Como “el Chueco Maciel”, aquel personaje de la canción de Daniel Viglietti, era un uruguayo de Tacuarembó. Ahí nació, hace cien años, con el nombre de Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farrugia. Se consideraba discípulo de Baldomero Fernández Moreno, un poeta menor pero muy popular (aquel de los “setenta balcones hay en esta casa”), pero también de César Vallejo y Antonio Machado. Perteneció a la llamada “Generación del 45” de poetas uruguayos, que integraron, entre otros, poetas enormes como Juan Carlos Onetti e Idea Vilariño. La poesía de Benedetti nunca alcanzaría esas cumbres, pero sí los superaría largamente en conocimiento público. Él fue, ante todo y sobre todo, un juglar del pueblo.
La cúspide de su popularidad le llegó en 1974, cuando su novela “La tregua” fue llevada al cine por Sergio Renán, con Héctor Alterio y Ana María Piccio. Fue la primera película argentina y la segunda sudamericana en ser nominada al Oscar a la mejor película extranjera. Según dicen quienes lo conocieron de cerca, Benedetti sintió un odio visceral por esa versión cinematográfica. En cualquier caso, aquella novela y su puesta en pantalla son una pequeña pintura de la alienación del trabajo (“tenés pinta de tipo que hace cuentas”, le dice una prostituta a Martín Salomé, el personaje que interpreta Alterio), la represión de la época a las diversidades sexuales, la destrucción de los vínculos familiares.
Como queda dicho nació en Tacuarembó, pero fue un habitante de dos ciudades que hizo propias: Montevideo y Madrid. Fue uno de los escritores castellanos más leídos a ambos lados del Atlántico, y la poeta española Elvira Sastre dijo de él: “Tiene un estilo de escritura que me apasiona y que consiste en hacer accesible y sencillo lo que es muy complejo, que era la manera en que escribía” (Página/12, 14/9). En efecto, la suya era una poesía sencilla y posiblemente esa característica lo convirtió en best-seller.
Se tiene una idea de su dimensión popular cuando se recuerda que fue cantado por Joan Manuel Serrat, Nacha Guevara y Daniel Viglietti, entre otros. Muchas veces debió modificar sus poemas, darles rima y la medida necesaria para que pudieran cantarse.
Conocido en todo el mundo hispano por sus poemas y canciones, escribió sin embargo novelas y cuentos con una prosa superior a su poesía. Además de “La tregua”, ahí están “Primavera con una esquina rota” (1982), “Gracias por el fuego” (1965), “El cumpleaños de Juan Ángel” (1971), “La borra del café” “(1992) y “Andamios” (1996); y las colecciones de cuentos “Montevideanos” (1959), “La muerte y otras sorpresas” (1968) y “Despistes y franquezas” (1989).
Su popularidad llegó al punto de que se le atribuyeron frases y versos que no le pertenecían. Entre otras muchas, aquella que dice: "Se acercan tiempos difíciles, amar es urgente". Atribuida desde siempre a Benedetti, es parte de un poema escrito por Miguel Abuelo, líder de la banda de rock “Los abuelos de la nada”.
Pero, en cualquier caso, seguirán resonando, por ejemplo, aquellos versos de “Te quiero”, poema cantado en 1977, con música de Alberto Favero (desde el exilio, en plena dictadura), por Nacha Guevara en su LP “Amor de ciudad grande”, y por Sandra Mihanovich y Celeste Carballo en una versión impecable de 1988: “Si te quiero es porque sos / mi amor mi cómplice y todo / y en la calle codo a codo / somos mucho más que dos”.
Alejandro Guerrero
15/09/2020
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