El 7 de septiembre próximo –aniversario de la independencia de Brasil- se dibuja como una jornada con posibilidades de choques en las calles.
El presidente Jair Bolsonaro convocó a manifestar en su apoyo contra el Supremo Tribunal Federal (STF), por enjuiciar este a alguno de sus partidarios, que se mostraron públicamente con armas planteando echar a los jueces (e incluso al embajador de China). Es la respuesta bolsonarista a la no aprobación del parlamento a tratar su propuesta de modificar el sistema electoral, eliminando el voto electrónico (vigente hace 25 años) y reemplazándolo por el voto en boletas de papel. Ya en esa oportunidad, mientras el parlamento discutía si tratar el proyecto de Bolsonaro, este organizó una demostración de fuerza, haciendo desfilar frente al Congreso una división de tanques blindados.
El llamado de Bolsonaro fue la voz de orden para que toda la ultraderecha fascistoide y militar saliera a amenazar que si no se revertía este rechazo parlamentario se podría llegar a avanzar hasta un autogolpe militar. Si bien falta más de un año para las elecciones presidenciales, Bolsonaro se ufana por llegar a ser un Trump.
Mandos policiales y militares plantearon que concurrirían a las concentraciones bolsonaristas. El coronel Lacerda, a cargo de 7 batallones de la policía militar de San Pablo, anunció que iba a movilizar los mismos en dicha jornada. Por eso, el gobernador centroderechista del Estado de San Pablo lo destituyó. Lacerda redoblo la apuesta, anunciando que de todas maneras organizaría esa movilización derechista.
Bolsonaro ha venido retrocediendo en las encuestas sobre la voluntad de voto de la población. Esto potenció sus actuaciones de histerismo político.
Contra esta movida derechista, la Coordinadora por el “Fora Bolsonaro”, que ha impulsado varias movilizaciones en los últimos meses, ha convocado a organizar contramanifestaciones el mismo 7. Los partidos de izquierda, las centrales sindicales y movimientos sociales han adherido a esta convocatoria, lo que plantea la posibilidad de choques y confrontación callejera entre la ultraderecha bolsonarista y fuerzas populares colocadas a la izquierda.
Esto ha llevado a una serie de pronunciamientos de sectores burgueses. La Cámara de Agroindustria, la FIESP (la poderosa cámara industrial de San Pablo) y otras han sacado o anunciado declaraciones que oscilan entre el llamado a la concordia entre los tres poderes del Estado y el de limitar el accionar provocador de Bolsonaro. Los agroexportadores consideran necesario desacelerar los choques políticos y preservar la paz social. Las declaraciones tipo Trump contra China son consideradas altamente inconvenientes dado que esta es el principal destino de las exportaciones brasileñas. La federación de bancos está dividida, resistiéndose los directorios de un par de entidades estatales a adherir a pronunciamientos críticos al bolsonarismo.
Delfim Netto, ex ministro de Economía del golpe de 1964, alertó sobre los exabruptos aventureros de Bolsonaro, planteando que no se podía descartar, incluso, que este abandonara en el futuro, al liberal privatizador y actual ministro de Economía, Paulo Guedes. Manifestó su preocupación por el clima de choques políticos que está promoviendo en Brasil. Y se definió por el apoyo a la eventual candidatura del expresidente, centroizquierdista y dirigente del PT, Lula, al que calificó como un hombre moderado capaz de pilotear la difícil situación político-social del Brasil.
También el expresidente Fernando Henrique Cardoso, viejo enemigo de Lula, se pronunció por una tercera alternativa entre Bolsonaro y Lula pero aclarando, que en caso de no madurar esta, llamaría a votar por el candidato del PT. Sectores crecientes de la burguesía y el imperialismo ven con aprehensión el aventurerismo militar de Bolsonaro. No olvidemos que hace unos meses todo el alto mando militar fue relevado por el presidente fascistoide. En la burguesía hay preocupación de que este accionar, en el marco de una crisis en marcha, termine de dividir a las fuerzas armadas. Este gobierno no es una dictadura directa, pero sí un gobierno lleno de militares (hay más de 7.000 ocupando ministerios, secretarías y diversas funciones estatales).
Contenido electoralista de la oposición burguesa-burocrática
Los partidos centroizquierdistas y las burocracias sindicales le han dado otro contenido a la consigna de “Fora Bolsonaro”. Han colocado como centro el de la “defensa de la democracia y la Constitución”. Están en contra de la caída de Bolsonaro por la acción de las masas. Colocan la consigna del “Fora Bolsonaro” en el terreno del voto en las elecciones de octubre del 2022 o en el de un eventual impeachment (juicio político) en el Parlamento. Un Congreso en el que no han progresado más de 50 pedidos de juicio político y donde el presidente fascistoide obtiene una cómoda mayoría a través de una alianza con el “centrao”, bloque de diversos partidos centroderechistas.
