El lunes 21/9 el TST (Tribunal Superior de Trabajo) dictaminó en Brasilia que la huelga debía ser levantada. A partir de ese momento cobrarían una multa de 100 mil reales diarios a los sindicatos que la mantuvieran y otras medidas punitivas.
La huelga comenzó cuando el general que puso el gobierno al frente de la ECE declaró finiquitado el Convenio Colectivo de Trabajo y anuló 70 cláusulas de un total de 79. Todas conquistas obtenidas por la lucha obrera en 35 años.
El TST ‘laudó’ que solo era correcto anular 50 y no 70 de esas conquistas, ‘devolviendo’ 20 a los trabajadores. También planteó que se descontara solo la mitad de los días de huelga. Otorgó un aumento salarial de 2,6%. Una resolución abiertamente propatronal, pro Bolsonaro.
La entrega de la burocracia sindical
100 mil trabajadores tuvieron una huelga activa, con marchas y concentraciones. Estaba sostenida sobre dos federaciones. Una, Fentect, ligada a la Central Unica de Trabajadores (CUT). La otra, Findect, integrada a la Central de los Trabajadores de Brasil (CTB), influida más directamente por el PC de Brasil. Esta segunda, de características burocráticas más propatronales, tiene su ‘fuerte’ en dos de las principales ciudades: San Pablo y Río de Janeiro.
La huelga se sostuvo sin la formación de un comité de huelga común elegido entre las dos federaciones. El Findect la siguió en forma pasiva. En las metrópolis de San Pablo y Río, es donde el acatamiento era menor, cediendo a la presión gubernamental. La Findect no participó del envío nacional de caravanas a Brasilia este lunes 21. Por el contrario, tenía organizadas ‘asambleas’ para que en forma automática, apenas se conociera el fallo del TST, discutieran el levantamiento de la huelga. Efectivamente, antes que los manifestantes de Correos de diversas ciudades de Brasil abordaran los micros para volver a sus estados, la burocracia hizo ‘votar’, impuso el levantamiento del paro. En San Pablo, un gremio que cuenta con más de 20 mil afiliados, una asamblea ‘virtual’ (la burocracia se negó todo el tiempo -con la excusa del contagio del Covid 19- a realizar asambleas presenciales, a pesar de que los carteros fueron declarados esenciales y obligados a trabajar) votó levantar por 699 votos a favor contra 678 en contra y 38 abstenciones. Las denuncias de fraude burocrático llovieron. En Río de Janeiro fue peor: sobre 15 mil trabajadores del correo, menos de 300 votos votaron levantar la huelga.
La Findect declaró, para levantar, que se estaba frente a una ‘victoria’ porque se habían ‘recuperado’ 20 de los 70 artículos derogados del convenio y anunció despidos masivos y mayores descuentos salariales si se continuaba. Sobre la base de esta ruptura del paro, la Fentect también planteó a sus sindicatos que votaran levantar, para no quedar aislados.
Los guarismos indican que incluso en San Pablo y Río, las ‘bases’, los trabajadores, querían seguir.
Realmente: un plan de guerra contra los trabajadores
Durante la huelga, el gobierno llevó adelante un verdadero plan militar para quebrarla. El presidente de la empresa, el general Floriano Peixoto, en una entrevista de prensa no ocultó el plan antihuelga que venía desarrollando: el traslado de empleados administrativos a operaciones en las calles, etc. ‘Voluntariamente’ logró que una elite de rompehuelgas dedicaran sus vacaciones y fines de semana a la actividad de clasificación y distribución de objetos. “También podemos mencionar la contratación de mano de obra temporal para realizar actividades internas, así como el alquiler de vehículos adicionales y líneas de transporte para disponer de la carga incautada por el paro”, dijo. Un operativo abierto de rompehuelgas.
