Ocurre que Bergoglio hizo “renunciar” al cardenal Angelo Becciu, ordenado tres años atrás por el argentino. Becciu había alcanzado el tercer lugar en la jerarquía vaticana, manejaba sus finanzas y “ su consejero de mayor confianza durante años, como ´ministro del Interior´ de la Secretaría de Estado” . Según La Vanguardia, de Barcelona, era número puesto para suplantarlo como Papa (25/9).
El cardenal destituido salió con los tapones de punta a denunciar una “vendetta”. Desmiente que fuera el responsable de un conjunto de desfalcos de los que se lo acusa: desde la compra fraudulenta de una propiedad en Londres a la cesión de negocios vaticanos a favor de cuatro hermanos empresarios. El semanario LEspresso habla de una investigación “centrada en la oscura gestión de dinero que habría tenido Becciu a lo largo de su carrera … definido como ´método Becciu´”.
Éste ‘método’ habría consistido en contrataciones a favor de aquéllos en lugares donde ocupó posiciones, desde Angola a Cuba (Elizabetta Piqué, La Nación, 26/9. La propia secretaría de Estado del Vaticano descubrió que Becciu “manejaba un fondo secreto de 700 millones de euros que no estaba depositado en el IOR, y que en los manejos se usaba el tesoro del Obolo de San Pedro, los cientos de millones que los feligreses donan directamente al pontífice para sus obras de caridad” (Algañaraz).
“Después se supo que monseñor Becciu, que estuvo en la Secretaría de Estado entre 2011 y 2018, había movilizado un negocio de 200 millones de euros para invertir en una plataforma submarina en Angola, donde había sido embajador del Papa y coleccionado muchos amigos influyentes. Era uno de los tantos negocios que hace el Vaticano en el mundo. Para cubrir su presencia, se usan los intermediarios. Becciu es acusado de haberse ligado profundamente al financiero Enrico Crasso, del ex Credit Suisse, que ´orientó las inversiones vaticanas hacia fondos especulativos en paraísos fiscales´ (ídem). La periodista de La Nación agrega: “hizo mucho ruido que el cardenal australiano George Peli —ex zar de las finanzas del Vaticano que debió irse en julio de 2017 para defenderse en un juicio por pedofilia, del que salió absuelto— y enemigo de Becciu, celebrara su despido” y declaró “espero que la limpieza del establo continúe” (ídem).
Por lo pronto cuando Becciu le consultó al papa el jueves si debía “dejar su lujoso departamento en el Vaticano”, en la audiencia que marcó su “dramático final para su carrera, Bergoglio le dijo: “No, por todo el trabajo que ha hecho por mi, se lo dejo” (ídem).
En Argentina, mientras tanto, la Suprema Corte mendocina confirmó las condenas a 40 años de prisión a los sacerdotes Nicola Corradi y Horacio Corbacho Blanck, pasando por encima de las presiones de la curia porteña y vaticana que frenaron una y otra vez el juicio por los mayores abusos sexuales cometidos en Argentina en “el escándalo (que) no solo se limita a Mendoza, donde los abusos comenzaron a fines de la década del 90, sino que tiene su correlato en La Plata, donde está la sede argentina de esa institución, y se aguarda la realización de un juicio que tiene también en la mira al cura Corradi. Incluso hay denuncias por hechos cometidos por ese sacerdote décadas atrás en Verona, Italia” (LN, 26/9).
Norberto Malaj
26/09/2020
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