómo los comunistas pueden conquistar influencia e ir preparando los requisitos subjetivos (un partido comunista con influencia de masas y organismos obreros que tiendan a disputarle el poder al Estado burgués) para llegar lo mejor preparados posible a una situación revolucionaria. En este contexto, de una estabilización relativa del capitalismo tras la derrota de la ola revolucionaria que surgió tras la Primera Guerra Mundial, surge en principio la táctica llamada de “frente único”, en su modalidad defensiva. Pero, por otro lado, esta última también juega un rol fundamental en el pasaje hacia el contraataque por parte de los trabajadores hacia la conquista del poder, es decir, tiene además una modalidad propiamente ofensiva.
Esta política consistía, en un principio, en la propuesta de los comunistas hacia todas las organizaciones obreras (tanto las políticas como las sindicales) de impulsar una lucha por demandas elementales y peleas defensivas. Como explicamos en el prólogo del libro, sus antecedentes están en Alemania entre fines de 1920 y comienzos de 1921, pero también antes, en la política bolchevique durante la Revolución rusa de 1917 en el enfrentamiento contra el gral. Kornilov y luego para la preparación directa de la insurrección que le siguió.
En las filas comunistas hubo un gran debate sobre el frente único que incluyó una importante oposición. Algunos dirigentes se preguntaban ¿Qué sentido tenía que los comunistas se hubieran separado de la socialdemocracia formando un partido aparte y combatiéndolos si ahora había que volver a dirigirse hacia ellos para entablar acuerdos?
En esos términos, la pregunta estaba mal formulada. Eran necesarias tanto la independencia de los partidos comunistas como la unidad de acción con las otras corrientes del movimiento obrero. La tarea estratégica seguía siendo la superación de las organizaciones tradicionales de masas que dirigían a los trabajadores, para lo cual era necesaria la independencia organizativa. Al mismo tiempo, esto no se podía lograr solamente mediante la propaganda y la denuncia. La conciencia de los trabajadores no avanzaba principalmente por este camino y difícilmente aceptaran a los nuevos partidos comunistas o se unieran a ellos solo por ese medio. Hacía falta que el movimiento obrero hiciera una experiencia profunda con sus dirigentes tradicionales, y el medio privilegiado para ello era testear “de qué madera estaban hechos” por un lado los comunistas y por el otro las organizaciones obreras no revolucionarias. Para que los trabajadores avancen en su conciencia y organización hacía falta luchar por unificar sus filas, aumentar la confianza en sus propias fuerzas, ponerse en pie y verse como una clase poderosa y potencialmente dirigente y gobernante. Para esto debía emprender sus luchas en las mejores condiciones posibles, y la unificación de su frente de clase era un requisito.
Las formas que podía tomar el frente único eran múltiples. Iban desde la construcción y la participación en sindicatos, pasando por la puesta en pie de organismos para coordinar y organizar huelgas, combatir a los carneros, enfrentarse a las organizaciones represivas estatales y para-estatales con milicias, la organización de comisiones de controles de precios y de lucha contra el desabastecimiento, la construcción de comités de fábrica, ejercer el control obrero de la industria. Todas estas son las formas que puede tomar el frente único en su modalidad defensiva. En cambio, en una situación revolucionaria, al conducir una serie de batallas defensivas parciales victoriosas que templan al movimiento obrero y le dan confianza en sí mismos, pueden surgir formas ofensivas de frente único, como los consejos obreros o soviets. Ya la sola aparición de estos organismos evidencia una crisis profunda en la autoridad y el poder coercitivo del Estado burgués, en la medida en que tiendan a constituirse como una alternativa de poder de los trabajadores y enfrentarse al dominio de los capitalistas. Los comunistas debían luchar por ganar la mayoría de esas organizaciones para poder dotarle claramente ese carácter ofensivo a la forma más desarrollada de frente único que constituían los consejos obreros.
Estas grandes discusiones pueden rastrearse en el libro a lo largo de los documentos relacionados con el Tercer y Cuarto congresos de la Internacional Comunista, entre los que se destacan, por ejemplo, “Una escuela de estrategia revolucionaria”, un discurso de Trotsky frente a la regional moscovita del PC ruso en julio de 1921 o las “Tesis sobre el frente único”.
Deformaciones de la táctica del frente único
La táctica del frente único ha pasado a la historia y es parte del acervo estratégico de la izquierda marxista revolucionaria pero, aún así, normalmente se la presenta de dos formas distorsionadas.
Por un lado, se suele entender el frente único en términos de “unidad” en general, ya sea como “unidad de las fuerzas progresistas”, por fuera de las clases sociales o, mejor dicho, como unidad entre fuerzas de clases sociales opuestas, al estilo de la tradicional propuesta de los PC estalinistas, que ponen un signo igual entre “frente único” y “frente popular”, o de “unidad de la izquierda en general”, proponiendo frentes políticos o incluso partidos comunes entre reformistas y revolucionarios. Muchas veces este tipo de propuestas incluso tienen formulaciones parecidas en corrientes que se reclaman de la tradición trotskista. Ya sea con representantes directos de la burguesía “progresista” (como proponen los PC) o con corrientes reformistas que actúan como abogados de esos sectores patronales supuestamente amigos de los trabajadores, se trata de frentes políticos que llevan a paralizar las fuerzas de la clase obrera en vez de su contrario, transformarlas en un activo en la balanza de sus enemigos de clase.
Por otro lado están quienes consideran al frente único obrero como una suerte de “unidad de los revolucionarios” o de las fuerzas clasistas, algo parecido al “frente único desde abajo”, criterio con el que se guiaban los comunistas italianos, que en los hechos era la negación del frente único, negándose en forma sectaria se negaban a toda acción en común con organizaciones obreras reformistas o centristas frente al ascenso del fascismo.
En ambos casos se trata de visiones opuestas a la táctica tal y como fue diseñada por la Internacional Comunista.
Es la primera vez que Los primeros 5 años de la Internacional Comunista se publica completo en castellano y es una oportunidad para conocer a fondo sus fuentes. Precisamente muchos de los textos más filosos y polémicos de este libro previamente no estaban disponibles en nuestra lengua.
En próximos artículos seguiremos desarrollando la actualidad de las lecciones de la época “leninista” de la III Internacional y recomendando distintos aspectos de la obra y de sus mejores textos.
El libro se puede adquirir en nuestra sede (Riobamba 144, Buenos Aires), a través de nuestra página web y en librerías de todo el país.
Guillermo Iturbide
Ediciones IPS-CEIP
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