El TST decretó el 1° de septiembre las guardias mínimas que debían garantizarse –por el servicio que debieran cumplir frente a la pandemia- y la prohibición de realizar piquetes de huelga sobre las sedes de los correos. Cualquier incumplimiento sería castigado, para empezar, con una multa diaria de 100 mil reales. Esto último ayudó a disciplinar a las burocracias, con las que el gobierno contó como quinta columna.
El ataque frontal al convenio de los carteros, tiene no solo como propósito imponer prácticamente la reforma laboral antiobrera, sino que es la antesala para producir despidos masivos. El propio general-presidente de ECE anunció que habría que disminuir gastos. Con 30 mil trabajadores alcanzaría –dijo- para que funcionara la empresa: lo que implicaría el despido-retiro ‘voluntario’ de 70 mil.
Abaratar al máximo la mano de obra para hacer más atractiva la privatización del Correo, es una prueba piloto.
La gran traición de la CUT y las burocracias sindicales
Varias organizaciones de los trabajadores en huelga han llamado en el curso de la misma a que el movimiento obrero, en su conjunto, se movilizara en apoyo activo a su lucha. Elementalmente, se sabe que ese rol lo podría cumplir una central de trabajadores. Esas centrales existen, pero están sumidas en la pasividad en lo que corresponde a la organización de las luchas obreras. La CUT en particular, la más importante, hizo mutis por el foro con alguna que otra declaración de ‘solidaridad’. En ningún momento convocó a un congreso para discutir un plan de lucha y decretar la huelga general en apoyo a la lucha del Correo. Su ‘energía’ está subordinada a Lula y al PT, sumergidos en el electoralismo no solo para las próximas elecciones municipales de noviembre, sino con vistas… a las presidenciales del 2022.
Ahora frente al desenlace negativo de la huelga, Sérgio Nobre, secretario de la CUT, anunció que… acudirá a organismos internacionales, como la OIT, “y donde sea necesario”, para denunciar lo que ha hecho el TST contra los trabajadores postales.
Es lo que se llama, un saludo –vergonzoso- a la bandera.
La histórica huelga del Correo permitió visualizar también el rol de cada partido frente a la realidad de la lucha obrera y de masas. Y el Psol ha estado ausente por completo de la misma. Algunas de sus corrientes internas han emitido declaraciones y movilizado en apoyo a la huelga de Correos. Pero el Psol de conjunto, como partido, ha estado totalmente ausente. Su preocupación hoy se concentra en los acuerdos y armados de listas para las elecciones municipales de noviembre.
La lucha continúa
El regreso de los trabajadores del Correo al trabajo no cierra el conflicto. Ahora vendrá la defensa de los delegados y activistas y el rechazo a despidos masivos. Y también el rechazo a la privatización-entrega de ECE con sus nuevas repercusiones sobre el mundo laboral del Correo. Como ha dicho un sindicato: se ha perdido una batalla, pero la guerra continúa.
Es importante que frente a cada ataque se organice la resistencia, en cada lugar: ninguna sanción, ningún despido, pago del total de las horas caídas durante la huelga, restitución de los 50 artículos derogados del convenio colectivo, aumento salarial.
Pero… es fundamental, asimismo, sacar conclusiones.La heroica huelga del Correo ha puesto al rojo vivo la necesidad de una nueva dirección clasista que defienda los intereses de los trabajadores, tanto en el gremio como a escala nacional, acabando con los burócratas que subordinan la lucha obrera a los gobiernos de turno y a la politiquería electoralista de los partidos patronales. Esta es una tarea para todo el movimiento obrero. Para recuperar la CUT y demás centrales es necesario plantear la ruptura de la parálisis y del colaboracionismo de clase, de la subordinación al PT y a los frentes con los partidos patronales.Un congreso de bases de los sectores combativos sería un primer y urgente paso para ir preparando al movimiento obrero a la necesidad de un enfrentamiento de conjunto contra la política antiobrera y proimperialista del gobierno bolsonarista y sus cómplices. E ir madurando la formación de una nueva dirección para las masas obreras y explotadas.
Rafael Santos
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