sábado, septiembre 19, 2020

Haití, en las vísperas de grandes movilizaciones


Se profundiza la crisis social y política.

 La movilización popular vuelve a ganar las calles de Haití. Los maestros reclaman por medidas de seguridad e higiene frente al Covid-19, por el pago de sueldos atrasados y aumento salarial. Al mismo tiempo, los trabajadores de uno de los principales hospitales de la capital, Puerto Príncipe, han ido a la huelga en reclamo de insumos. A partir del 20 de septiembre, se espera el comienzo de movilizaciones a nivel nacional para reclamar la renuncia del presidente Jovenal Moïse. 
Moïse, un empresario bananero que llegó al poder tras unos comicios escandalosamente fraudulentos, en 2016, ha sido el blanco de sucesivos levantamientos populares. Los más relevantes: en julio de 2018, una insurrección lo obligó a dar marcha atrás con la quita de subsidios a los combustibles. En septiembre pasado, el país se llenó de piquetes y movilizaciones contra el desabastecimiento de los mismos. Para sostenerse en el poder, Moïse se recuesta en el imperialismo y en la represión más brutal. Más aún, muchos denuncian que el gobierno apaña a las bandas criminales que aterrorizan los barrios sumergidos del país con los crímenes más atroces. El accionar de estos grupos se ha incrementado en las últimas semanas, lo que ha desatado un gran malestar popular. El crimen de Montferrier Dorval, presidente del Colegio de Abogados, provocó importantes marchas de repudio. La situación se caracteriza por violentos choques. Cientos de policías armados se han manifestado ya en varias ocasiones, durante las últimas semanas, por la liberación de un agente de la brigada antidrogas que está detenido, acusado de asesinato. En febrero, Moïse apeló al Ejército para sofocar una revuelta policial, con un saldo de dos muertos. 

 La crisis política 

 Desde comienzos de este año, cuando se venció el mandato de los diputados y buena parte de los senadores, Moïse viene gobernando por decreto. También se ha vencido el mandato de los gobernadores, que siguen en el cargo porque el Ejecutivo los nombró como funcionarios. Moïse busca reforzar sus atribuciones por medio de una reforma constitucional que fortalezca la figura presidencial, en desmedro del parlamento. 
Si bien el gobierno norteamericano apoya al gobierno de Moïse, no se trata de un respaldo incondicional. El jefe del Departamento de Estado, Mike Pompeo, reclamó la convocatoria a las elecciones legislativas y en un reportaje con el Miami Herald dijo que «una vez que se celebren esas elecciones, habrá un gobierno debidamente elegido”. El imperialismo impulsa una nueva pantomima electoral para legitimar un régimen político que se encuentra totalmente desacreditado. 
Bajo esta presión, Moïse ha mostrado su disposición a convocar a elecciones legislativas, presidenciales y municipales para el año próximo. Sin embargo, muchas fuerzas de la oposición rechazan una convocatoria electoral que resultaría en un nuevo fraude. Reclaman la salida de Moïse y un gobierno de transición. Y han cuestionado un llamado de la OEA (que va en la misma línea de Pompeo) a la celebración de elecciones, calificándolo como una injerencia en los asuntos internos.
 La línea de un gobierno de transición apunta a una preservación del régimen. En noviembre pasado, un conjunto de organizaciones formaron La Passerelle, una estructura política que apuntaba a un gobierno de transición “para organizar una retirada ordenada, para proteger las instituciones republicanas (…) y prevenir una disrupción generalizada” (Haiti Libre, 13/11/19), lo que parece ser un eufemismo para referirse a un potencial levantamiento popular. Entre los firmantes estaban Fanmi Lavalas (del expresidente Bertrand Aristide, derrocado en 2004, en un proceso que daría paso a la instalación de las tropas de la Minustah), Mache Kontre (socialdemócratas), el Foro Patriótico y otros.
 Desde el punto de vista social, la situación haitiana es calamitosa. Un 40% de la población padece inseguridad alimentaria. La gestión sanitaria del Covid-19 aparece, en tanto, fuertemente cuestionada. Las cifras son relativamente bajas, con 8.478 contagios y 219 muertes (el país tiene 11 millones de habitantes aproximadamente), pero son cifras dudosas ya que registran solo aquellas personas que pudieron acceder al hospital (Prensa Latina, 12/9). El desastre social refuerza la necesidad del imperialismo de regimentar y reprimir. Las tropas de la Minustah (responsables de la introducción del cólera en el país y de todo tipo de abusos contra la población), impulsada por el imperialismo e integrada por gobiernos latinoamericanos (como el Brasil de Lula y la Argentina de Kirchner, entre otros) fueron reemplazadas en 2017 por las de la Minujusth (Misión de Apoyo a la Justicia de las Naciones Unidas en Haití), una fuerza de menor alcance y de carácter policial, pero que también fue denunciada por participar en la represión contra la población. A su vez, esta ha sido sustituida desde 2019 por la Binuh (Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití), representante de los intereses de las potencias europeas y Estados Unidos.
 Para abrir una salida para las masas de Haití, es necesario echar a Moïse y el imperialismo. 

 Gustavo Montenegro, Álvaro Chust

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