La segunda intifada (guerra de las piedras en árabe) se produjo 13 años después de la primera cuando el pueblo palestino se levantó enfrentando a la dirección nacionalista de Al Fatah, de Arafat, firmante de los famosos ´acuerdos de Oslo´. Cientos de comités populares, fundamentalmente de jóvenes, en los principales pueblos, campos de refugiados y aldeas palestinas se pusieron en pie. Fue precisamente un levantamiento generalizado contra la frustración y la insatisfacción que provocaron esos acuerdos con los que el sionismo y la dirección traidora de Arafat, bajo los auspicios del imperialismo mundial y el stalinismo, intentaron cerrar el conflicto más lacerante de todo Medio Oriente en la posguerra.
La segunda intifada tuvo un alcance más vasto aún que la primera y hay que remontarse a la gran huelga general palestina de 1936-8, bajo el mandato británico de Palestina, para encontrar un alzamiento revolucionario de este alcance y cuya derrota pavimentó el camino de la Nakva (1948/9), cuando los sionistas emprendieron la expulsión masiva de casi 800 mil palestinos residentes del territorio donde se asentará el estado colono de Israel. Esta intifada fue enfrentada a sangre y fuego por el sionismo y solo tras “más de cuatro años letales” —recuerda el periodista israelí Guideon Levy— “el feroz levantamiento fue sofocado” por las tropas sionistas (Haaretz, 26/9). Se abrió entonces el período más criminal de dominio de la derecha sionista y guerrera, con Ariel Sharon a la cabeza —el mismo carnicero de las masacres de Chabra y Shatila en el Líbano— “cuya visita al Monte del Templo había desencadenado todo, fue elegido primer ministro de Israel el 6 de febrero” de 2001 (ídem). Desde entonces el monopolio político del Likud y Netanyahu se ha mantenido incólume.
Guideon Levy recuerda: “Israel lanzó su represión del levantamiento disparando a niños en la cabeza en el Monte del Templo: Ala Badran, de 12 años, perdió un ojo; Mohammed Joda, de 13 años, agonizaba en la sala de cuidados intensivos del Hospital Makassed en Jerusalén Este; y Majdi Maslamani, de 15 años, ya estaba muerto y enterrado en el cementerio del barrio de Beit Hanina en Jerusalén. Aproximadamente diez días después del inicio de la intifada, ya habían muerto 14 niños palestinos … ´Antes de esta intifada estábamos oprimidos´ —recuerda Levy— nos dijo uno de los hombres (palestinos) armados (con hondas). ´Ahora nuestro ánimo se ha elevado. Pensaron que podrían destruir nuestro sueño. Sacar a los palestinos de la historia. Pero la intifada ha devuelto nuestro sueño. Será difícil volver a lo que había antes. [Yasser] Arafat y [Ehud] Barak no podrán volver a mantener conversaciones. ¿De qué hablarán? Oslo se acabó´” recuerda ahora.
“Y luego comenzaron los asesinatos selectivos. El estudiante y activista de la Jihad Islámica Anwar Himran salió de la universidad en Nablus después de tomar un examen, libros en mano, su esposa a su lado, y esperaba un taxi. Veinte disparos de francotiradores de las FDI lo derribaron desde un rango de 300 metros, desde lo alto del monte Gerizim. Un buen número de transeúntes murieron en el curso de los asesinatos. En diciembre, un total de 250 palestinos ya habían muerto en incidentes de este tipo y en otras circunstancias… El campo de refugiados de Al-Fawar, al sur de Hebrón, estaba sitiado cuando uno de sus residentes, Samar al-Hodor, de 18 años, fue asesinado a tiros por soldados, pocas horas antes de su boda programada. Eso fue solo dos semanas después del comienzo de la intifada. Al-Hodor fue enterrado con el traje de boda que le habían comprado sus padres. El asedio impuesto al campamento remoto duró varios meses. Las carreteras de Cisjordania fueron bloqueadas gradualmente” (ídem). “´Dividieron Palestina, ahora cada aldea es un estado independiente´, nos dijo un empleado de la agencia de desarrollo de las Naciones Unidas en el campamento” (ídem). Recuerda hoy Levy: “En marzo de 2001 publicamos las fotografías de 66 niños palestinos que habían sido asesinados desde el estallido de la segunda intifada. En ese momento, Obai Daraj, un niño de 8 años que jugaba en casa cuando una bala perdida entró en su habitación, fue la última víctima. Posteriormente se le unieron muchas otras…”.
“La Intifada de Al-Aqsa fue el mayor levantamiento popular contra la ocupación. Pero veinte años después —dice Levy—, su situación es peor, más desesperada que antes del estallido de la Intifada de Al-Aqsa y más sombría que nunca. Solo en la Nakba, la calamidad de 1948, su situación fue aún más dura y desesperada” (ídem).
Desde entonces los ´territorios´ ocupados se encuentran bajo el mayor asedio que jamás sufrieron, sometidos al cerco sionista y al riesgo que la pandemia haga estragos frente a sus escasos recursos sanitarios. A su vez, acorralados, por un lado, a la dominación de la Autoridad Palestina en la Cisjordania (la de los sucesores de Arafat), una policía palestina a imagen y semejanza de la judenrat de los campos de concentración nazis; y por el otro, en Gaza, al gobierno islamista de Hamas, rehén de los estados del golfo que acaban de hacer las paces con el sionismo.
La causa palestina se replanteará más temprano que tarde en el marco del levantamiento general de los pueblos árabes y musulmanes de todo Medio Oriente que acabarán con la dominación imperialista de la región, en lucha por una Federación laica de Estados obreros y socialistas. Así se dará lugar a una Palestina unida, bajo dirección del pueblo árabe palestino con derechos para todas las otras minorías nacionales.
Norberto Malaj
27/09/2020
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