El 4 de junio de 1975, Celestino Rodrigo, el tercer ministro de Economía del peronismo regresado al poder en 1973, bajo el régimen terrorista de Isabel Perón y López Rega, anunció el plan de guerra contra la clase obrera más letal hasta entonces conocido.
El “Rodrigazo” inauguró la gran etapa de golpes económicos y shock hiperinflacionarios que dominan la historia argentina desde entonces, luego seguido de las híper de la dictadura videlista, de Alfonsín al final de su mandato, de Menem en su primer gobierno, y de Macri, en el final del suyo, de casi 54%.
El “Rodrigazo” incluyó una devaluación de la moneda de más del 160 %, lo que derivó en un aumento de la nafta del 181%, con el consiguiente aumento de tarifas, servicios y tasas de interés. Los precios saltaron un 100% promedio, y el pasaje del transporte público entre un 80 y un 120%.
En medio de las negociaciones de las paritarias que debían sustanciarse después de dos años de estar congelados, Isabel Perón había anunciado tres días antes que los aumentos salariales no podrían superar el 45 por ciento, topes que fueron masivamente rechazados por la clase obrera.
El país explotó, y la clase obrera lo enfrentó con la huelga general.
El Rodrigazo, continuidad del ajuste instaurado por Perón en 1973
El “Rodrigazo” no fue el comienzo sino la continuidad del ajuste que comenzó bajo la tercera ocasión en la que el peronismo gobernó el país. El Pacto Social que aplicó el peronismo en 1973, primero con Cámpora y luego con Perón e Isabel Perón y López Rega, firmado el 8 de junio por el gobierno, la CGT y la Confederación General Económica (CGE), congeló los salarios y las paritarias por dos años, junto a un “congelamiento” trucho de precios, luego de 18 años de gobiernos civiles o militares antiobreros.
La crisis del Pacto Social derivó en un mayor ajuste, otra vez con Gómez Morales como ministro de Economía (octubre de 1974 a junio de 1975), quien en 1952 fue artífice de un plan de estabilización económica que también congeló los salarios y las paritarias, en la segunda presidencia de Perón. Bajo el gobierno lópezrreguista, Gómez Morales devaluó el dólar un 50 por ciento, redujo el gasto público, mejoró la rentabilidad empresaria mediante paulatinos reajustes de precios, buscó acercarse al FMI y promover la inversión del capital extranjero. Una avanzada hacia el plan de Celestino Rodrigo, mientras los salarios se mantenían congelados.
En el exiguo período que va desde marzo de 1973 y junio de 1975, la clase obrera había perdido un 20 por ciento del valor real de sus salarios.
Rodrigo, cabecera de playa del plan económico de Martínez de Hoz
El diseño del plan Rodrigo tuvo como principal protagonista a Ricardo Zinn, secretario de Coordinación del Ministerio de Economía, futuro funcionario de la dictadura de Videla y uno de los artífices de la privatización de YPF, Somisa y Entel bajo el menemismo. Zinn es reconocido por todo el mundo político y económico como el cerebro del “Rodrigazo”, luego asesor del ministro de Economía de la dictadura genocida de Videla, integrante del derechista “Grupo Azcuénaga”, la usina intelectual que mentó los planes económicos de la dictadura. A Zinn se le atribuye también la creación de la Reforma de Entidades Financieras de esta época, que descentralizó los depósitos, liberó las tasas de interés y fue factor clave para la fuga de divisas y el megaendeudamiento bajo el régimen genocida. Para completar su currículum, fue directivo estrella del grupo Socma, de la familia Macri.
El otro pilar técnico del plan “Rodrigo” fue Pedro Pou, futuro ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires en la dictadura de 1976, y luego presidente del Banco Central en 1996, siendo presidente el peronista Carlos Saúl Menem.
La continuidad en los intereses capitalistas del peronismo a la dictadura genocida son más que evidentes, así como las bandas parapoliciales de las Tres A son la antesala de los grupos de tareas del videlismo.
Por esta razón, el “Rodrigazo” fue festejado por el Consejo Empresario Argentino (CEA), integrado por Techint, Fortabat, Pérez Companc y Martínez de Hoz, que le hicieron saber su apoyo a Celestino Rodrigo en persona.
“La caída del salario real es un ingrediente necesario para el éxito de este esquema económico, señalaba sin tapujos la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoameriocanas (Fiel) al analizar el plan” (Restivo-Dellatorre).
El ingrediente clave de Fiel –cuando festeja el “Rodrigazo”- es un componente estratégico de la política de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. “La licuación vía inflación del gasto primario en jubilaciones, pensiones, prestaciones sociales, salarios y transferencias a provincias, dio lugar a un cuadro de cuasi-equilibrio fiscal, o mejor dicho de prudencia y buena letra” (Ámbito, 9/6).
La clase obrera enterró al “Rodrigazo” con la huelga general
También hace 46 años, el 6 de junio de 1975, los trabajadores de Ford Pacheco iniciaron una huelga general de fábrica que inició una serie de huelgas generales de fábricas y de provincias enteras, como en Córdoba, las huelgas de junio y julio de 1975, que culminarán con la primera huelga política de masas contra el peronismo, primero con una marcha multitudinaria de 250.000 trabajadores a Plaza de Mayo impuesta a la burocracia sindical el 27 de junio, en medio de este reguero de huelgas ascendentes en todo el país, que obligó también a la posterior convocatoria por parte de la CGT a la huelga general de 48 horas los días 7 y 8 de julio.
A apenas dos años y medio del “Luche y Vuelve” (por el regreso de Perón del exilio), la clase obrera argentina había madurado una aguda experiencia política con el peronismo, que fracasó en su tarea de desviar el ascenso revolucionario abierto por el Cordobazo en 1969.
A partir de este momento, la burguesía argentina, el gran capital y el imperialismo comenzarán a preparar el golpe genocida de 1976, con la colaboración del peronismo y especialmente de la burocracia sindical cegetista.
Daniel Sierra
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