Elecciones y disolución del gobierno golpista
La disolución del gobierno de Añez es total, a pesar de las componendas parlamentarias del MAS, las burocracias sindicales, campesinas e indígenas. El manejo incompetente y fascista de la pandemia la sacó del tablero, Por eso no pudo pedir el socorro de las Fuerzas Armadas que la pusieron en el Palacio Quemado.
Añez depuso su candidatura el 17 de septiembre, cuando las intenciones de voto le daban alrededor del 15 por ciento. Pretende impedir una victoria del candidato del MAS (Luis Arce) en primera vuelta. Arce reúne el 40% de los sufragios frente al segundo, Carlos Mesa, que no llega a la 30 – la diferencia de más diez puntos que deciden en primera vuelta. La derecha espera conseguir de este modo una segunda vuelta y unificar el voto contra el candidato del MAS. Según la encuesta de la Fundación Jubileo (16 mil personas de áreas urbanas y rurales), sin contar los votos nulos, en blanco y ni a los indecisos, Arce se impone por un 40,3%, en tanto que Mesa obtiene un 26,2%. El voto de los indecisos representa el 20% del electorado en el país y será decisivo para definir al ganador de los comicios de octubre.
Crisis política y golpismo
La crisis sanitaria fue el golpe final para el gobierno de facto. Con 131.453 positivos y 7.693 muertos, Bolivia es uno de los países más afectados de la región, pero también el que menos testeos realiza. El desempleo fue creciendo a la par de la crisis capitalista y sanitaria, trepando a los dos dígitos. Los frecuentes casos de corrupción incluyeron el arresto del ministro de Salud, que le puso sobreprecio a los respiradores. La Organización Interamericana de Derechos Humanos denunció las masacres perpetradas por Añez y el amparo a bandas paraestatales por parte de su gobierno. Fue la señal internacional para echarla del gobierno y abrir un espacio a Mesa. En un informe de la Defensoría del Pueblo se denuncia la conformación de grupos paraestatales que asumen funciones de seguridad interna en complicidad con la policía boliviana (16 de septiembre).
La Iglesia católica, junto a sectas evangélicas fueron el principal respaldo político de Añez, como ocurre en Brasil con Bolsonaro. El gobierno fue denunciado por persecución política de opositores, utilizar bandas fascistas para atacar a manifestantes durante la última huelga general, y a los actos de campaña del MAS.
Fraude y el rol de la OEA
El fraude es un último recurso para tratar de torcer la victoria del MAS. Hay denuncias de manipulación de los padrones electorales y problemas con la documentación requerida, sobre todo en poblaciones campesinas e indígenas. Hace semanas que se denuncian acciones de los fascistas Comités Cívicos de Santa Cruz. Preparan acciones de sabotaje y se organizan frente al escenario poselectoral de una victoria de Arce.
Diferentes organizaciones y dos docenas de Congresistas norteamericanos, y en especial Human Rights Watch, han confirmado que no hubo fraude en las elecciones de octubre pasado, que Evo Morales había ganado en primera vuelta. Advierten este hecho cuando el gobierno en funciones se desmorona. Como ocurriera en 2005, el MAS vuelve a ser el recurso del imperialismo para evitar una situación revolucionaria. Incluso frente a este panorama, el tribunal electoral ha vetado la candidatura a senador de Evo Morales, con el argumento disparatado de que no tiene registro electoral en Bolivia.
Incluso con una victoria en primera vuelta, el MAS no volvería a gozar de la mayoría de dos tercios en Diputados y Senadores – como la que existía en vísperas del golpe. Enfrenta asimismo una crisis interna, entre el candidato a Presidente, Arce, y su vice, Choquehuanca, quien oficia como representante de la población indígena de El Alto. Más importante aún, por su programa y su política fracasará rápidamente frente a la pandemia y el derrumbe económico – todo lo contrario de lo que ocurrió en el mayor parte del tiempo del gobierno de Evo Morales. Para quienes, en la derecha, albergan la expectativa de que Arce se pueda convertir en un Lenin Moreno del Altiplano, hay que decir que, en la crisis desatada por la pandemia, América Latina se ha convertido en el vaciadero de basura del capital internacional – muy lejos de venir en socorro de un cambio de camiseta de último momento. El cambio de gobierno debería tener lugar enseguida después del acto electoral – de modo que Bolivia será ‘noticia’, otra vez, bastante antes de fin de año.
Emiliano Monge
23/09/2020
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