martes, julio 14, 2020

Francia y el nuevo gobierno



La debilidad de la burguesía ante la crisis.

El gobierno del nuevo primer ministro Jean Castex comenzó sus contorsiones esta semana, con una visita a una fábrica y sobre todo a un comisariado de policía. El ministro del Interior, por su parte, ya hizo varias visitas a policías y gendarmes. Queda en evidencia que si el “plan de reactivación” es la tarea fijada, la represión y la confianza de la policía es la póliza de seguro de Castex y sus ministros. El gobierno presentará su programa a la Asamblea Nacional el 16 o 17 de julio, solamente luego que el presidente Macron haya indicado su contenido, sus modalidades y sus órdenes, el 14 de julio, en una entrevista a la televisión.
Es un gobierno sentado sobre las bayonetas y las instrucciones y decisiones dependen de un solo hombre: el presidente Macron. El bonapartismo en Francia toma formas cada vez más caricaturesca.

El vacío político

Macron prometió que iba a “reinventarse” luego del coronavirus. En lugar de esta reinvención, repite su juego político de pacotilla, pero esta vez ante una crisis enorme. Nombra un nuevo gabinete, con pocos cambios y con una mayor influencia del expresidente derechista Sarkozy. Su aliado del Modem (Movimiento Demócrata), François Bayrou, se enojó, amenazó con irse del gobierno y le prometieron otro puesto importante. Se nombró como ministro de Justicia a un abogado demagogo, que defiende la corrupción y ataca al movimiento feminista. El nuevo ministro del Interior tiene pendiente una investigación por violación. Los movimientos feministas ya salieron a la calle a denunciar esta vergüenza.
Francia: la rebelión popular se fortalece; el gobierno se descompone - PrensaObrera.com
La rebelión popular contra la crisis capitalista y el gobierno de Macron se extiende, mientras el gobierno entró en una fase de desarticulación. Día a día se producen nuevos episodios y las semanas y meses próximos del verano serán muy agitados.
12 jun.
El rasgo más notable es la miseria política del nuevo gobierno ante la magnitud de la crisis. El jefe de asesores económicos del primer ministro, Philippe Martin, definió la situación en una entrevista periodística. A la pregunta de cómo financiar un plan de reactivación contesta: “A través de un aumento masivo de la deuda pública. La regla europea que fija su nivel al 60 % del PBI está obsoleta y el riesgo de hundimiento económico es mucho más importante que el de la deuda”. Y agrega con perspicacia que hasta ahora la política del gobierno permitió una protección de las familias pero que ahora se trata de evitar las quiebras masivas y el desempleo de millones.
En otras palabras, esto quiere decir que hasta ahora la facilidad de la política del gobierno en los meses de la pandemia se organizó sobre todo como una distribución de subsidios, fundamentalmente a la clase capitalista por supuesto, y que ahora la realidad de la crisis y de la política capitalista se va a hacer presente: los subsidios a las empresas van a continuar y a multiplicarse y la contrapartida será la deuda pública, como mecanismo monetario, y la caída de los salarios, el aumento galopante de la desocupación, la miseria generalizada de una masa cada vez más importante de la población. Junto a los migrantes, los jóvenes serán los primeros en sufrir las consecuencias: en septiembre llegarán al mercado de trabajo entre 700 y 900.000 jóvenes y la mayoría pasará a la condición de parados y/o tendrán que aceptar remuneraciones de miseria, puestos estacionales, pasantías sin remuneración.
El pequeño Bonaparte es consciente que en el momento no puede aplicar completamente una política de este tipo y que, al mismo tiempo, debe ser su bandera de combate como líder capitalista. Las nuevas elecciones presidenciales son en el 2022 y Macron se prepara para ser el abanderado del salvataje del capitalismo francés, tanto por lo que hizo hasta ese entonces como por lo que tiene que hacer. Hasta mayo del 2022, el primer ministro tiene que poner en pie esta política de crisis y evitar los estallidos sociales, gracias a la represión, al “diálogo” y a concesiones sin importancia pero que justifiquen el sometimiento de las burocracias sindicales.
Es lo que estará en juego en los próximos meses y que nos dará la pauta de si Macron puede llegar hasta el 2022 o si su caída estará a la orden del día antes de la nueva elección.
Los resultados electorales de las municipales le han dado un nuevo impulso a las candidaturas presidenciales de ecologistas, socialistas e izquierdistas de todo tipo. La ecología está a la orden del día y Melenchon perdió su carácter de candidato mayoritario. Estas transacciones son la otra cara de la aventura macronista y llaman a esperar hasta el 2022 para echarlo. Su rol es la desmoralización.

