El gobierno nacional, y sus acólitos, presentan a la crisis formoseña como una conspiración “anticuarentena”, y a Insfrán como un paladín de la salud pública. Esta caución política a Insfrán se extiende desde Frederic hasta Aníbal y Alberto Fernández. El “aislamiento obligatorio”, para detener una fuerte circulación del virus, tiene que ser seguido por medidas integrales de prevención y tratamiento, completamente ausentes, y por un fuerte apoyo a la economía familiar.
Insfrán ha instaurado un estado de sitio y una suerte de refugios de “concentración”. En todo el mundo, el capital salió a defenderse y rescatarse a sí mismo del peligro de un derrumbe social; es lo que hizo Insfrán en Formosa para salvar a su régimen de despotismo personal. Para los Fernández, Insfrán representa por sobre todo dos votos invaluables en el Senado.
Insfrán destino los recursos que llegan a la provincia a rescatar a las pocas grandes corporaciones capitalistas - con el pago de sueldos, exención de impuestos y cargas previsionales, y facilidades crediticias. En cambio, la población explotada recibió un “IFE” cada dos meses, y sólo en tres oportunidades. Si la desocupación creció al 30% y la pobreza al 50% en las regiones industriales del país, en Formosa sencillamente alcanzó niveles de catástrofe. Los salarios de “los que cobran salario” -como los empleados del estado- perdieron un 15 o 20% de su poder de compra. El comercio pequeño y sus empleados están “acoplados” a este desastre, como consecuencia de la caída del consumo general.
La movilización de la pequeña burguesía urbana por la defensa de la circulación comercial retrata, en forma específica o distorsionada, el impasse político y social del capitalismo frente a la pandemia. Ese impasse no es otro que la incapacidad para movilizar los inmensos recursos que ha acumulado, en forma capitalista, para enfrentar el virus, que se ha convertido en catástrofe humanitaria. La pequeña burguesía comercial reclama el derecho a sobrevivir bajo el capitalismo con los métodos que son los de ella – la actividad comercial. Es como lo ven también muchos progresistas e izquierdistas, cuando reclaman lo mismo con el agregado de los ‘protocolos’ seguros. La alternativa “racional” sería, en cambio, nacionalizar los recursos capitalistas fundamentales, para un lucha sanitaria contra el virus; para sostener a la población trabajadora; y para sentar las premisas de una reorganización social que defienda la vida humana en lugar del lucro privado. Los límites de la salida comercial ya han quedado a la vista, en primer lugar por el acecho de nuevos rebrotes, y porque el consumo minorista no se reactiva, sino que se acentúa la miseria social y la política de ajuste. Esta contradicciones explosivas se manifestarán en crisis políticas más violentas que las que desata el ‘patriarca’ Insfrán.
La represión de don Gildo, como ocurre con los vacunatorios Vips, han sido usados por Bullrich, Waldo Wolf, libertarios- para hacer demagogia de derecha, aunque aluda a la libertad. Es el mismo registro que usaron Trump y Bolsonaro. No hace falta destacar la catástrofe en que sumieron a EEUU y a Brasil. No es por supuesto el reclamo de libertad del pequeño comercio sino del gran capital – sólo con los u$s50 mil millones despilfarrados con el FMI, buena parte del financiamiento de la lucha sanitaria habría quedado satisfecho.
Las burocracias sindicales han dado la espalda a la tanto a la movilización contra el confinamiento “concentronario”, como al rechazo de los métodos fascistoides de Insfrán. Es que la burocracia come de la mano del Estado, no es una representante independiente de los trabajadores. Por elige el campo de los represores contra los reprimidos, cuando no integra ella misma la fila de los represores. Lejos de una mirada indiferente, es necesaria una campaña de pronunciamientos por el derecho a la movilización popular en Formosa y en todo el país.
La lucha contra la pandemia no necesita balazos ni gases, sino testeos masivos, vacunas en provisión suficiente, un salario de pandemia para todos los precarizados y desocupados, igual al costo de la canasta familiar, y un aumento general de salarios para recuperar el poder adquisitivo confiscado.
En cuanto a Formosa es necesario un congreso obrero y campesino, incluso con los obreros y campesinos de Paraguay, nuestras provincias del noreste y el Matto Grosso brasileño, por las urgentes reivindicaciones de la salud, la docencia y la tierra, junto a los campesinos y pueblos originarios expropiados.
Marcelo Ramal
10/03/2021
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