Un manifiesto firmado por 10 centrales sindicales, encabezadas por la CUT, llamó a la unión de todos los poderes, gobernadores, alcaldes, parlamentarios, trabajadores y a la sociedad civil para contener al presidente Jair Bolsonaro y salvar a Brasil. Las centrales sindicales denuncian a Bolsonaro por “generar personalmente enfrentamientos diarios, creando un clima de inestabilidad y una imagen de descrédito de Brasil” e “Insta a que los poderes Legislativo y Judicial en todos sus niveles, los gobernadores y alcaldes se pongan al frente de las decisiones importantes en nombre del Estado Democrático de Derecho”.
Sin embargo, el conjunto de la burguesía sigue sosteniendo la continuidad del gobierno Bolsonaro. Porque este ha llevado adelante importantes “transformaciones” sociales contra el pueblo trabajador. En las últimas semanas, se viene de aprobar -por amplia mayoría- una ley denominada de “mini reforma laboral”, que termina de completar la realizada por el gobierno Michel Temer. Atacando, esta vez con todo, los derechos de los jóvenes trabajadores, condenándolos a un sistema permanente de pérdida de derechos, superexplotación y precarización laboral. También está la reforma de las condiciones laborales de los trabajadores estatales, que elimina el examen para acceder a un puesto de trabajo en la administración estatal, lo que habilita la selección discriminatoria por parte de la autoridad política. También anula el derecho a la estabilidad laboral del trabajador público. Estas y otras leyes antiobreras y antipopulares (se está por votar la privatización de los Correos, se sigue expropiando las tierras de las comunidades indígenas a favor del agropoder, etc.) son no solo avaladas, sino votadas con los partidos y las burguesías que “defienden la democracia y la constitución”.
Aquí no hay grieta, sino unidad de la clase patronal para que la crisis sea descargada sobre las masas trabajadoras.
El auge de las exportaciones brasileras (mejores valores de las materias primas: soja, mineral de hierro, etc.) no se derrama en lo más mínimo para mejorar las condiciones de vida de trabajadores y desocupados. Por el contrario, el gobierno chantajea para imponer sus ataques entreguistas: si no se aprueba la privatización del Correo no habrá continuidad en los escasos subsidios para los sin trabajo, dice.
La consigna “Fora Bolsonaro” está vaciada de contenido para los partidos de centroizquierda y las burocracias sindicales. Es solamente una pose verborrágica para obtener el voto a fines del 2022, mientras las masas siguen sumergidas en la miseria. Es utilizada para frenar la organización de la lucha y la resistencia obrera y de masas al gobierno. La CUT y las centrales sindicales (lamentablemente también la izquierdista Conlutas ha avalado la declaración) se subordinan así a la política de contención de la centroizquierda que usa las provocaciones de la derecha bolsonarista no para profundizar la movilización antigubernamental para derrocar al gobierno fascistoide, sino para frenar las más elementales luchas. Ya hay dirigentes del PT que han salido a limitar el alcance de las marchas antibolsonaristas del 7 de septiembre, llamando a no caer en “provocaciones”. El propio Lula ha anunciado que no participará de estas movilizaciones porque para él, el eje sigue siendo el electoral.
Se trata de un electoralismo claramente antiobrero.
Las burocracias de las centrales obreras han vaciado los sindicatos. El objetivo histórico de estos es defender el valor de la fuerza de trabajo. Han renunciado a este papel. Un ataque como el de la mini reforma laboral no puede ser impuesto sin que se lo enfrente con una huelga general. Lo mismo vale para la agresión contra los trabajadores estatales y todas las ofensivas derechistas y antipopulares en marcha. Las comunidades indígenas están movilizadas hace una semana, ocupando la “Plaza de los tres Poderes” en Brasilia y con cortes en varias rutas, contra los proyectos de expulsión de sus tierras por el gobierno y las patronales. Más allá de las declaraciones de circunstancias: ¿dónde está la acción movilizadora del movimiento obrero? Trabada por la parálisis y entrega de las burocracias sindicales subordinadas al PT y a los partidos de la oposición burguesa.
Es fundamental enfrentar y derrotar los ataques bolsonaristas al pueblo trabajador. Es necesario, no marchas a cuentagotas, aisladas unas de otras para impedir una movilización general de las masas, sino un plan de lucha que marche hacia la huelga general. Por la anulación de las reformas laborales y previsionales antiobreras. Contra las entregas privatizadoras. Contra la represión y el autoritarismo bolsonarista. “Fora Bolsonaro”.
Para ello hay que comenzar reagrupando a los sectores combativos del movimiento obrero. El 7 de septiembre, por supuesto, hay que salir a las calles a enfrentar las movilizaciones fascistoides de Bolsonaro. En torno a esta iniciativa inmediata, se debe avanzar en la coordinación de trabajadores y explotados; convocar a asambleas, plenarios y preparar las condiciones para un congreso de bases del movimiento obrero y de las masas explotadas. Un paso en ese sentido sería la denuncia política, por parte de Conlutas y la Intersindical -organizaciones que se reclaman combativas y antiburocráticas- de la orientación frentepopulista que caracteriza a la CUT, el PT y el PC do B.
Un reagrupamiento en un polo de alternativa obrera y socialista entre los sectores combativos del movimiento obrero y de la izquierda sería un puntal de apoyo para ello.
Rafael Santos
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