Obstáculos y puntos de apoyo

El obstáculo mayor a este programa capitalista es la rebelión en curso de la juventud de los barrios, las movilizaciones obreras contra los despidos, las manifestaciones de las mujeres contra la opresión, esto es las acciones de una rebelión en curso, de una movilización y huelga política de masas.
El próximo día 18 está llamada una nueva movilización juvenil y barrial contra las violencias policiales por el Comité Adama. El combate contra la represión ha tomado un carácter nacional y de masas. Las denuncias y acciones se suceden y vale sobre todo por la movilización juvenil de los barrios, que luchan conjuntamente contra la opresión racial.
Las manifestaciones contra los despidos han comenzado en las ciudades. En Lannion, Bretaña, una gran marcha contra el plan de despidos de Nokia; en Toulouse, contra los despidos en Airbus; en la región parisina, contra Renault.
Lo que está sucediendo en la “conferencia de Segur” es demostrativo de las políticas en juego. El gobierno convocó esta conferencia sobre el hospital como una válvula de escape a las reivindicaciones del personal hospitalario, apoyadas masivamente por la población. El ministro de Salud se manejó con artilugios y se anunciaba una situación explosiva. El nuevo primer ministro intervino directamente en las negociaciones, hizo concesiones menores (con un aumento lleno de trampas de 180 € mensuales en lugar de 300 y con la contratación progresiva de personal muy lejos del necesario para un funcionamiento correcto ) y logró un acuerdo con tres sindicatos -CFDT, Unsa, FO. La CGT se opuso y Solidaires se había retirado de esta mascarada de negociación. También concedió algunas migajas al personal médico. El gobierno trata de franquear el obstáculo y el hospital público continuará derrumbándose.
Lo que está en juego es la colaboración de la burocracia sindical, favorecida por la división. Es la condición sine qua non para avanzar en el “plan” en los próximos meses. A su vez, está en juego el nivel de movilización que lograrán en las próximas semanas los sindicatos opuestos al acuerdo y sobre todo las estructuras de base del personal, como los Comités Interhospitalarios.
La cuestión de las jubilaciones será un termómetro. Macron anunció que iban a retomar el proyecto; Castex lo confirmó en su toma de funciones. En la reunión de “diálogo” con los sindicatos y organizaciones patronales, todos los presentes, incluso la CFDT favorable al gobierno y la central patronal del Medef, se pronunciaron por el abandono del proyecto, al menos hasta el año próximo. El presidente y el gobierno tienen que decidir entre mantener su firmeza bonapartista y atacar de fondo a las jubilaciones y la necesidad de la colaboración de los burócratas sindicales para hacer pasar los elementos sustanciales de su programa de reactivación, como el trabajar más y ganar menos y aceptar los centenares de miles de despidos.
La actitud ante la burocracia define también a las posiciones de grupos como el NPA, el Poid y otros, que consideran que la presión para que la burocracia se movilice es el eje de la actividad, y las tendencias que llaman a la organización independiente de los activistas como el motor de la movilización y de la reorganización del movimiento obrero. La CGT llama desde ya a una jornada nacional de huelga y movilización para el 17 de septiembre, pero será un disparo sin consecuencias si los sindicatos de base, las coordinadoras, los comités de huelga… no logran dar un salto en su capacidad de intervención, con un programa independiente. Las condiciones están reunidas.

Roberto Gramar
París, 11 de julio del 2020

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