lunes, septiembre 14, 2020

Murió Mario Cafiero, militante «pro-vida» y símbolo de la centroizquierda peronista



Una trayectoria que envuelve hechos de corrupción, gestiones de "reconciliación" con los genocidas y prédicas contra la anticoncepción y el aborto.

A los 64 años murió Mario Cafiero, hombre de décadas en la política argentina, y desde diciembre de 2019 funcionario del gobierno, como titular del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes).
Los saludos a su trayectoria y pésames para sus familiares se multiplicaron en todas las variantes de los partidos patronales.
Un recorrido sucinto por su trayectoria echa una interesante luz sobre la naturaleza y deriva de la centroizquierda peronista, y del peronismo en general.
Cafiero fue secretario general de la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires de 1987 a 1991 y presidente del Ente de Administración y Explotación de la Zona Franca La Plata (1994-1997). El libro Tangentina, corrupción y poder político en Italia y Argentina recuerda que “jugó un papel muy importante en la firma del crédito italiano para el saneamiento del río Matanza y para la Repotencialización Industrial de la Zona Franca La Plata-Berisso-Ensenada”; negocios en los cuales el tesoro nacional fue estafado y que fueran tratados en la investigación conocida como “mani pulite”.
El tío del actual jefe de Gabinete integró la mesa provincial del justicialismo desde el ’95 al ’99, y fue diputado nacional por el PJ en 1997. En 1997 migró al ARI de Elisa Carrió, rompiendo con este en 2004; y al año siguiente fue candidato del MST, como parte de una larga etapa de alianzas de este partido con referentes de la centroizquierda.
Tras ello, Cafiero fundó junto a Pino Solanas Proyecto Sur, del cual era vicepresidente; y se reporta que “contribuyó al acercamiento de Solanas al Frente de Todos”. Esta integración al PJ y a su gobierno encargado de pagar al FMI y seguir sus recetas de ajuste y promotor de la megaminería contaminante vino a sellar la desaparición de la centroizquierda como variante política, que en rigor de verdad ya llevaba años.
El ente que presidía, el Inaes, señaló en un comunicado ante su defunción que “su camino (…) tuvo como permanente premisa el diálogo, la búsqueda de consenso y el respeto por delante de todo”. Parte de este espíritu de “diálogo” fue el intento de constituir en 2001, en tiempos de la Alianza, una “comisión de notables” con representantes de la Iglesia católica y otros cleros para recabar confesiones de militares que hubiesen participado de los crímenes de la dictadura, algo que el general Brinzone saludaba con entusiasmo, acompañándolo con la propuesta de que quienes confesasen tuviesen “alguna garantía judicial de que no sufrirán represalias”. En suma, un episodio del intento de imponer una “reconciliación” con los genocidas de la dictadura repudiados por la movilización popular, que ha atravesado a todos los gobiernos democráticos -desde las amnistías alfonsinistas hasta el llamado a “dar vuelta la página” de Alberto Fernández, pasando por la designación de César Milani por CFK y el negacionismo macrista.
En el citado comunicado del Inaes se recuerda la ligazón de Cafiero con el Papa Francisco. Ni el “feminista” Página12 -que recoge “el dolor de todo el arco político” ante su muerte- ni la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad –que lo despidió como un “dirigente que siempre optó por quienes más lo necesitaban, con el compromiso de hacer una Argentina más justa”- reportan el rol jugado por Cafiero como defensor explícito del “lobby de la Iglesia”.
Sucede que a la mencionada iniciativa de “reconciliación” con los milicos, vía el clero, se suma una intensa militancia antiderechos, como recogiera Christian Rath en un artículo de 2007 de Prensa Obrera #898 (7/7/07).
Este prócer del diálogo y la “lucha por justicia” se opuso fervientemente en 2001 al proyecto de la ley de salud y procreación responsable -que se limitaba a dictaminar la obligación del Estado de garantizar servicios de anticoncepción, manteniendo de hecho la penalización del aborto-, en nombre de “la defensa de la vida”. En su intervención como diputado, lo atribuyó al “feminismo extremo”, protestando contra la prédica de este de una “revolución sexual” y “un absoluto control femenino de los medios de reproducción y una liberación sexual total”. Cafiero concluyó su intervención señalando que para el análisis que criticaba “el tipo travesti representaría al verdadero individuo liberado”.
“Por lo menos ese lobby de la Iglesia consiguió que cambiaran un artículo (del proyecto de ley) y pusieran ‘no abortivos, reversibles y transitorios’ ”, se felicitó Cafiero al final del debate. “A la hora de votar, el PJ dio ‘libertad de conciencia’ y Mario Cafiero recibió los mayores aplausos de esta bancada” (ídem).
Dos años después, como destacado militante “pro vida”, fue panelista de un encuentro que culminó con una marcha contra el aborto a principios de octubre de 2003.
Su designación al frente del Inaes en diciembre del año pasado no es casual. El gobierno ha reforzado lazos con la Iglesia, interesado en su rol de contención de las luchas populares frente a una crisis social y un ajuste crecientes (y pagando a cambio con la continuidad de la clandestinidad del aborto y de las trabas a la Educación Sexual laica). Un punto central de esta política conjunta es la promoción de la llamada “Economía Social”, que supone la generalización del trabajo precario; así se ve en el reciente lanzamiento del Potenciar Trabajo, que paga miserables $8.500 por realizar tareas, golpeando a su turno a quienes venían realizando esas tareas y a los convenios de esas actividades.
La partida de Mario Cafiero, con las omisiones sobre su carrera por parte de quienes lo despiden, es un episodio para reflexionar sobre la bancarrota de la centroizquierda y el ADN clerical del peronismo.

Tomás Eps

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