miércoles, diciembre 21, 2016

Marx, Maquiavelo y Habermas en el apocalipsis zombie

The Walking Dead

La semana pasada se transmitió el final de la primera mitad de la séptima temporada de la popular serie de televisión The Walking Dead. Un espectacular final que luego de hacernos sufrir los últimos dos meses el régimen de terror de los Salvadores, que se inauguró con las memorables muertes de Abraham y Glenn, por fin se inicia una respuesta al reinado de Negan.
En ese contexto, quisiera en pocas líneas aportar algunas interpretaciones sobre la profundidad que tiene The Walking Dead, y sobre lo mucho que nos dice sobre nuestro mundo y los tiempos que vivimos. Lo interesante es que la serie no solo presenta una descripción o una metáfora, sino que claramente presenta una una posición crítica de elementos fundamentales de la modernidad capitalista que incorpora en la ficción.
En primer lugar, Negan y los Salvadores fueron construidos para ser los malos más malos en la historia de la televisión, para ello no basta con la perversión demente. La construcción de Negan se basa en al menos cuatro reflexiones sobre la modernidad que se han desarrollado en las ciencias sociales.
En primer lugar, luego de la disolución de la civilización que significó el apocalipsis zombi, los Salvadores han traído de vuelta un valor esencial del pensamiento conservador: el orden. Este orden es materializado en reglas coercitivas es un valor constitutivo de la sociedad para el conservadurismo porque permite la estabilización de expectativas recíprocas de comportamiento. Trae certidumbre sobre lo que puede y lo que no puede pasar.
Esa era la idea fundamental del discurso de presentación de Negan en el final de la sexta temporada, y fue también el discurso de arenga del episodio 7 de esta temporada. “Nosotros sobrevivimos y trajimos la civilización de vuelta a este mundo. Nosotros somos los Salvadores”
Pero los Salvadores no han creado un orden cualquiera, al fin y al cabo las comunidades como Alexandria, La Cima y El Reino también logran estabilizar un orden social. Más allá de que hay una obsesión con un orden coercitivo, la diferencia fundamental en el tipo de orden que producen: mientras que las comunidades se basan en una propiedad colectiva de los medios de producción, y siguiendo la máxima de Marx “cada quien aporta según su capacidad y recibe según su necesidad”, el Santuario se basa en imponer al resto de las comunidades relaciones de explotación en el sentido marxista: como apropiación del trabajo ajeno.
En ese sentido, resulta muy interesante que Negan no tiene como objetivo el matar a diestra y siniestra a cada hombre, mujer y niño que se le cruce por delante. No. Este nuevo orden que han traído los Salvadores es un orden de trabajo, y si Rick y la gente de Alexandría están muertos, sea asesinados por Negan o por el hambre, ellos no pueden trabajar. En cambio Negan comprende que solo los vivos trabajan, y pueden hacerlo solo mientras sus condiciones de vida no estén por debajo de sus necesidades de reproducción.
Siguiendo a la teoría marxista, en The Walking Dead los protagonistas han experimentado de la forma más desnuda y bruta la explotación de una división social del trabajo que crean relaciones, prácticas y sistemas de valores de contradicción entre las clases que se han formado en este nuevo orden de explotación. Michone, Maggie, Rosita encarnan la avanzada de la lucha de clases después del apocalipsis. Rick en cambio, luego de que Negan le perdonara el brazo de Carl, había optado por una estrategia de búsqueda de consensos, una estrategia pragmática que asumía que sólo era posible sobrevivir bajo la explotación “alguna clase de vida”, como le dice a Michone.
Ahora, ello no se sostiene solo, ni principalmente, por la vía de la represión como coerción física, de hecho los Salvadores no están día a día con un látigo golpeando a los sobrevivientes de Alexandria para que trabajen. Negan sigue las enseñanzas de Maquiavelo: para tener o conservar el poder es mejor ser temido que ser amado, porque da mayores garantías a un orden fundamentalmente inestable, dado el carácter intrínsecamente conflictivo de las relaciones de explotación en que se basa.
Nótese que las comunidades, aun cuando sean gobernadas por imbéciles, como Gregory en La Cima, estos nunca ejercen una tiranía, porque no existen fisuras fundamentales que impidan la construcción de consensos fundamentales sobre el destino de las comunidades.
Por último está también el tema de cómo se mantienen unidos los Salvadores. Aquí Robert Kirkman nos presenta otra serie de complejos elementos que permiten comprender a este grupo. No se trata de simples bandidos o asaltantes. La serie en temporadas anteriores nos ha mostrado que los simples bandidos son siempre grupos pequeños, o acaban en la autodestrucción, precisamente porque son incapaces de asegurar formas de integración social.
Los Salvadores, en cambio, están construidos sobre la tesis de Habermas sobre la modernidad. Encontramos tres elementos notables en este grupo: primero, el imperio de reglas que permiten tener certezas de lo permitido y lo no permitido al interior del grupo.
Segundo, el sistema de puntos constituye un medio simbólicamente generalizado que permite al mismo tiempo coordinar acciones y ordenar la distribución interna de lo que han expropiado a otras comunidades. El sistema de puntos es lo que Habermas entiende como integración sistémica, es decir, coordinación de acciones por vías no comunicativas.
Tercero: “yo soy Negan”. Hay un proceso de construcción de identidad colectiva en los Salvadores, esto es integración social, comunicativa. Pero esa identidad colectiva, se encuentra colonizada por formas sistémicas de coordinación de acciones, para Habermas el dinero y el poder, que producen una cultura que cosifica e instrumentaliza a las otras comunidades, que no pasan de ser recursos productivos.
Este temporada de The Walking dead es básicamente una alegoría de la modernidad capitalista en que vivimos: explotación, el gobierno del terror y una cultura de instrumentalización de los seres humanos son los principales elementos que han estructurado la historia, y son también las conclusiones de algunas de las más importantes teorías sociológicas sobre la modernidad que nos ilustran esta fascinante serie donde los muertos caminan por las calles.
Pero también este final de mitad de temporada abre una luz de esperanza para nuestros protagonistas. Se preparan para combatir la explotación y el reinado del terror de los Salvadores, y lo harán forjando la unidad de las comunidades explotadas. La guerra contra los Salvadores será una guerra revolucionaria en todo el sentido del término: será una guerra de los explotados contra los explotadores con el objeto de la reconstrucción de las relaciones sociales. Este fin de mitad de temporada, y la mitad que viene en febrero es un llamado para nosotros, un llamado a la revolución socialista, y luchar por construir un mundo libre de explotación y de la dominación por el temor, un mundo de socialismo y democracia.

Gabriel Astudillo. Sociólogo.

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